martes, noviembre 26, 2024

ESCARAMUZAS POLÍTICAS: La derecha mexicana compromete la relación México-EEUU

Gloria Analco

Los adversarios de AMLO –de la derecha mexicana- han llegado al extremo de intentar comprometer la relación México-Estados Unidos refiriéndose a Donald Trump en plan ofensivo y enviándole el mensaje a Joseph Biden de que el actual presidente de México no va a merecer su confianza, en caso de que llegara a ocupar la Casa Blanca.

Los grupos de derecha están manejando el próximo encuentro entre mandatarios que se celebrará en Washington, el 8 y 9 del presente mes, tomando la forma de preparativos para dar un golpe al Presidente mexicano, irrumpiendo incluso de lleno en el ambiente preelectoral de los Estados Unidos -a través de los medios estadounidenses-, para hacer llegar el mensaje fuerte y claro de que López Obrador es repudiado en su propio país.

La sola mención del encuentro, en días pasados, dejó sin aliento a la oposición -entre partidos, clase empresarial y medios-, que no ocultaron su deseo de desplegar un ataque abierto contra el Presidente por atreverse a viajar a Washington.

La reacción fue inmediata y lanzaron un ataque bien planeado para desacreditar el encuentro, curiosamente utilizando todos los involucrados los mismos argumentos, con la intención de ofrecer a la opinión pública mundial la sensación de que la verdad estaba de su lado.

En efecto, la prensa mundial destacó que la primera salida de AMLO al exterior para reunirse con Trump, estaba generando duras críticas en México y había creado un ambiente de rechazo, recordando que el presidente estadounidense ha utilizado a México con frecuencia como “un saco de boxeo”.

El mensaje de fondo que han querido transmitir es que la contraparte mexicana de Estados Unidos en la cima del poder no era confiable en absoluto, al tiempo que han intentado ganar para su causa las simpatías de Joseph Biden, a quien ya consideran el vencedor de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, por ir 14 puntos arriba en las encuestas, aun cuando faltan más de cuatro meses y la campaña todavía no ha arrancado.

Los movimientos fueron simultáneos para indicarle al mundo que México veía con “muy malos ojos” que su presidente hiciera el viaje a Washington, y poner en tela de juicio la actuación de López Obrador frente al gobierno de los Estados Unidos, por supuestamente ceder fácilmente a las presiones de Trump, para que tomara enérgicas medidas contra los inmigrantes que cruzan México en el camino hacia la frontera con Estados Unidos, y él obedecer sin resistencia, supuestamente.

Las críticas llegaron a ser hasta mordaces al intentar los llamados líderes de opinión y analistas internacionales y locales hacer ver que el viaje presidencial se producía cuando existía un triste estado de las relaciones entre ambos países, culpando de ello al presidente López Obrador, mientras señalaban, no muy sutilmente, que el presidente Trump había invitado a su contraparte mexicana para usarlo e impulsar su campaña de reelección, dando a entender que el hombre más poderoso de la Tierra, en otras circunstancias, no le merecía ningún otro interés.

Querían contribuir a mantener bajo el perfil del encuentro, proyectando que era “inoportuno”, y para darle realce a la supuesta incongruencia de AMLO, menospreciaron a la propia figura de Trump, sin percatarse –ni por un momento- que él pudiera reelegirse y luego pasarles la cuenta.

Ése es el ambiente creado mediáticamente por la derecha mexicana, pero la verdad de las cosas es que por primera vez en la historia de las relaciones entre ambos países un presidente de México ha establecido una asociación estratégica con su contraparte de los Estados Unidos, que si bien apenas se han puesto unas cuantas bases, avanza a paso muy firme, y aunque pudiera ser de manera temporal los intereses mutuos, que son permanentes, pudiera también interesar a Biden, si logra vencer a Trump.

Algo que puede ilustrar perfectamente esto es el regreso a la política de Barack Obama, quien realizará el papel de ofrecerle una ruta a Josep Badin, para ganar la Presidencia de los Estados Unidos, y una de las primeras cosas que el ex presidente le ha aconsejado al candidato demócrata fue: “No te confrontes con AMLO para ganar terreno en el voto latino”.

Así que si gana Biden y quiere llevar la fiesta en paz en su país, está obligado a darle un trato preferencial al presidente de México, porque elecciones hay “todo el tiempo”.

López Obrador es motivo de muchos comentarios en Washington, donde ha llamado la atención la cercanía que se ha producido entre los dos mandatarios, donde se ha puesto énfasis en “la gran cordialidad y coincidencia de los presidentes”.

La primera similitud es que Trump ha calificado en el pasado reciente a México de “país totalmente corrupto”, y ha dicho que “el crimen masivo” en México amenazaba la seguridad nacional de su país.

AMLO tiene como política central de su gobierno abatir la corrupción, y ya ha dado pasos firmes en esa dirección, lo que le ha valido que la derecha, afectada por los recortes presupuestales, le haya declarado la guerra y utilice sobre todo los medios de comunicación para combatirlo frontalmente.

La última agresión de Trump a México fue culparlo de “no hacer nada” para detener la invasión centroamericana a Estados Unidos, y amenazó con imponer aranceles si López Obrador no hacía algo al respecto.

The Washington Post publicó un amplio artículo donde destaca que la llegada al poder de López Obrador, un hombre de la izquierda mexicana, había hecho presumir que él llevaría la relación con los Estados Unidos a “un nuevo mínimo”, pero lo que ha conseguido es que “él y Trump se elogían públicamente”.

La administración de Trump está muy satisfecha por los resultados que ha arrojado su relación con México en temas como la migración ilegal y la renegociación del acuerdo comercial de América del Norte, el llamado T-MEC.

Sus críticos en México sostienen que López Obrador ha sido débil políticamente con su homólogo estadounidense, pero en Washington se tiene otra visión.

A diferencia de otros líderes extranjeros -dice The Washington Post- el presidente mexicano “marca el último ejemplo de un político inteligente que se une con el presidente de los Estados Unidos” de manera no dócil, sino eficaz en unas relaciones para resolver mutuamente problemas que atañen a ambas partes.

Muchos analistas han estado a la expectativa listos para escribir cuando se produzca el primer choque entre los dos líderes, sobre todo porque así como tienen similitudes, también hay grandes diferencias entre ellos.

El Post cita como ejemplo que mientras AMLO es muy austero y no posee una tarjeta de crédito, Trump prefiere los grifos de oro de 24 kilates y los jets privados, y en el ámbito político AMLO es un antiguo defensor de los derechos de los migrantes, mientras que la lucha contra la inmigración ilegal es un tema central de Trump.

El respeto que se ha ganado AMLO frente a su homólogo estadounidense ha obedecido a los mensajes que el primero le ha hecho llegar a través de su embajadora Martha Bárcena Coqui, en general bastante ponderados, el principal: que México ayudará a Estados Unidos, pero sólo a cambio de que Estados Unidos ayude a México.

Cómo ya demostró AMLO ser muy eficaz en las maniobras para resolver problemas, se ha ganado el respeto y la confianza del difícil Trump.

De hecho, ya Bárcena Coqui ha avanzado en un plan ambicioso con el gobierno de los Estados Unidos, que sienta las bases para lograr cifras de crecimiento económico en México y salga de su estancamiento.

La derecha mexicana se está convirtiendo en una influencia ilegítima, porque intenta remover de su cargo a un presidente elegido democráticamente, y sin que sus esfuerzos consigan ganar resonancia internacional, ya que su gran sueño es que AMLO reciba de la comunidad internacional el mismo trato que Nicolás Maduro, algo por lo que hemos visto imposible de lograr.

Además, algo que la derecha ha promovido en México es que AMLO es comunista para sumar adeptos a su causa, la realidad es que él es capitalista, favorable al libre mercado, pero dentro de una reglas apegadas a la ley, en las que rigurosamente las empresas paguen sus impuesto, y la recaudación que se haga de ello vaya a los programas sociales para distribuir el ingreso de la riqueza que se genera entre la población, y no a los bolsillos de la clase empresarial y política corruptas, como sucedía antes de su gobierno.

De eso están muy enterados en Estados Unidos, y por eso no lo atacan porque está a favor de las reglas del juego, pero sin corrupción, con estado de derecho y favorable al reparto de la riqueza a la población por medio de los programas sociales, en contra de las asociaciones civiles que no ofrecían resultados, y ya entró en plena colaboración con los Estados Unidos para abatir la violencia por el narcotráfico.

Independientemente de su indudable influencia en las elecciones estadounidenses, por una serie de factores, su figura política es muy apreciada en ese país por los valores que representa y su lucha contra el fenómeno más corrosivo de la economía: la corrupción.
gloriaanalco@gmail.com

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