ESCARAMUZAS POLÍTICAS

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Gloria Analco

  • Cuando la impunidad se vuelve trampa: Israel, Palestina y la Asamblea de la ONU

A los judíos les ha llevado más de un siglo, desde que a principios del siglo XX comenzaron a desplazarse hacia Palestina, intentando plantar su bandera en toda esa tierra que consideran la “prometida”. Para lograrlo, han cometido uno de los peores crímenes de lesa humanidad: un genocidio prolongado contra el pueblo palestino. Sin embargo, esa consumación aún está por verse, porque en la Asamblea General de la ONU que inicia esta semana podría revivirse el espíritu de la resolución de 1947 -la que establecía la creación de dos Estados, Israel y Palestina-, una resolución que Israel ha rechazado sistemáticamente cumplir.

En este escenario, Donald Trump se ha convertido en un actor que abiertamente respalda la estrategia genocida de Israel. Su adhesión incondicional al gobierno de Netanyahu lo ha colocado en la cuerda floja, pues empieza a generar un rechazo creciente incluso entre sus propios seguidores. Si esta tendencia se mantiene, es muy probable que el Partido Republicano enfrente una derrota en las elecciones intermedias. Así, el cálculo de Trump de apuntalar su liderazgo con el apoyo a Israel podría convertirse en un error político mayúsculo.

El asesinato de Charlie Kirk vino a darle la puntilla a Netanyahu y a sus amigos, dejando claro que no estamos frente a un Estado en acción, sino frente a un grupo de individuos nefastos.

En Estados Unidos se difundió ampliamente que Kirk estaba cuestionando seriamente que el asalto de Hamás a Israel el 7 de octubre pudiera haber sido prefabricado por el propio Netanyahu.

Paradójicamente, aunque no haya quedado demostrado que su muerte estuviera relacionada, esta tragedia amplificó de manera monstruosa sus dichos contra Israel, dándoles un alcance que nunca hubiera tenido de seguir vivo.

Incluso los periodistas llegaron a preguntarle a Netanyahu si Israel lo había mandado matar, reflejando hasta qué punto sus excesos han puesto a su gobierno en el ojo público y bajo escrutinio global.

A principios del siglo XX, comunidades judías que vivían en la diáspora comenzaron a llegar a Palestina con el propósito de fundar ahí un Estado propio, al que consideraban la “tierra prometida” según su tradición religiosa.

Desde entonces, mediante la compra de tierras y con el respaldo del movimiento sionista, fueron desplazando a la población árabe originaria. En 1947, la ONU aprobó un plan de partición que dio pie, en 1948, a la proclamación del Estado de Israel. Aquello significó la expulsión masiva de palestinos -la Nakba o “catástrofe”-, punto de partida de un despojo que nunca se ha detenido.

Desde entonces, los palestinos han sido despojados de sus tierras, sometidos a ocupaciones, asedios y masacres.

Hoy, bajo el gobierno de Benjamin Netanyahu, Israel ha anunciado abiertamente su intención de controlar Cisjordania y de apoderarse definitivamente de Gaza, empujando al pueblo palestino al borde de la desaparición.

Los excesos de Israel han tenido un efecto inesperado: ha quedado al desnudo ante el mundo entero que se ha tratado de Estado terrorista, capaz de cometer crímenes de lesa humanidad a plena luz del día, sin pudor y ante los ojos de todos.

Su error mayor fue el ataque en Catar contra la cúpula de Hamás, que mostró hasta dónde está dispuesto a llegar para borrar cualquier atisbo de resistencia.

A ello se suma la ofensiva contra Irán, donde se evidenció la vulnerabilidad de su famoso “Domo de Hierro”, hasta ahora vendido como un escudo impenetrable.

Son episodios que, lejos de afianzar su fuerza, han dejado en claro que Israel ha cavado su propia tumba al dinamitar por completo el derecho internacional.

Con estos excesos, ha firmado su propio fin, al tener que aceptar la existencia del Estado Palestino, y si no, ¿volverá a fracasar la comunidad internacional, reunida en la ONU?

Colofón histórico:
Hoy, la ONU y el Estado de Israel cumplen 80 años prácticamente de historia entrelazada. Lo que está en juego no es sólo Palestina, sino la legitimidad de un sistema internacional que desde sus inicios ha buscado paz y justicia.

¿Israel, con su impunidad acumulada, enfrentará finalmente la historia y el juicio de los pueblos?

 

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