jueves, marzo 28, 2024

EN REDONDO: Emergencia migratoria; hambruna y más arribos

Por: Mario Ruiz Redondo

A casi siete meses de haberse iniciado desde Honduras, Guatemala y El Salvador, las “caravanas del hambre”, por lo menos medio millón de migrantes en condición de ilegales han ingresado a México por la “porosa” Frontera Sur, que solamente en Chiapas tiene una longitud de 654 kilómetros, la mayoría sin ningún control migratorio y menos sanitario, lo cual expone a la población nacional a una epidemia de Ebola, por los africanos portadores del contagioso y mortal virus, que puede mantenerse de manera asintomática en sus cuerpos, durante nueve meses, como advierte la Organización Mundial de la Salud.

Oficialmente no hay cifras, pero habrá que considerar que al flujo permanente de extranjeros provenientes de 52 naciones del mundo que arriban al país por la vía centroamericana, con destino final en la Unión Americana, es vigente, sumándose a las nuevas avalanchas humanas en las que de manera sobresaliente siguen destacando los oriundo de Cuba, Africa, Honduras y Haití, además de Asia y Medio Oriente.

Desde este espacio hemos reiterado de manera constante el riesgo para los casi tres millones de habitantes de las Regiones Soconusco, Costa y Sierra, no solamente de ser contagiados por los migrantes de enfermedades como el virus del VIH-Sida, Tuberculosis, Sifilis, Gonorrea, Hepatitis, Sarampión y Tosferina, entre otras.

Subrayado también que al no extremar las medidas de control de identidad, la seguridad nacional se mantiene en alto riesgo, al no dar importancia el Gobierno Federal, a la presencia de indocumentados procedentes de Iraq, Siria, Afganistán, Libia, Paquistán, Líbano, Turquía e Irán, por citar algunos, que están clasificados por los servicios de Inteligencia de Estados Unidos, como países potencialmente formadores de grupos “terroristas”.

Tapachula, la ciudad más importante de la colindancia mexicana con América Central, se ha convertido en un especie de “puerto de refresco” para este desbordamiento sin precedentes de viajeros indocumentados, que por diversas razones se mantienen estacionados, causando actualmente graves problemas de orden humanitario, al ser rebasada la capacidad de atención del Gobierno Federal y de la Iglesia Católica, en los pocos albergues con los que cuentan.

Toda una realidad llena de dramatismo ante la insuficiencia de ambas instancias para alimentarlos y alojarlos, así como de la misma solidaridad de los tapachultecos, que dada la prolongada problemática, carecen de los recursos económicos para continuar ayudando a los extranjeros que a diario tocan sus puertas para pedir ayuda.

Hoy todo se vale, en medio del desorden, que puede resumirse en más de 50 mil hombres, mujeres y niños, que lo mismo deambulan por las calles, extendiendo su mano para solicitar una moneda para comer o para encontrar un refugio donde dormir, mientras pueden continuar su travesía hacia el norte de la república.

Nada alcanza y la hambruna, ha pasado de ser una amenaza, para convertirse en una triste realidad, en la que los más afectados son los menores de edad, ya de por sí desnutridos desde sus países, que se han complicado al acompañar a sus padres y sobrevivir en condiciones deplorables.

La Estación Migratoria Siglo XXI, la más grande construida por la Secretaría de Gobernación en el país, bajo control del Instituto Nacional de Migración, con capacidad para 500 extranjeros enfrenta de nueva cuenta graves problemas, al volverse permanente su condición de hacinamiento extremo e insuficiencia alimentaria y médica, que aunado a la cancelación de otorgamiento de salvoconductos oficiales “para salir de México”, continúan provocando amotinamientos y fugas violentas de cientos de cubanos, por su desesperación al no poder continuar su viaje final a Miami, donde los esperan sus familiares que pagan su desplazamiento a mafias de trata de personas.

Una situación por demás alarmante y peligrosa, especialmente para los habitantes de Tapachula, que por más que han alzado sus voces para demandar la atención del Presidente Andrés Manuel López Obrador, han encontrado en él solamente la respuesta del silencio y de una indiferencia que no habla bien del discurso que práctica desde la ciudad de México hacia los migrantes.

Frente común con los chiapanecos este martes 7 de mayo, de la Conferencia del Episcopado Mexicano, encabezada por su presidente Rogelio Cabrera López, ex obispo de Tapachula y  ex arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, y actual jefe de la Iglesia Católica en el estado de Nuevo León, al elevar su tono de voz:

“Nos preocupa la situación de la frontera sur, específicamente lo que vive la ciudad de Tapachula, en Chiapas. El inmenso número de migrantes continentales y extra continentales ha rebasado la ayuda de la Iglesia y la acción del Gobierno. Las instalaciones de la estación migratoria Siglo XXI están sobre saturadas lo cual no permite una atención humanitaria, provocando que los migrantes deambulen por la ciudad buscando ayuda”.

Petición formal de ayuda “a la Autoridad Federal, a las Autoridades del Estado de Chiapas, a la Sociedad Civil, y a los hombres y mujeres de buena voluntad. Los mexicanos siempre nos hemos caracterizado por nuestra alegría, solidaridad, buen trato y hospitalidad. Sin embrago, ante el flujo de las caravanas de migrantes, algunos han asumido actitudes de rechazo, indiferencia, xenofobia, discriminación y racismo”.

Reiteración de la firme posición de la CEM ante el grave problema, al afirmar que “como Iglesia nuestra ocupación hoy se ha transformado en preocupación. Junto con otras Iglesias y grupos de la Sociedad Civil, hemos atendido y al mismo tiempo colaborado con nuestras autoridades en los tres niveles de gobierno, en la emergencia humanitaria que vive ya nuestro país, ante el fenómeno migratorio manifestado en las caravanas que se han desplazado y siguen desplazándose en nuestra nación”.

Un mensaje que ante la apatía Presidencial, se retoma íntegro en nuestra columna, para saber hasta dónde los obispos de México, pueden obtener respuesta, al continuar poniendo el ejemplo, al anunciar que han solicitado la acción de la Caritas Nacional, para que se articule la ayuda que hay en nuestro país, así como motivamos a las diferentes Diócesis de nuestra patria, para que fomenten entre nuestros feligreses un esfuerzo adicional de generosidad a favor de nuestros hermanos.

El arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López es un religioso que conoce plenamente la problemática migratoria de la Frontera, pues ejercería su apostolado del 16 de julio de 2001 al 11 de septiembre de 2004, como obispo de la Diócesis de Tapachula, y por designación del Papa Benedicto XVI, luego jefe de la Iglesia Católica en Chiapas, desde Tuxtla Gutiérrez, a partir del 11 de septiembre de 2004 hasta el 3 de octubre de 2012, en que es nombrado por la Santa Sede como máximo jerarca religioso en tierras neolonesas.

Con mayor razón, el posicionamiento pleno de convicción, de manifestar a nombre de la Conferencia del Episcopado Mexicano, su respaldo y unidad al llamado realizado ante ese pleno del obispo de la Diócesis de Tapachula, Jaime Calderón Calderón, a las autoridades, tanto municipales, estatales y federales, así como a la sociedad civil en general, “ante el grado que ha escalado la crisis humanitaria que se está viviendo en esta ciudad.

“En la puerta de la frontera sur hay miles de hermanos nuestros, personas que tienen ya varios días sin comer y que duermen en la calle. Hay niños, ancianos, enfermos y algunas mujeres en la cercanía de las labores de parto.

“Nuestra invitación es para el Gobierno Federal, a fin de que active y monitoree adecuadamente, dadas las circunstancias, un Plan de Emergencia a través de la Autoridad y estructuras gubernamentales correspondientes, así como solicitar, que se dé una atención humanitaria, especialmente aquellos que deambulan por la ciudad de Tapachula.

“Sugerimos esclarecer, a la brevedad posible, la legalidad con la que ingresan y solicitan paso en nuestro país. Exhortamos a atender adecuadamente este momento de Crisis en la que nuestro país tiene oportunidad de mostrar su verdadero nivel de humanidad.

“Como Iglesia ofrecemos nuestra oración, todo nuestro apoyo y ayuda. Hoy reiteramos a nuestra nación que seguiremos haciendo todo aquello que esté en nuestras posibilidades para ser una Iglesia Samaritana que haga menos pesado el camino de nuestros hermanos migrantes”.

Desde la Presidencia de la CEM, el arzobispo Rogelio Cabrera López ha subrayado constantemente la necesidad de una intervención más efectiva de las autoridades, en la atención del grave problema humanitario de los migrantes en la Frontera Sur.

Todavía el 27 de abril pasado, daría a conocer la ayuda económica solidaria dispuesta por el Papa Francisco (500 mil dólares), para los esfuerzos desarrollados por las Diócesis Católica de la República Mexicana, en la atención de la emergencia, con caridad cristiana.

El mensaje entonces, sería realista y contundente: “La grave crisis humanitaria continúa: son numerosas las caravanas centroamericanas que han entrado a nuestro país, a partir de octubre 2018. Tan sólo en el mes de febrero del 2019, sumaban ya más de 75,000 personas, y 100 mil en marzo, según reportan autoridades americanas, que han detenido a esa cantidad de personas en su frontera sur.

“Entre los hermanos migrantes, que cruzan por nuestro país, se encuentran: quienes están esperando respuesta a su solicitud de asilo como refugiados en los Estados Unidos; quienes han sido repatriados; quienes están intentando cruzar ilegalmente y quienes se han disgregado en diferentes partes de la República Mexicana, esperando una nueva oportunidad de cruzar a los Estados Unidos, más los que se quedarán finalmente en México».

Revelación, hace apenas 10 días, de que era ya necesaria una mayor y mejor vinculación entre la fuerte estructura

pastoral y nacional de la Iglesia católica y el gobierno en todas sus instancias, ya que, se subrayaba, lamentablemente no se ha dado en la medida deseada y esperada ante una emergencia de esta naturaleza.

La visión global de la Alta Jerarquía Católica, en el sentido de que “en las Fronteras Norte y Sur, estos lugares de acogida se encuentran sobrepoblados, y entre los habitantes de los pueblos y ciudades donde se encuentran algunos de estos albergues, se han empezado a suscitar fuertes inquietudes ante campañas informales que “criminalizan” al migrante, e impiden que éstos puedan obtener un trabajo, rentar un departamento o circular tranquilamente por las calles”.

No obstante, el problema que no reconoce la CEM, es que en esta vorágine de migrantes, específicamente en la Frontera Sur, se han infiltrado en las caravanas arribadas en los meses recientes, líderes y células de las pandillas delictivas de las “maras salvatrucha 13 y barrio 18”, que han creado un clima de terror en los municipios de la Frontera Sur, al realizar impunemente actividades criminales que van desde el simple asalto a transeúntes, hasta el asesinato para cometer un robo o en la disputa de territorios por el control de estupefacientes y prostitución de menores.

La emergencia migratoria es toda una realidad alarmante. Ojalá y el Gobierno de la República ahora sí responda.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México. Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.

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