miércoles, diciembre 11, 2024

El tren de la 4T se originó en el porfiriato

Adrián García Aguirre / Mérida, Yucatán

* El llamado “Tren Maya”, obra sexenal impuesta por decreto.
* Hay referencias de que la primera concesión se originó en 1837.
* Sin embargo, su construcción se consolidó posteriormente.
* Fue un proyecto de infraestructura y desarrollo socioeconómico.
* Cuestionado, el plan actual pretende ser de turismo sustentable,
* Interconectaría las principales ciudades turísticas de Yucatán.

La construcción de los ferrocarriles fue un hecho que se planteó México desde los inicios del proceso de Independencia de España, asegura Víctor Manuel García en su tesis “Las Políticas del Fondo Monetario Internacional: el desarrollo de la política económica en México (2001)”.

Licenciado en Relaciones Internacionales con Maestría en Administración de Negocios, García escribió que, sin embargo, no fue sino durante el régimen de Porfirio Díaz cuando la mayor parte de las vías férreas con que cuenta el país actualmente se instalaron para ampliar esas redes de comunicación.

“Fue a escala nacional –describe- para reducir los costos en la transportación de materias primas y productos y así mejorar los precios para las exportaciones, en una época en que las comunicaciones eran mediante caminos de herradura y brechas usando
carretas y caballos”.

Documentos de esa época dan testimonio de que existía una red de caminos troncales insuficientes, tardados, tortuosos e inseguros que limitaban y encarecían el intercambio comercial, por lo que las poblaciones optaban por autoabastecerse, en lugar de ofrecer sus productos a otros sitios y ellos recibir
nuevos.

El hecho real fue que los ferrocarriles fueron elementos que contribuyeron, junto con la inversión extranjera, a sentar las bases de la economía mexicana, ya que permitieron por un lado el intercambio comercial de bienes, la movilidad de la población, abaratar los costos de transporte y la explotación de grandes regiones mineras.

“También promovió el crecimiento de la agricultura y una industria incipiente, y se puede decir que el tendido ferroviario durante el porfiriato representó la construcción de una economía más sólida, la creación de un mercado interno pequeño, pero al fin mercado”, afirma Víctor Manuel García, “además de que tuvo efectos multiplicadores en muchos otros sectores productivos”.

Los trazos de las líneas férreas originalmente fueron siguiendo las rutas de los caminos
Comerciales, partiendo del centro hacia la costa del Golfo, porque entonces Veracruz era el principal puerto y derivando hasta el norte del país.

Otro punto a considerar en el delineado de las vías fue la geografía del territorio nacional y las circunstancias históricas de sus rutas comerciales, al prevalecer también los intereses de las compañías mineras, de los concesionarios estadounidenses, de los exportadores de materias primas.

En suma, se buscó vincular las líneas mexicanas con las estadounidenses para dar un libre flujo de manufacturas provenientes de la Unión Americana y las materias primas de México para la creciente industria de ese país.

Hay que señalar que de toda la inversión extranjera que llegó, la mayor parte fue hacia la
construcción de los ferrocarriles, a la minería y a la metalurgia, y por supuesto que los países que más invirtieron en la construcción de los ferrocarriles fueron la Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Alemania y Holanda, en ese orden.

Cuando se dio la primera concesión en 1837, se marcó el inicio de los intentos por establecer en México las vías ferroviarias, pero fracasaron por los conflictos políticos y armados internos, las agresiones extranjeras, la existencia de caudillos y militares que frenaron toda actividad que amenazara sus intereses.

En 1850 se inauguró el primer tramo de vía de 13.6 kilómetros que unió el puerto de Veracruz con los llanos de “El Molino”, rumbo al río San Juan en el mismo estado; pero años después se construyeron tramos que unían a Tlaxcala y Veracruz con la ciudad de México.

En el primer periodo de Porfirio Díaz (1876-1880) se otorgaron concesiones a particulares
mexicanos para la construcción de las líneas de Yucatán; sin embargo, posteriormente parte de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán, con financiamiento local, se integraron en 1902 a otros ferrocarriles ya existentes en la Península.

Estas vías permanecieron aisladas respecto a las demás, y fue hasta 1958 cuando se ensanchó el ramal Mérida a Campeche y su conexión con el Ferrocarril del Sureste, por lo que eran comunes los viajes en tren para visitar a las familias, hacer negocios en las grandes ciudades y conocer nuevos lugares.

Las estadísticas del primer cuarto del siglo XX consignan que entre 1914 y 1925 se dedicaron 639.2 kilómetros más de vías, se levantaron 238.7 kilómetros, se rectificaron trazos y se diseñaron nuevas rutas.

Durante el gobierno de Plutarco Elías Calles (1924-1928) se inició la construcción del ferrocarril Sub-Pacífico que unió varios puntos en la zona norte del país en el Océano Pacífico, de modo que, al inicio de la década de 1930, se tenían construidos 23 mil 345 kilómetros.

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