CIUDAD DE MÉXICO / SemMéxico.- A la hora del nacimiento, los servicios de salud actuales, públicos o privados están sujetos a las presiones capitalistas de reducción de costos y aumento de la «productividad» de la fuerza laboral. Estas dinámicas afectan la calidad de la atención del parto y repercuten tanto en los trabajadores de la salud como en las mujeres.
Anna Fielder socióloga y ex partera explicó lo anterior al presentar su libro «Going Into Labour» (Iniciando el parto) que analiza cómo el capitalismo influye en la experiencia y práctica del parto.
Aunque se habla de la mercantilización del parto o la influencia del lucro en la atención médica, falta un análisis detallado del capitalismo en relación con el nacimiento, dijo la socióloga inglesa a People’s Health Dispatch.
Para ella, el capitalismo no es solo una fuerza externa que afecta la atención sanitaria, sino un sistema expansivo que moldea todas las dimensiones de la vida, incluyendo la forma en que las y los bebés llegan al mundo. Esta omisión es notable tanto en los espacios de política de nacimiento como en los círculos políticos de izquierda, donde el trabajo se discute en términos de empleo remunerado y explotación económica, pero rara vez se considera el trabajo de parto en sí.
Influenciada por su madre partera y su propia trayectoria en Inglaterra, Fielder se involucró en la política de la partería y observó que, aunque se ha discutido ampliamente el impacto del patriarcado y el racismo sistémico en los servicios de maternidad, rara vez se aborda directamente el papel del capitalismo en este ámbito.
Según Fielder, el capitalismo ha mercantilizado muchos aspectos de la atención materna, transformando el parto en una actividad regulada por la eficiencia y la rentabilidad en lugar de por las necesidades individuales y el bienestar de quienes dan a luz.
Esto se traduce en la medicalización excesiva del parto, en intervenciones innecesarias y en experiencias deshumanizadas para quienes paren. En este sentido, la presión por optimizar recursos y tiempos puede generar condiciones laborales precarias para el personal sanitario y afectar negativamente la calidad de la atención.
Fielder argumenta que la falta de análisis sobre el impacto del capitalismo en el parto podría ser una de las razones por las cuales los esfuerzos por mejorar la atención materna y erradicar la coerción han avanzado lentamente. En su opinión, es crucial reconocer y abordar cómo el sistema económico influye en la salud materna para poder implementar cambios significativos en la prestación de estos servicios.
Además, su estudio invita a reflexionar sobre la intersección entre el capitalismo y los derechos reproductivos. La lógica capitalista, que prioriza la eficiencia y la maximización de ganancias, puede entrar en conflicto con la necesidad de garantizar nacimientos respetados y dignos. En muchos casos, los protocolos hospitalarios y las políticas de salud pública responden más a criterios financieros que a las recomendaciones médicas o a los derechos de las gestantes.
Por ello, Fielder aboga por un cambio estructural en la forma en que se concibe la atención del parto, promoviendo prácticas que prioricen el bienestar de las mujeres y personas gestantes, respeten sus derechos y reconozcan su autonomía. Su investigación busca abrir un diálogo sobre cómo el capitalismo configura las experiencias de parto y cómo se pueden implementar estrategias para contrarrestar sus efectos negativos.
«Going Into Labour» subraya el People’s Health Dispatch, ofrece una perspectiva crítica sobre la influencia del sistema económico en la atención del parto, impulsando el debate sobre la necesidad de un modelo de salud materna que se aleje de la lógica del mercado y se enfoque en el bienestar de las personas gestantes y los trabajadores de la salud.
AM.MX/fm