El espejo desenterrado
Por
Rafael Serrano
En proceso de extinción, el PAN nos habla de una “refundación”. Demasiado tarde, el cambio de régimen ya está en marcha y al parecer es irreversible. El naufragio del PAN lo profetizó Castillo Peraza: “ganaremos el poder y perderemos el partido”. AMLO concluyó: … “el poder los volvió locos”. Omiten la autocritica o la reducen a un “alejamiento de la ciudadanía”, a “errores instrumentales”. No explican que “el alejamiento” tuvo que ver con malas gestiones, fraudes electorales, alianzas inconfesables y una corrupción rampante. Termina una época y emerge otra. Este “relanzamiento” llega a destiempo, sin “timing” ni proyecto propio; más bien, parece una melodramática oración fúnebre para sepultar a una generación de políticos del “Viejo Régimen” y dar la bienvenida a un discurso ultra y retro al estilo Trump/Milei que SÍ tiene proyecto: restaurar el capitalismo imperial, neocolonial. Cabe recordar la sentencia de García Cantú: ayer como hoy siempre fueron reaccionarios. El PAN está liquidado pero la derecha no.
El espejo desenterrado: Dios, Patria y libertad

Giuseppe Mazzini
El padre del risorgimento italiano
“Idiota recalcitrante” (Marx)
El que sembró la idea de la Patria, la familia y la libertad fue un recalcitrante nacionalista italiano, Giuseppe Mazzini. En el siglo XIX. Creía que la sociedad era “Dios y el Pueblo”. El pueblo era un producto metafísico de la asociación fraternal de personas “buenas”, de ahí su “fuerza emancipadora”. Este planteamiento permitió el surgimiento del Estado-Nación italiano que pregonaba que la patria era un conjunto familias buenas y libres guiadas por un “designio divino”. El lema “Dios , patria, familia y libertad” o la combinación que se escoja, fue usado por Mussolini durante 20 años de fascismo y recuperado en las dictaduras franquista, portuguesa y a lo largo de los siglos XIX y XX por las narrativas ultraconservadoras; ahora revivido en el XXI por las derechas norteamericanas, europeas y latinoamericanas que cuyo objetivo es restaurar el orden libertario del capitalismo original. Se oponen bíblicamente al “caos/mal” del colectivismo estatal (“ogro” con “orcos”) y combaten ferozmente a los “subversivos del orden”, un “revoltijo de progresistas” que van desde “gobernícolas”, “keynesianos y zurdos de mierda” hasta “narcos-chavistas-castristas-comunistas”; pasando por ateos irredentos o libre pensadores y arremetiendo contra las comunidades LGTB. En su lista negra incluyen al “oso ruso” que “devora” a la Ucrania cristiana y libertaria; a las burkas islámicas que interpelan al cristianismo europeo; a los diabólicos migrantes que en pateras o nadando “invaden” Europa y Estados Unidos; y, a todas las amenazas asiáticas, “amarillas” que contaminan el suelo libertario judeo-cristiano del occidente que llaman “global”.
Usuarios de Dios. Patria y Familia
“El lema se ha utilizado en círculos políticos de derecha después de la Segunda Guerra Mundial, tanto italianos como Dio, patria e famiglia, como portugueses y brasileños como Deus, Pátria e Família, húngaros como Isten, Haza, Család, y anglosajones como God, Homeland, Family.”
https://es.wikipedia.org/wiki/Dios,_patria_y_familia#cite_note-9
El amasijo retórico de los neoconservadores
La restauración del orden de la mano santa del Dios-mercado
Los neoconservadores, ahora re-bautizados como “libertarios”, difunden en el “Occidente global” una “nueva” retórica que busca como siempre la restauración del “orden perdido”. Es el renacimiento del paleo- capitalismo ultra liberal inglés; un vino narrativo agrio en la copa de pastores posmodernos de habla violenta, cuya eucaristía discursiva consiste en consagrar, consustanciar, la libertad con el “Dios-Mercado” y elevar “la mano santa” que rige los “sagrados precios” (Adam Smith) a nivel de misterio social. Misterio que “debemos creer aunque no podamos comprender”. En este discurso, el Estado y sus gobernantes no pueden intervenir en el “santo proceso” de la “mano santa”; sólo deben operar protegiendo la “mano Providencial”.
A través de la privatización de la vida pública, las “individualidades libres” se vuelven Voluntad General. Se sacraliza la privatización de la vida pública y permite ofrecer a la personas el disfrute su individualismo: un narcisismo radical, histriónico, disfrutable en el aquí y ahora. Veneno puro fácilmente asimilable en un mundo donde la violencia contra los otros, ajenos al ego, se ha normalizado: hay perdedores y ganadores en el “mundo real”. Discurso que con el apoyo de las tecnologías informativo-comunicativas difunden las ideologías de la posmodernidad y del pos-humanismo.
Un menú discursivo anti estatal y con fervor judeocristiano
Para la “nueva” derecha, el enemigo “se disfraza”: desde un keynesianismo estatal hasta lo que llaman la “perversión mayor”: el Estado de Bienestar; ya sea en la versión social cristiana o en la social demócrata; a ambas versiones se les consideran sistemas sociales parasitarios, espacios donde habita “la casta” que miente y roba (burocracia y wokis globalistas). Los neoconservadores piensan que el mundo ha sido sitiado por los poderes totalitarios de China y Rusia que han pervertido los designios de la libertad, son dictaduras. Su expansión en el mundo pone en riesgo a la civilización cristiana. El oso ruso y el dragón chino contaminan a las “democracias”, sean “maduras e inmaduras”. En la era pos-capitalista o de capitalismo tardío, la derecha “libertaria” apuesta por trasgredir la libertad reclamando libertad.
En sus narrativas: de chile, de dulce y de manteca conservadora
Por ello, combaten con furia a los terroristas que matan israelitas y apoyan al sionismo judío en su derecho “a defenderse” aunque éstos realicen un genocidio; defienden a una Ucrania racista excluyente producto de un golpe de Estado alentado por la CIA y la OTAN; alientan el neocolonialismo norteamericano y sus política de aranceles, cañoneras y bombardeos proxy; creen que Europa sigue siendo un ejemplo de democracia y un jardín de prosperidad que debe defenderse de los migrantes expulsados de sus países por el salvaje colonialismo europeo; apoyan el lawfare y los asesinatos de los lideres opositores al capitalismo rampante de MAGA; niegan el cambio climático, el poder preventivo de las vacunas y proclaman el oscurantismo sobre el saber científico; reprimen o suprimen las libertades de las identidades y los derechos humanos ganados palmo a palmo a lo largo de dos siglos de lucha social “populista”; revientan los derechos a educación y salud gratuita, reducen las condiciones laborales dignas y humanas, prohíben que las personas puedan decidir sobre su cuerpo y un largo etcétera.
La utopía de Liberland y la batalla cultural
En este revoltijo ideológico, el anarco-capitalismo ha incorporado a la vasija del discurso reaccionario el viejo mito de la tierra prometida: “Liberland”. Donde los hombres viven libres del yugo estatal y se establece un gobierno regido por los intereses consensuados de los individuos, todos “llenos de propiedad privada” cuya seguridad se defiende a balazos llenando las cárceles de malignos (Bukele o Noboa); se exige seguridad sin tocar privilegios (Salinas Pleigo), reprimiendo a toletazos a los vulnerables (Milei), asesinando niños/niñas inocentes y borrando a un pueblo con bombas(Netanyahu) o haciendo levas salvajes para llevar al picadero a miles jóvenes eslavos (ucranianos y rusos). Buscan “ganar la batalla cultural” conquistando las conciencias de los individuos y para ello, como ya lo han descrito los estudiosos sobre el capitalismo en su fase de expansión planetaria, se han apoderado de las conciencias. Ahora los individuos se enajenan a sí mismos creyéndose libres, cuando son un “ganado consumidor” estabulado y auto-enajenado, tal y como lo ha señalado el afamado filósofo Byung Chul Han.
La pauta narrativa del neocon
Se expresa en la siguiente narrativa: si un economista parlanchín, demagogo grosero y un especulador de bienes raíces supremacista blanco pudieron: ¿por qué no cada uno de nosotros podemos convertimos en lobos de Wall Street o en políticos rompedores, libertarios? “yes you can” y seguir el designio de Hobbes: hombre, lobo del hombre. Y por tanto, ser libre hasta para suicidarte o vender tus órganos a precio de mercado y desde un “piso parejo” (ilusión libertaria), donde ser o estar pauperizado o “jodido” se convierte en un “acicate para prosperar”. De lo que se trata es de ganar la “batalla cultural” a través de explotarte a ti mismo. Para lo cual hay que vacunarse contra el “virus colectivista” y sus espejismos de igualdad y fraternidad. Hay que reivindicar la “sana” individualidad y aprovechar cualquier violencia institucional o no institucional (crimen) para empoderar a los individuos que marchan sin ideología hacia la tierra prometida, la “liberland”.
En el camino al paraíso de la prosperidad, los libertarios deben, primero, domesticar al ogro, al orco Estado y a sus gobernantes (“gobernícolas” o “casta”), ganar la batalla de las conciencias (resistir/oponerse) y después, ganar las elecciones y desde ese “triunfo” o “como sea”, reconvertir al Estado en un instrumento “regulador” al servicio de las libertades individuales. En este tránsito, el Estado debe “pacificar” reprimiendo a los “zurdos, narcos y chavistas” y esperar a que la sociedad “aprenda a competir”, sufriendo el desempleo y la carestía. En este delirio, se dice, rescatar el ego o nuestro narcisismo es no solo un valor vital sino un designio. Milei, Trump y hasta un Salinas Pliego son ejemplos paradigmáticos.
