CIUDAD DE MÉXICO, 30 de septiembre (AlMomentoMx).- Las demandas del movimiento del 68 no se limitaron a las necesidades particulares de los universitarios, sino que miraron al conjunto de México con la idea de que otra sociedad democrática y libre era posible, sostuvo el doctor Ricardo Espinoza Toledo, profesor del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Al participar en el Coloquio Actualidad del 68: universidad, juventud y política, realizado en la Unidad Iztapalapa, el académico señaló que el descontento social y político de la época no se detuvo con la violencia ejercida por el gobierno y, por el contrario, los sectores de la clase media siguieron impulsando la lucha por los derechos y las libertades.
Así fue detonado el Movimiento del 68, debido a que tampoco existían posibilidades de organización fuera del partido oficial, en un momento en el que no se contaba con elecciones libres ni había competencia entre partidos ni división de poderes por la fuerza del Ejecutivo ni se respetaba el derecho a la información ni a la afiliación sindical y sólo cabía el presidencialismo omnipotente.
La llamada reforma política de 1977-1978 fue consecuencia de la acción emprendida por los estudiantes en 1968 y más tarde, en 1988, una disputada contienda en los comicios trajo libertad de pensamiento y de asociación que se abrieron paso con el reformismo electoral.
Sin embargo, nunca se puso en juego la estructura misma del poder, si se considera que las reformas dieron cabida a grupos disidentes forjados en el movimiento del 68, pero no se tocó la estructura presidencialista porque ésta impulsaba las entonces nuevas políticas económicas.
Los derechos sociales están disminuidos por la corrupción gubernamental y las modificaciones constitucionales fundadas en la idea del libre mercado han dado lugar a grandes monopolios que controlan una buena parte de los activos del país, lo que ha conducido a la reducción drástica de recursos públicos para servicios de salud, educación e infraestructura.
“También tenemos derechos civiles coartados por la debilidad del Estado, una crisis del sistema de justicia y el imperio de la delincuencia que van en detrimento de las libertades básicas y del acceso a la justicia”.
Muchas cosas han cambiado desde 1968, pero de manera limitada, ya que hay partidos políticos y democracia electoral sólo en los mecanismos de acceso al poder, pero no componentes de contrapeso del poder presidencial y “hemos tenido alternancia en los gobiernos municipales, estatales y en el federal, y ahora una nueva mayoría de Morena en el Congreso”, expuso.
El doctor Manuel Alejandro Guerrero Martínez refirió que aunque los patrones de apoyo a mecanismos de participación política tradicional (partidos, sindicatos y voto) han decrecido, sobre todo entre los jóvenes, la revolución tecnológica ha puesto al alcance productos y servicios disponibles para las audiencias que cuentan con una creciente capacidad de interactividad digital.
Esto significa que la población más joven y conectada conoce, discute, intercambia y llega a involucrarse y participa en asuntos de interés público, con base en esa información, a pesar de tener un contexto como el de México que no favorece ni la participación cívica ni la deliberación de asuntos de interés público.
El académico en el Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana dijo que esto marca la posibilidad de gestar otras formas de participación incipientes, a contrapelo de las tradiciones autoritarias de apropiación del espacio público. “Las prácticas cotidianas registradas sobre lo que se hace con la información muestran la porosidad de las fronteras entre lo público y lo privado”.
Después de 50 años del movimiento de 1968 se dio el triunfo de López Obrador y Morena, lo que anuncia un cambio de paradigma, pero los cambios no son inmediatos ni automáticos, por lo que corresponde al nuevo gobierno, surgido de las elecciones del primero de julio, hacer realidad el país de libertades y derechos imaginado desde el 68 con el apoyo de la ciudadanía.