CIUDAD DE MÉXICO, 21 de septiembre (AlmomentoMX).- En su libro La cara oculta de la inseguridad en México, el doctor John Gledhill, catedrático emérito de la Universidad de Manchester, problematiza el carácter transnacional de la inseguridad y advierte que el foco de la seguridad ha pasado de los Estados a las personas, percibidas como peligrosas por el fenómeno denominado segurización, aseveró la doctora Margarita Zárate Vidal.
En sus comentarios a la publicación, la coordinadora del Posgrado en Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) destacó la posición del autor que parte de explorar el nexo desarrollo-seguridad y de un análisis que plantea que los problemas de la segurización –entendida como las medidas extraordinarias que el Estado adopta para garantizar la seguridad– también son generados por un desarrollo capitalista desigual y por la lógica del mantenimiento del proceso de acumulación capitalista.
Dicho acopio requiere de una constante extracción de recursos “y una de las implicaciones de esto es ocuparse de las poblaciones incómodas”, de acuerdo con Gledhill, quien fue invitado a la Casa abierta al tiempo por el Departamento de Antropología y el Posgrado en Ciencias Antropológicas de la Unidad Iztapalapa.
Una tesis que atraviesa su reflexión, relevante en las circunstancias actuales de México, es que las entidades no sólo son incapaces de resolver los problemas que las propias personas ven como amenazas a su seguridad, sino que de hecho los agravan.
Las políticas en la materia en México, la guerra contra los cárteles de la droga y la captación de algunas fuerzas de policías locales por parte de la delincuencia organizada han proporcionado el pretexto para una participación militar más profunda en la labor policial.
Del texto de Glendhill, la investigadora de la UAM también abunda en la caracterización que el autor hace de la violencia experimentada en México, como una nueva guerra, “entrando a la polémica actual de cómo se debe nombrar este fenómeno”.
En todo caso, como dice el autor, no es ninguna novedad en la historia de América Latina y de ello dan cuenta las historias regionales de Guerrero, Michoacán y Veracruz, entre otras entidades mexicanas.
Su preocupación radica en el cambio revelador que implica, sobre todo en México, no sólo la proliferación de organizaciones violentas, sino las relaciones cada vez más sombrías y ambiguas entre dichas estructuras, el Estado y el capital, en una sociedad democrática.
El caso de Guerrero, por ejemplo, es explorado por el autor, a partir del aniquilamiento sistemático de grupos armados, guerrillas y de un número de civiles significativo que no llevó a la pacificación a largo plazo en la entidad, “así, una generación murió o desapareció, pero no así los problemas que provocaron la insurgencia” y ésta fue relegada a una posición marginal en el discurso de la seguridad pública por las amenazas planteadas.
Por ello algunos analistas comenzaron a denominarla insurgencia criminal, sin embargo, como enfatiza el doctor Gledhill, resulta fácil pensar en los cárteles de la droga como involucrados en alguna clase de alzamiento contra el Estado o contra los grandes intereses económicos.
“Esto nos recuerda como antropólogos que las principales víctimas de la violencia de los traficantes en Guerrero y en muchos otros lugares son los mismos campesinos indígenas y los numerosos pobres que durante mucho tiempo han sido victimizados también por otros actores poderosos”, precisó Zárate Vidal.
El doctor Gledhill comentó que este volumen fue publicado originalmente en inglés con el título La nueva guerra contra los pobres, donde reflexiona acerca de las condiciones que se constituyen en la crisis de inseguridad y violencia en Brasil y México.
La cara oculta de la inseguridad en México sirve de punto de partida para entender la relación entre “la nueva guerra contra los desfavorecidos y la violencia actual desmedida”, en la que el Estado es cómplice de terratenientes, empresas extractivistas y corporaciones que se vuelcan contra los movimientos de resistencia, y es responsable del asesinato de líderes sociales, ecologistas y periodistas, en medio de una criminalidad que es síntoma de un capitalismo despiadado.
AM.MX/fm