miércoles, marzo 5, 2025

EE.UU: Autonomía, defensa y el costo de la nueva geopolítica

WASHINGTON, D.C.- Las ambiciones políticas de la administración de Trump para Europa significan que, por ahora, EE.UU. es ya un adversario,” concluyó Gideon Rachman del Financial Times después del discurso del vicepresidente JD Vance en Munich.

El nuevo acercamiento con Vladimir Putin, la solución propuesta para la guerra en Ucrania, y la proximidad política con los partidos extremistas de Europa generalmente no son muy favorables a las instituciones europeas y el anuncio de la imposición de aranceles del 25% a las importaciones de bienes europeos, mexicanos y canadienses se perciben en conjunto como fuertes señales de un cambio radical en la postura de Washington.

Las tensiones entre las dos regiones existen desde hace tiempo, pero nunca hemos visto tal división de intereses en el destino de los europeos. Europa no fue construida sobre una dinámica de equilibrio de poderes y esto no está en la lógica de la nueva administración de EE.UU. Para ésta, es necesario poder ejercer presión para que el lado más fuerte obtenga lo que desea. Por tanto, para Washington, la cooperación y la coordinación, que son las herramientas de la construcción de Europa, son antinaturales. Además, esto también refleja el apoyo a partidos extremistas que son generalmente hostiles ante las instituciones que conforman a Europa.

Como resultado, si EE.UU. es ahora un adversario, los lideres de Europa deberán preguntarse qué deben hacer para protegerse y contar con mayor autonomía. El objetivo ya no deberá ser el satisfacer a Washington, sino prepararse para lo peor, ya que es una situación sin precedentes en la cual Europa deberá tomar decisiones que le permitirán definirse y trazar su propia trayectoria.

Existen dos dimensiones en este tema. La primera es de carácter interno, la segunda es la posición de Europa con respecto al resto del mundo.

Las decisiones internas serán decisivas porque el modelo que deberá ponerse en vigor tendrá una naturaleza diferente a la del que reinó durante años desde la década de 1950.

Otro aspecto es el del refuerzo del gasto militar. Este es un tema crucial en este momento porque debemos ver al pasado. Desde la caída del muro de Berlín, la influencia del gasto militar ha disminuido. Esto es el dividendo de la paz. El mundo después de 1989 ya no era el de la confrontación de la Guerra Fría y la OTAN protegía a Europa.

La guerra en Ucrania y las recientes declaraciones de EE.UU. desafían estas suposiciones.

El Reino Unido ya ha anunciado un objetivo del gasto militar de 2.5% del PIB. Los países bálticos y escandinavos están en alerta.

La deuda pública, ya en niveles de 81.6% del PIB en el 3T del 2024, indica que el margen de maniobra es reducido. Así que, ¿Cómo podemos elevar el gasto militar y cómo podemos arbitrar en relación con el otro gasto en lo social, soberanía y clima?

El cambio geopolítico será un factor clave en determinar la jerarquía de las políticas.

Durante un tiempo, la combinación de una omnipresente política monetaria y la acompañante política presupuestal permitieron un periodo de gran moderación, caracterizado por una baja volatilidad, evolución del crecimiento e inflación.

El clima y la necesaria transición energética fueron introducidos en dosis graduales para no alterar el marco de referencia macroeconómico existente. Además, los requerimientos del clima no modificaron las conductas. La trayectoria de las emisiones se desaceleró un poco, pero la de la temperatura global rompió récords año tras año, hasta 1.6°C por encima del promedio preindustrial en 2024.

Al provocar tensiones entre EE.UU. y China, la tecnología ha impactado este marco macroeconómico. La tecnología, un vector para el despliegue de la globalización via transferencias significativas, se ha convertido en un arma, aumentando rápidamente la preocupación de los gobiernos. La ley de reducción a la inflación de EE.UU. tomó esto en cuenta al reinstaurar la política industrial asociada con la tecnología, mientras que la volvió compatible con el clima.

La coherencia de la política económica quedó destruida con la llegada de Trump a la Casa Blanca.

Primero, la IA, presentada como la transcendencia de la tecnología, es favorecida por Washington, mientras que el clima ya no es un objetivo. Para mantenerse competitiva, Europa ha alterado su intransigencia en cuanto al clima. Las metas se mantienen, pero su cumplimiento se ha simplificado significativamente. La jerarquía de las políticas se ha visto alterada por primera vez. La competencia a través de la IA y la tecnología se mantiene a costa de la restricción al clima en el largo plazo. De hecho, las empresas están abandonando este gran objetivo, siendo BP la más reciente.

Desde la cumbre de IA, el mundo se ha vuelto más complicado. EE.UU. ha cambiado su posición, acercándose a Rusia en detrimento de los europeos. Cada nación de Europa ahora considera incrementar su proporción de gasto en defensa en el presupuesto, y Bruselas incluso considera no incluirla en sus medidas presupuestales. Deberán fabricarse más aviones, armas, misiles y munición, y la infraestructura militar será mejorada para prepararse…

Con el surgimiento de las políticas, la jerarquía de las políticas económicas se ve de nuevo interrumpida. Se deben encontrar recursos para financiar al gasto militar y sacrificar otros gastos.

La solución a la ecuación será imposible. El gasto militar, industrial y en tecnología subsistirá. El clima seguirá siendo una meta secundaria y la dimensión social del ajuste podría ser enorme, revirtiendo las prioridades perseguidas desde los años de la post guerra.
AM.MX/fm

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