MIGUEL ÁNGEL FERRER
La oposición a López Obrador no se expresa esencialmente en los tres partidos políticos de la derecha (PRI, PAN y PRD). También se manifiesta en millones de ciudadanos de pensamiento conservador, elitista, religioso, racista y, en muchos casos, francamente facho.
Esta realidad se puede constatar, por ejemplo, en el magnate Claudio X. González. No podría decirse de él que es panista y menos priista y mucho menos perredista.
Pero Claudio X. González encaja perfectamente en los conceptos elitista, racista. Este personaje es digno heredero del pensamiento supremacista, anti indigenista, machista, anti feminista y anti popular.
Y también, desde luego, de ideología europeísta, españolista y pro yanqui. Digamos que es el producto ideológico perfecto de tres siglos de educación colonial y dos centurias de formación neocolonial.
Podría decirse, utilizando la frase clásica, que don Claudio se cree de sangre azul. Y, consecuentemente, enemigo ideológico y político de la plebe, O, como diría Diego Fernández de Cevallos, del pobrerío y del mujerío.
Cómo no habría de disgustarle al pensamiento conservador que un plebeyo despache en Palacio Nacional. Y que tenga la aceptación y el apoyo explícito y militante de la mayoría de los ciudadanos, es decir, de la plebe, del populacho.
De estos grupos se nutre la oposición a López Obrador. No son mayoritariamente panistas ni priistas. Son, simplemente, ciudadanos que no toleran, que no soportan que la plebe se haya instalado, por obra y gracia de 30 millones de votos, en Palacio Nacional.
Ciertamente a estos vastos sectores sociales, digamos 16 millones de personas, no les agradan las políticas y programas de redistribución del ingreso de López Obrador, como la pensión a 11 millones de adultos mayores. Y las becas a cinco millones de estudiantes de escuelas públicas.
Pero no es esto lo que más incomoda a la derecha. Lo que en verdad los lleva a sufragar por el PRI y por el PAN son las ganas de echar de Palacio Nacional al pueblo, a la plebe, a los nacos.
Sus argumentos e ideas contrarios a López Obrador no son de carácter económico. Son esencialmente de índole clasista y racista. Porque excepto los bandidos, todos los mexicanos hemos recibido beneficios del gobierno morenista, aunque algunos derechosos los reciben y disfrutan refunfuñando.