Miguel Ángel Ferrer
Atacar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, puede ser muy fácil. Pero para hacerlo es necesario pensar como piensan la derecha, la extrema derecha y el imperialismo. Pensar como piensa el diario español El País, buque insignia indiscutible del periodismo de derecha: neoliberal, franquista, mentiroso, tergiversador. Pensar como piensa la televisión dominante, maestra de la desinformación que diariamente intoxica a su auditorio con toda clase de patrañas y falsedades para denostar a Maduro y al gobierno venezolano.
Para atacar a Maduro y al gobierno venezolano hay que pensar como piensa el canciller mexicano, el ultraneoliberal Luis Videgaray. Y como piensa su verdadero patrón, el racista, supremacista, sexista, misógino, antimexicano, incompetente, mentiroso y tramposo presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Atacar a Maduro y al chavismo demanda pensar como piensa, por ejemplo, el chileno-estadounidense Andrés Openheimer, vocero de las más preciadas aspiraciones del anticomunismo y enemigo jurado y activo de la revolución cubana y de su líder histórico, el comandante Fidel Castro.
Denostar a Maduro y a la revolución bolivariana exige pensar como el honrado Mauricio Macri, presidente de Argentina. Y como el celebérrimo gángster brasileño Michael Temer. Y pensar como piensa el también afamado genocida y terrorista de Estado Juan Manuel Santos, presidente de Colombia.
Hay que pensar (si a eso se le puede llamar pensamiento) como el guerrerista y genocida Barack Obama, ése que no hace mucho dijo oficialmente, en su carácter de presidente de Estados Unidos, que “Venezuela constituye una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de Estados Unidos”. Y hay que pensar, igualmente, como Hillary Clinton, la bien llamada “Carnicera de Libia”, esa que celebraba a carcajadas el linchamiento y asesinato de Muammar Kadafi.
Para ser enemigo de Nicolás Maduro hay que pensar y ser como el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, ese que dice que no sabía nada de los negocios sucios y corruptísimos, pero muy rentables del Partido Popular, por el cual es precisamente jefe del gobierno de España.
Y hay que pensar como su paisano Felipe González, el jefe, en sus tiempos de gobernante de España, de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), agrupaciones parapoliciales y paramilitares que practicaron lo que se ha denominado terrorismo de Estado o guerra sucia contra la organización independentista vasca ETA, y que estuvieron activos entre 1983 y 1987, durante los primeros años de los gobiernos del simpático y multimillonario (en euros) Felipe González.
Vale la pena recordar que durante el proceso judicial contra los GAL fue probado que esta organización criminal estaba financiada por altos funcionarios del Ministerio español del Interior. Y así como Rajoy dice que no sabía nada de las prácticas corruptas de su partido, Felipe González, en esos años presidente de España, de seguro tampoco sabía nada del financiamiento y dependencia de los GAL con respecto a su gobierno.
Vistas así las cosas, ya no resulta tan fácil atacar y denostar a Nicolás Maduro. Personalmente me resultaría vergonzoso e inadmisible compartir las formas de pensamiento y acción de los muy activos y bien financiados enemigos políticos y mediáticos del presidente venezolano.
No, no se pueden compartir las ideas de las Hillarys, de los Trump, de los Videgaray, de los Temer, de los Juan Manuel Santos, de los Rajoy, de los Felipes González. Compartir esas ideas implicaría ser como ellos o asemejarse a ellos.