Aletia Molina
“Por el bien de México, primero los pobres”. Es de las frases favoritas del Presidente. López Obrador años ama a los pobres, y en ellos se enfocó toda su campaña de y desde su primer día de gobierno… Y son los que están recibiendo puñalada tras puñalada, el golpe artero de los recortes presupuestales, el daño que conlleva la cancelación de programas. En el segundo año de su administración redobla sus esfuerzos, y aumentará su número como quizá no ocurría desde la Revolución Mexicana… ¡Caramba! Eso sí que es hacer historia a lo grande.
Cuando de nuevo salga por los pueblos de México, a lanzar sus peroratas, comer garnachas, inaugurar obras, el Presidente tendrá más millones de pobres a su alcance. Su “ambición” está haciendo una gran “transformación”. A algunas familias de la clase media, esta crisis las transformará en pobres, y a aquellos que ya lo eran se les llevará a la miseria, conocida como pobreza extrema. No hay que descartar que a ciertas personas que tenían una situación acomodada las lleve a ser clasemedieros. Una movilidad social a la baja y masiva.
La planeación ha resultado impecable. Mientras que el Covid-19 afloraba en China, AMLO ultimaba la destrucción del Seguro Popular, que ejecutó apenas empezaba el año. Ya antes había cancelado las compras de medicamentos, con su cantaleta de la corrupción. De la misma forma, y con el mismo pretexto, para los pobres que fueran a enfrentar carencias alimentarias, había cancelado los comedores comunitarios, y para las madres que trabajaban, las estancias infantiles. Y entonces llegó la pandemia. Dijo muy en serio aquello de “como anillo al dedo”.
El resultado será inigualable. El Coneval estima que en 2018 había 61.1 millones de personas en situación de pobreza. Para 2020 ese número habrá aumentado a 70-71 millones. El número en pobreza extrema se estimaba en 21 millones hace dos años, que podrán llegar los casi 32 millones.
Mucho es obra del colapso económico causado por el Covid-19, por supuesto, pero es necesario dar crédito a él, se lo merece. López se ha rehusado a rescatar empresas y empleos, con el trillado pretexto de la corrupción y alegando que una política fiscal contracíclica traería consigo una distribución de la riqueza más desigual.
Lo de López es ampliar sus redes clientelares. Unos créditos escasos en monto y opacos en entrega es lo que se cansa de presumir. El 2020 será triunfal para el obradorismo, convirtiendo a México en una gran fábrica de pobres, con el Presidente dirigiendo los esfuerzos. Si la recesión incluso se convierte en depresión, no importa, porque para el Presidentito esa métrica no sirve.
¡Eso caray! eso es empeño, pasión genuina y amor por la pobreza: multiplicarla.
@AletiaMolina