Por Mouris Salloum George*
El rasgo más acusado de la Política Exterior del gobierno de Enrique Peña Nieto, está marcado por la pérdida del sentido de neutralidad y el abandono de los principios de libre autodeterminación de los pueblos y de no intervención.
En Latinoamérica, el Estado mexicano guardó disimulo ante el golpe legislativo asestado contra el gobierno de la República en Brasil, legitimado en una elección constitucional.
El gobierno sustituto se ha caracterizado por la opción militar para aplastar la resistencia popular.
En Venezuela, el gobierno de México pasó del disimulo a la injerencia activa en los intentos de la oposición, sonsacada por Washington, de derrocar, incluso por las armas, al régimen bolivariano.
En territorios del Medio Oriente, México ha adoptado una actitud complaciente con las corruptas familias monárquicas que tienen aherrojados a sus pueblos y conspiran contra regímenes “indeseables” que, sin embargo, han emanado de procesos electorales democráticos.
En España, al gobierno de Peña Nieto le pasó de noche la crisis de Estado por la que, al través de una moción de censura parlamentaria, cayeron el neofranquista Partido Popular y el presidente de Gobierno Mariano Rajoy, y se quedó corto en la cortesía hacia la sucesión de Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
Vis a vis Venezuela-Brasil-España, la “diplomacia” de Peña Nieto parece ignorar que la Exterior es constitucionalmente una Política de Estado, para exponerla a una visión ideológica que no se compagina con los principios democráticos y de fraternidad internacional que consagra en diversos títulos nuestra Carta fundamental.
La resistencia contra una elección anti sistema
El 1 de julio pasado, los votantes mexicanos se volcaron masivamente a las urnas, validando lo que los politólogos tipifican como una opción anti sistema.
El partido del y en el gobierno y sus aliados aparentan aceptar el mandato de las urnas, pero se percibe en ciertas esferas políticas una larvada resistencia a los resultados finales, sancionados por la instancia jurisdiccional que declaró Presidente electo a Andrés Manuel López Obrador, reputado como catalizador de la izquierda mexicana.
La sorda pugnacidad pasa a ser manifiesta en la reacción de las cajas de resonancia y las bocas de ganso del establishment.
No es simple detalle, que se pretenda construir opinión pública potenciando la intención del Presidente electo de desaparecer el Estado Mayor Presidencial (EMP).
Invocan sedicentes líderes de opinión que tal decisión pone en riesgo la seguridad del mandatario electo, imperativo imprescindible para la estabilidad y buena marcha del Estado mexicano.
Por la mecánica especulativa, se han escuchado voces de que, incluso, en una eventual reforma constitucional y de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, el futuro gobierno dejaría el mando de la Defensa a cargo de un civil, especie que se ha difundido ya en las redes sociales.
Maliciosa estrategia para soliviantar a los militares
Cierto el primer propósito respecto del EMP, lo segundo es mero rumor que pretende viralizarse. En ambos casos se observa una perversa intencionalidad: La provocación para indisponer a las Fuerzas Armadas contra la futura autoridad civil, ya acreditada constitucionalmente por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Lo que se pretende en el fondo, es fracturar la cultura de la disciplina del Ejército y la Armada de México, que hasta ahora han demostrado una inquebrantable lealtad a las instituciones republicanas.
Ese tipo de innobles y subversivas estrategias mediáticas son propias del transito del poder presidencial de unas manos a otras. En este caso, la alarma se magnifica por la presencia de un nuevo partido triunfante y frente a la eventualidad de un cambio de régimen, según se interpreta la voluntad de los votantes anti sistema.
De la Madrid y Fox no se fueron con la gambeta
En 1988, en que emergió una poderosa alternativa presidencial de izquierda impulsada por el Frente Democrático Nacional, “el sistema” optó por lo que el constitucionalista y diputado priista Antonio Martínez Báez tipificó como un golpe de Estado técnico operado entonces por los Colegios Electorales de la Cámara de Diputados.
Días antes de que se votara el dictamen de la calificación de Presidente electo, un órgano del PRI, la Unidad Revolucionaria, formada por militares y navales en retiro, pretendió empinar al presidente Miguel de la Madrid para que activara las comandancias de las zonas militares de la Ciudad de México y de los estados con el supuesto de que la oposición electoral preparaba el asalto del Distrito Federal y las capitales de los estados.
Juiciosamente, el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas no cayó en la gambeta.
De 2006 revisamos textos impresos y audios algunas cadenas de radio: Incitaban rabiosamente a la toma armada de la Ciudad de México a fin de aplastar la resistencia electoral instalada en neurálgicas vialidades de la capital.
Esa protesta contra el fraude electoral (documentado en investigaciones académicas), fue encabezada por la coalición Por el bien de México que abanderó la candidatura de López Obrador, caracterizado por la propaganda negra como Peligro para México.
No obstante que se entrometió hasta los codos en la campaña para su sucesión, Vicente Fox desoyó las delirantes voces que clamaban por el uso represivo de las Fuerzas Armadas.
A pleno galope la insidia mediática
Hoy López Obrador es Presidente electo. Hablan algunos de que la transición presidencial es aterciopelada. Al menos Peña Nieto, ha dado señales de escrupuloso apego a la institucionalidad.
La insidia mediática, sin embargo, acosa al mexiquense. Al comentar uno de los encuentros en Palacio Nacional de los presidentes saliente y entrante con sus respectivos gabinetes, un sedicente líder de opinión se lanzó a la yugular de Peña Nieto, acusándolo de humillar a sus colaboradores.
Dicho “crítico” de última hora, apeló a una antigua estampa romana: La parada militar de los golpistas para exhibir ante la plebe a los derrotados en calidad de rehenes, rumbo a su ejecución. Lo dicho, la provocación a una solución final; más de Hitler, que de un estadista democrático.
Se quieren ver los territorios universitarios como en el 68
El Presidente electo ha aplicado sus empeños a dialogar con los actuales titulares de la Defensa Nacional y de la Marina Armada en consulta para seleccionar a los futuros comandantes de las fuerzas castrenses. Ni ese acto de corte institucional, perdonan los ardidos.
La escena pública esta semana ha sido violentada, ca-sual-men-te, con la irrupción de vándalos en el campus de la UNAM. Las voces de derechas han puesto el grito en el cielo: “Estamos ya en el umbral del caos”. Es hora de aplicar mano dura.
¿Cómo en septiembre de 1968 en el mismo escenario en que el territorio universitario se pintón de verde?
Soterradas tentaciones golpistas
En el interregno de la transición presidencial hasta el 1 de diciembre, los corrillos políticos metropolitanos son encendidos en estos días por los rumores de que, bajo cuerdas, se mueven tentaciones golpistas.
Sólo recordamos un modo de sembrar sicosis colectiva: “Dilo seguro, no importa que no sea verdad. Basta con que sea verosímil”. En la circunstancia de barbarie y confusión que vive el país, la verosimilitud (lo “que parece verdadero”), cobra estado, sobre todo con el malsano uso de las redes sociales.
De la Madrid y Fox no fueron atrapados en el garlito. La conjuran de los necios, sin embargo, no concede tregua. Tomar nota.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.