Mouris Salloum George*
No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague.
Mañana es 2 de junio, de grave significación para el rumbo de la política interior: Hay elecciones constitucionales; dos son de gobernador en Puebla y Baja California.
Al arrancar los sexenios de Fox, Calderón y Peña Nieto, con independencia de los resultados aritméticos de su elección, en el caso de los dos primeros, en comicios locales inmediatos el PAN empezó a declinar en las preferencias de los votantes.
Precaria la diferencia en el caso del michoacano en 2006, su partido perdió la presidencia de la República en 2012.
Menos cuestionada la elección de Peña, sin embargo el mexiquense comenzó a verse reprobado desde los primeros meses de su gestión.
El PRI perdió a lo largo del sexenio cinco millones de votos y al final de la jornada perdió la Presidencia.
A diferencia de Puebla, las campañas en Baja California se desarrollaron con relativa calma. De última hora, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sentenció que el periodo de nueva gobernación se reducirá de seis a dos años.
La sentencia metió ruido a la candidatura del empresario de Morena, que va en la punta, Jaime Bonilla, cuyo tanque pensante cayó en el desconcierto.
No es para menos: A finales de 2020 el estado estará otra vez en convocatoria para elegir nuevo gobernador en medio del proceso de elecciones federales intermedias, en que López Obrador expondrá a consulta concurrente su permanencia en el mandato.
PAN, PRI. Si el poder desgasta, el poder en tiempos electorales se desgata en dosis geométricas. Es lo que está en cuestión el 2 de junio.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.