sábado, diciembre 7, 2024

DESDE FILOMENO MATA 8: La derrota de Moscú está prohibida

Por Mouris Salloum George

Echemos un vistazo más de cerca a la escena internacional. Como si la tierra y el cielo se le cayeran al zar y nosotros –como muchas naciones inmersas en la miseria– estamos con un solo pie frente al Banco Mundial, mendigando migajas del Fondo Monetario Internacional, y viendo las tropas de Moscú sitiando la ciudad de Kiev; tomando en consideración la invasión de Afganistán por Leonid Ilich Brézhnev, que llevó a la desintegración de la Unión Soviética, por lo tanto la invasión de Ucrania por Vladímir Putin debe conducir a la desintegración de la Federación Rusa. Luego, así como el Führer cayó a las puertas de Moscú, el Zar caerá a las puertas de Kiev. Lo que transmiten las pantallas y lo que ven los analistas políticos que se reproducen como conejos y muchas veces con cerebros de conejos, indican que los ejércitos Rusos están siendo destruidos por la resistencia ucraniana.
Desde el principio, los rusos han estado librando la guerra, no sólo para proteger su seguridad estratégica, sino también para proteger su existencia, siempre que el plan de Estados Unidos, prevé erigir misiles con cabezas nucleares a tiro de piedra de Moscú, tengamos en cuenta que la derrota de Rusia está prohibida e incluso considerada imposible; los Norteamericanos son conscientes de ello, al igual de cómo piensa Vladimir Putin, que debe haber tomado con sarcasmo las apuestas de algunos en Washington sobre un golpe militar en Rusia que traerá consigo una personalidad como Borís Nikoláyevich Yeltsin, que rodaba por los pasillos del Kremlin como un barril de vodka. Aquí el juego de los imperios no el juego de las tribus; la casa blanca no puede pensar en derrotar a los Rusos porque se da cuenta de que tal pensamiento conducirá inevitablemente a la tercera guerra mundial.
La economía global, especialmente la economía Europea, se enfrenta a posibilidades estructurales delicadas. Joseph Stiglitz, el premio nobel de economía que predijo la crisis de 2008, aseguró el costo de la guerra en Afganistán e Irak, el cual se acercaba a los 3 billones de dólares; él le da el siguiente consejo a Joe Biden: “Salvemos a Estados Unidos que está hundido hasta las orejas en la crisis, y deja el rescate de Europa a los Europeos”.

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