Por Mouris Salloum George*
En tácita cadena nacional, con imagen y voz de Enrique Peña Nieto, en los últimos días la televisión abierta ha venido repitiendo machocanamente una serie de spots en los que el mexiquense cuenta todos los logros de su sexenio.
De nada sirve el cambio de canal: El control nos lleva al mismo contenido que se repite simultáneamente en los otros. Son cápsulas del sexto y postrero informe de Gobierno.
En el texto y anexos entregados a la Cámara de Diputados, obviamente, se encuadran todos los capítulos de las políticas públicas sexenales. Los anexos contienen muchas, muchas gráficas.
Para el lector neófito, es difícil discernir sobre los valores matemáticos reales de esos reportes, si éstos se sustancian en números relativos, conforme la adicción de los tecnócratas, que los prefieren sobre los números absolutos.
70 mil millones de pesos, ritmo mensual de endeudamiento
En una exploración libre, sólo nos referiremos a uno de los temas que durante el sexenio ha mantenido en “el filo de la butaca” a las calificadoras extranjeras respecto de la marcha de la economía mexicana y sus variables fundamentales macroeconómicas.
Para ponerlo en números redondos, en el actual ejercicio fiscal el gobierno federal fue dotado por la Cámara de Diputados saliente con un presupuesto ingresos-egresos de cinco billones de pesos. Así lo pidió el Ejecutivo hace un año aunque, a la hora de la verdad, siempre resultan ingresos adicionales de no poca monta.
En cada presentación de los Criterios de Política Económica para el año siguiente, sobresalen tres previsiones: El porcentaje para equilibrar el déficit. Autorización para contratar nuevos débitos y, por supuesto, una gruesa partida para costear los servicios de deuda vieja.
En el eufemístico lenguaje tecnocrático, el endeudamiento se etiqueta como requerimientos financieros del sector público.
En esa asignatura, a un corte de julio pasado, se reconoce una deuda pública de 10 billones 995 mil millones 750 mil de pesos. Al recibir Peña Nieto la administración, el monto de ese concepto era de 5 billones 846 mil millones de pesos.
Si Pitágoras no se equivoca, el incremento sexenal fue de 5 billones 105 mil millones de pesos. Es decir, la deuda se duplicó. Un desagregado nos indicaría que el endeudamiento se dio a un ritmo de 70 mil millones de pesos al mes. Si el lector se da su tiempo, le dejamos de tarea el ritmo diario de esa descomunal contratación de deuda pública.
Históricamente, buena parte de esa deuda corresponde a la externa, obviamente denominada en dólares. Se hizo la conversión a pesos sin que queden claros los fines de esa operación de birlibirloque.
En el primer semestre de 2018 y primeras semanas del segundo, se sigue hablando de emisión de papeles denominados en dólares por la Secretaría de Hacienda y las empresas productivas del Estado. Particularmente Pemex.
Lo que se contrapone a ese fenómeno, es que Hacienda jura que entregará al próximo gobierno finanzas sanas, aunque el giro sigue pesando sobre 45.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
Lo que nos recuerda la consabida conseja: A enemigo que huye, puente de plata. De mucha plata.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.