miércoles, diciembre 4, 2024

DE ENCANTOS Y DESENCANTOS: Mujer

Por Mónica Herranz*

Sin duda alguna existen muchos y muy diversos tipos de mujeres y difícil o imposible labor sería tratar de clasificarlas o clasificarnos a todas -me incluyo-, puesto que se convertiría en un cuento de nunca acabar. Aun así, y sin el afán de etiquetar, hoy me gustaría escribir sobre tres tipos de mujeres en particular, no sin antes aclarar con toda sinceridad, que ésta no es una clasificación científica o literaria, o que se pueda encontrar en algún libro de carácter académico, más bien es una clasificación que surge en mi a partir de una mezcla de ideas, conceptos y sentimientos que se encuentran entre la razón y el alma.

 

Dicho lo anterior, me atrevería a plantear el primer tipo de mujer que es la mujer princesa, es decir, aquella que vive en espera del príncipe azul y de un reino en el que vivirá feliz para siempre. Tal mujer tiende a vivir la vida en rosa, cree ciegamente en el amor romántico y eterno. Para ella la vida no es concebible sin una boda mágica de cuento de hadas y un “y vivieron felices para siempre”. ¿Cuento de hadas dije? Si, así es, y evidentemente de ahí viene la idea de la princesa.

 

Muchas críticas hay hoy en día acerca de las enseñanzas que los cuentos de hadas dejan en las niñas que algún día habrán de convertirse en mujeres. Que si las protagonistas de los cuentos son mujeres débiles, que si no están ni estarán empoderadas, que si son princesas dependientes de un príncipe que llegue a rescatarlas porque ellas mismas no pueden o no tienen la capacidad o las habilidades para hacerlo y así una larga lista de etcéteras. Y yo me pregunto, ¿necesariamente una niña que ha crecido con los tradicionales cuentos de hadas ha de convertirse en una mujer cuasi pusilánime sólo por el hecho de que estos cuentos formen parte de su vida? La respuesta es ambigua, ya que lo mismo puede ser que si o que no. Y es que pensaría que la cuestión no se encuentra sólo en los cuentos, sino en cómo fueron transmitidos esos cuentos y desde qué creencias fueron contados y en ese sentido interviene un otro, un tercero que juega un papel muy importante, que es, efectivamente el del o la cuentacuentos, porque los cuentos no se cuentan solos.

 

Además, punto y aparte de lo anteriormente mencionado, podríamos identificar que en los cuentos de hadas no solamente hay princesas, también suele haber una madrastra malvada o una bruja y no faltan las hermanas o hermanastras crueles, así que, si de echarle la culpa a los cuentos se tratara, lo mismo podría identificarme con cualquiera de estos personajes y no sólo con la princesa. Dependerá en realidad de muchos aspectos cuál va a ser el personaje con el que me identifique.

 

En fin, es muy probable que la mujer princesa encuentre a su príncipe azul, viva con él una hermosa historia de amor, y viva en palacio su propio cuento. Lo desafortunado es que en algunas ocasiones a esas mujeres les pasa como a las hermanas de Cenicienta; quieren que las historias encajen a la fuerza en sus vidas, así como las hermanastras de Cenicienta querían que les quedara bien el famoso zapato y bien dice el dicho que los zapatos ni a la fuerza y en las historias sucede lo mismo, y la consecuencia es que a veces hay princesas que quedan atrapadas en su propio cuento.

 

En segundo lugar, se encuentra la mujer guerrera, que es aquella que lucha día con día, que es sumamente idealista, que no se conforma, que no se deja y que quiere cambiar al mundo entero y si es posible comérselo. Es por ponerlo así, casi la antítesis de la mujer princesa. A este tipo de mujer le cuesta creer en el amor romántico, tiende a ser desconfiada y reniega en cierta medida de la idea de un guerrero que acompañe sus andanzas. Muchas veces piensa que con ella basta, que ella todo lo puede y que no necesita de nada que tenga que ver con lo masculino para lograr sus metas y propósitos. Es una mujer más bien solitaria y como buena guerrera, con armadura, escudo y lanza.

 

Esta mujer no sólo está preparada para la batalla, sino que va a ella, enfrenta, confronta, desafía y usualmente gana.  Es mujer voluntariosa y decidida, sólo que a veces, a veces, la armadura le pesa más de lo que desearía.

 

Y finalmente tenemos a las princesas guerreras, que son aquellas mujeres que saben que la felicidad existe aunque no la dan por sentada. Son mujeres que se esfuerzan por ser felices pero que no depositan toda su felicidad en las manos de un príncipe azul, así como tampoco rechazan de antemano a un buen guerrero que las acompañe en el camino. Son mujeres que sopesan y valoran antes de decidir. Estas princesas guerreras tienen la capacidad de construir su felicidad por sí mismas y también en unión con otros. Saben que existen los cuentos de hadas, pero tiene muy claro que la vida no es uno de ellos.

 

Saben que la vida real, de tanto en tanto, da golpes bajos y que hay que saberse reponer de ellos, pero que también da momentos espectaculares que hay que vivir de manera intensa, aprovechándolos y exprimiéndolos al máximo.

 

La princesa guerrera cree en el amor a pesar de saber que algunas veces saldrá herida, cree en la familia aun cuando no sea perfecta, cree que las cosas, cuando se hacen bien, tienden a salir bien y qué si por algo no es así, ahí no se acaba el mundo. La princesa guerrera sabe que hay que volverlo a intentar.

 

Este tipo de mujer cree en el trabajo duro y en el descanso merecido y placentero. Cree que la amistad sincera con otras mujeres es posible, es más, cree que las relaciones entre mujeres son maravillosas aún cuando de vez en cuando aparezca una bruja malvada que quiera arruinar el cuento. La princesa guerrera cree que se puede y ella no sólo espera las oportunidades, también las crea.

 

Pues bien, como dije en un inicio, el afán de esta reflexión no es etiquetar, y agregaría ahora, mucho menos juzgar. ¿Quién soy yo para decir si está bien o mal ser tal o cual tipo de mujer?. Lo que considero, es que cada mujer debería poder ser como decida ser, como quiera ser, ya que lo fundamental no radica en qué tipo de mujeres somos, sino que, en aquello que decidamos ser, encontremos felicidad y plenitud.

 

* Mónica Herranz

Piscología clínica / Psicoanálisis

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