sábado, noviembre 30, 2024

DE ENCANTOS Y DESENCANTOS: La foto

mujer y foto (1)*Mónica Herranz

Encontró una foto en el fondo de una caja, sí, era de los tiempos en que las fotos aun se imprimían y no sólo se guardaban en la nube, en el celular o en la usb. Apenas se reconoció, de hecho en un primer momento no creyó ser ella, sin embargo, lo era y lo fué.

 

Cabello corto, cara angular, pómulos salientes, brazos lánguidos, piernas finitas, delgadita, delgadita, mirada fugaz, gesto que pretendía ser sonrisa pero que develaba tristeza en realidad.

 

¿Cómo llegó a encontrarse así?, ¿cómo esa de la foto podía haber sido la misma que hoy la ve?. Vinieron entonces a su mente recuerdos y situaciones que de alguna manera lo explicaban y justificaban, -sí, reconozco que en ese periodo fui, sin duda, la peor versión de mi-.

 

Un periodo obscuro, lleno de nubes negras, que, al pasar del tiempo se fueron disipando y ¡no¡, no por una mágica brisa que se haya presentado súbitamente, sino por un arduo esfuerzo por salir adelante. No hubo cosecha en su primavera, ni buen clima en su verano, el otoño fue de lluvias torrenciales y el invierno todo lo cubrió de nieve.

 

Congelada, asustada y herida, sin  saber cómo hacer frente a tal clima, sólo logró agazaparse y esconderse en una guarida, sí, la que construyó dentro de si. Afuera, el clima era muy hostil y fue en un  instante en el que salió cuando le tomaron aquella foto. No fue a escondidas, le pidieron que sonriera para la cámara, aunque al parecer más que sonreirle sólo volteó hacia ella; el chasquido de una foto e inmedietamente volvió a su guarida.

 

Así recordó aquella etapa de la foto, y quizá por eso le costó trabajo reconocerse en ella, de eso hacía unos veinte años ya.

 

Sintió el impulso de ir hacia en el espejo; tenía actualmente el cabello mucho más largo, la cara menos afilada y aunque siempre será angular, dentro de todo estaba más redondeada. Brazos y piernas torneadas y es que tenía unos quince kilos mas… pero ese era tan sólo el aspecto exterior. En el interior había mucho más. Finalmente en su primavera había flores y sí, es que ella había trabajado duro en su jardín, No se rindió, aun cuando las tórridas lluvias del otoño y el granizo parecían haberlo arruinado todo, ella siguió adelante. Sabía que ese jardín habría de florecer tarde o temprano.

 

-Pero- se preguntó, -¿habría llegado hasta aquí, sin haber sido esa peor versión de mi?, dificilmente. Si no hubiera sido esa peor versión de mi no habría conocido la fuerza interna que poseo, no habría aprendido a medirla y dosificarla, no habría aprendido a no excederme soportando, cargando o tolerando de más. No habría aprendido a poner un alto, no habría aprendido tantas y tantas cosas, pero las aprendí…¡vaya que las aprendí!. El camino pudo haber sido arduo, pero hoy, al voltear atrás, sé que ha valido la pena-.

 

Aquella foto le hizo recordar no sólo los infortunios con los que la vida la había retado, sino también darse cuenta de la capacidad que tuvo para no sólo sortearlos, sino aprender de ellos y convertirlos de una forma integradora en parte de su historia.

 

-Ya no soy aquella que fui, pero sí eso que fui forma parte de lo que soy-. Ver la foto y recordar le sirvió para concluir que por desventuradas que parezcan algunas cuestiones en su vida no podía caber duda de que su peor versión formaba parte actualmente de sus mejores circunstancias.

 

*Mónica Herranz

Psicología Clínica – Psicoanálisis

facebook.com/psiherranz psiherranz@hotmail.com

 

 

 

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