miércoles, abril 24, 2024

DE ENCANTOS Y DESENCANTOS: Huachipsicólogos

*Mónica Herranz

Recientemente leí un post que no pudo dejar de llamar mi atención porque hacía referencia de forma muy original y actual a aquellas personas que dan psicoterapia sin tener la formacion, ni necesaria, ni adecuada para hacerlo. Tal post decía: “En una de esas, también hacen auditoría a todos esos que dan psicoterapia sin cédula profesional o especialidad #huachipsicólogos”. No creo que el término huachipsicólogo aun esté inscrito en la RAE y desconozco quién lo haya “acuñado” pero no deja de parecerme simpático aunque preocupante a la vez y por ello irresistible de abordar.

El origen de la palabra huachicol, según Wikipedia, está emparentado con los huicholes y significaba originalmente “los colorados”, ya que pintaban su cuerpo de rojo. Por otra parte, también se encuentra que la palabra huachicol proviene del latín “aquati”, que significa aguado. Cuando el uso de la palabra  “aguado” llegó a Francia derivó en “gouache” y hacía referencia a una técnica que se empleaba  en pintura y que consistía en diluir pigmentos en el agua; al llegar este térmio a México en el sigo XIX solían referirse a él como “pintar a la guach”.

En esa misma época, a los vendedores de tequila y aguardiente que diluían las bebidas en agua para obtener mayores ganancias comenzó a llamárseles guachicoleros o huachicoleros y más tarde, se conoció así a las personas que rebajaban el combustible con agua con el mismo propósito de obtener mayores beneficios. Actualmente se denomina así a quienes se dedican al robo, adulteración, traslado y venta ilegal de combustibles.

Y entonces se estará preguntando, ¿qué tiene que ver todo esto con la psicología?. Con la psicología en sí nada, porque la psicología es una ciencia, pero este término de huachipsicólogo, pensando en el significado y origen de huachicol, tendría que ver con el ejercicio corrompido de la profesión, con quienes ejercen sin tener la formación adecuada, con quienes adulteran las técnicas y se meten y explotan o exploran los “ductos” de la mente humana de manera ilegal o por decir lo menos de manera ilegítima.

Y si bien como decía al inicio, el térmimo resulta simpático, en lo real es preocupante y lo es porque cuando hablamos de un paciente, hablamos de un ser humano y no de una máquina que podamos resetear en caso de que como terapeutas nos equivoquemos y ojo, esto no quiere decir que un terapeuta con una sólida formación no se equivoque nunca, claro que nos podemos esquivocar, sólo que no es lo mismo equivocarse o cometer un error cuando una sólida formación respalda, en cuyo caso lo más probable es que el error sea enmendable, que y disculpen el francés, cagarla irremediablemente por no tener idea de qué es lo que se está haciendo.

Desafortunadamente, en México, existen grandes huecos respecto del ejercicio de la profesión, lo que ha colaborado a que muchas personas, ya no digamos sin especialidad o sin  maestría, ¡sin ni si quiera haber estudiado la carrera de psicología!, se autodenominen y ejerzan como psicólogos o psicoanalistas. ¡Gravísimo!.

La fama que en ocasiones tenemos los psicólogos de estar locos se la debemos más a estos “pseudopsicólogos” que a quienes verdaderamente tienen la formación y ejercen con ética y responsabilidad.

Pero bueno, quizá ahora la pregunta sería, ¿cuál es entonces o a qué hace referencia esa “verdadera formación”?. En el caso de un psicoanalista, primero se debe estudiar la carrera en psicología, lo que ¡ojo!, por sí misma no habilita a una persona para dar terapia, ese es sólo el comienzo de la historia.

Una vez que se ha cursado la carrera, deberá estudiarse una maestría o especialidad, de acuerdo al campo de interés que se haya elegido y es entonces cuando, y siempre bajo supervisión, se puede empezar a atender pacientes y estos serán pacientes con problemas que no sean graves dado que aun no se tenrá la experiencia necesaria para hacerlo.

Además, en algún momento de la formación, el futuro psicoanalista deberá tener también su propio proceso psicoanalítico, es decir, deberá ir a terapia, porque imagínense, una persona que no tiene sus propios conflictos resueltos atendiendo a otras personas, ¡no… eso no debe ser!. Hay muchos aspectos de la técnica psicoanalítica que pueden alterarse si quien ejerce no ha tenido un proceso de análisis previo.

Así que en pocas palabras en eso consiste la “verdadera formación” básica de todo psicoanalista: Licenciatura + especialidad/maestría + supervisión + análisis. ¿Básica dije? Sí, básica, porque ese es tan solo el inicio, luego ya, al gusto, podrán venir otros estudios complementarios que nunca estarán de más.

El campo de la psicología es enorme, desde luego no sólo se trata de psicoanálisis, sin embargo, las otras variantes de la psicología que tienen que ver con la atención de pacientes no difieren en la base en cuano a la formación del terapeuta.

Ahora, imagínese ir con un terapeuta que corrompe estos principios de formación, piense, sólo por poner un ejemplo, en una persona con un nivel de estudios medio – superior o superior, por supuesto, no psicólogo en caso de ser profesionista, que a lo largo de los años y por circunstancias de vida ha tomado un diplomado en algo que tenga que ver con cuestiones de salud mental y en consecuencia decide dar “tereapia” y poner su consultorio. ¿Que eso no sucede en lo real? ¡ufff!, tristemente así es.

De modo que, y a lo que voy, cuando una persona ejerce como psicólogo en práctica clínica y no ha estudiando la carrera de psicología, no ha hecho una especialidad o maestría, no ha hecho supervisión, y no se ha anaizado, bien podríamos estar hablando de un huachipsicólogo.

Ahora, no toda la responsabilidad es de quien ejerce sin las “credenciales” necesarias, también es responsabilidad del paciente asegurarse de ir con un verdadero profesional de la salud mental y es por ello que aquí traté de describir los “requisitos” mínimos que debe tener un psicologo para poder ejercer en consultorio atendiendo pacientes, porque así usted qeurido lector, puede conocerlos también y si decide en algun meomento de vida ir a terapia, podrá preguntar a su terapeuta qué ha estudiado, o en dónde lo estudió,  o que tipo de terapia realiza, y a partir de ahí tomar una decisión.

Al escribir estas líneas he recordado a dos maestras que tuve durante mi formación; una de ellas, quien nos dijo al inicio de la carrera que quienes estuviéramos pensando en salir de la licenciatura y poner consultorio estábamos feamente equivocados, y la otra, ya en maestría, quien nos dijo que si un paciente nos preguntaba acerca de nuestra formación como psicoanalistas debíamos interpretarle ese cuestionamiento, ya que lo que hablaba era el propio narcisismo del paciente al poner en duda nuestra capacidad como terapeutas. No podría estar ahora, al paso del tiempo, más de acuerdo con la primera y menos de acuerdo con la segunda, exceptuando algunos casos en donde efectivamente el cuestionamiento puede provenir de una estructura narcisista de personalidad, de ahí en fuera, considero que es adecuado, propicio, válido e importante preguntar al psicólogo o psicoanlista cuál es su formación y orientación clínica para así asegurarnos de que sea un verdadero profesional de la salud mental y no un huachipsicólogo, un alguien que adultere la profesión y termine robando no sólo su dinero, por no atenerlo de manera adecuada, sino quizá también, hasta la tranquilidad que aún podía quedarle. #diganoaloshuachipsicologos.

*Mónica Herranz

Psicología Clínica – Psicoanálisis

facebook.com/psiherranz psiherranz@hotmail.com

Artículos relacionados