viernes, abril 19, 2024

DE ENCANTOS Y DESENCANTOS: Ese algo que me pesa

*Mónica Herranz

Estoy cansada, pero no en el sentido de ese cansancio habitual que todos llegamos a sentir eventualmente por el ritmo vertiginoso de la vida en esta gran ciudad, no. Este cansancio es profundo, hondo y mío, muy mío. ¿A qué me refiero con eso?, a que no lo he compartido con nadie, aquí y ahora es la primera vez que estoy hablando de ello. Me da pena mencionarlo con los demás, sé que tengo muy buenos amigos y gente cercana a quien se lo podría contar, pero, cómo decírselos si normalmente soy yo quien es fuerte, quien ha, no sólo aguantado o tolerado los embates de la vida, sino quien ha salido avante de ellos, ¿cómo ahora voy a decirles que me estoy cayendo?

 

Así que cuando los veo, sonrío, sigo en mi papel de voy para adelante, pero…¡si ellos supieran lo que pasa por dentro!. Como decía, siento este hondo cansancio, siento que me estoy desmoronando, es como si de repente me hubiese caído encima el peso del esfuerzo realizado, de la  valentía, del coraje; pero no el peso de ayer o antier o el de la semana pasada, sino el de años.

 

Inevitablemente me pregunto, ¿ha sido proporcional el esfuerzo al resultado?. La respuesta contundente es no. Quizá mi juicio esté un tanto alterado por mi sentir, sin embargo, aunque hago el esfuerzo de ser objetiva y aunque veo que en algunas cosas ha valido la pena tanto el esfuerzo como el resultado, se queda en eso, en un algunas veces, en un en ocasiones, pero en el global, por más que trato, la respuesta contundente sigue siendo no, no y no.

 

Me ha invadido una importante sensación de derrota, ¡esa es la palabra!, a pesar de todo o más bien, aun con todo, me siento derrotada, triste, herida, y como decía, profundamente cansada. Hace tanto que no disfruto una actividad o un logro, no se, me siento muy desilusionada, de la vida, de la gente, del entorno.

 

En otros momentos o en otras etapas he crecido frente a la adversidad, pero ahora me siento fatigada, hay algo dentro de mi reclamando y diciendo -¿otra vez?, ¿en verdad? ¡no!. Esta vez ya no voy a luchar, ve tú y haz malabares si quieres, pero a mi déjame en paz-, y es raro en verdad, porque ese algo y yo somos lo mismo a la par.

 

Ese algo se ha vuelto insistente, más necio que yo, ese algo todo lo refuta, todo lo cuestiona, todo lo opaca, así que aunque yo sienta de pronto ganas, ese algo dice no, no y no. Bueno, miento, accede a quedarnos horas y horas frente a la televisión, accede a no hacer nada, a estar paralizados física y emocionalmente. A veces hay una pequeña pausa entre tanta tele para comer cualquier cosa, siempre y cuando  me de algo de hambre y no me sienta tan cansada como para poder levantar el teléfono y hacer una llamada, si no, puedo comer un pan con mermelada o alguna fritura, lo que sea que tenga en casa y con eso pasar el día, en realidad a veces me da muy poca hambre y otras nada.

 

En el trabajo y con mis responsabilidades, ahí la llevo, voy cumpliendo, a penas cumpliendo. Entrego lo que debo al tres para el momento porque en realidad lo terminé al cinco para, voy contra reloj, apresurada, no dejo de hacer lo que debo y ya poco hago lo que quiero.

 

En realidad estoy un poco asustada, nunca me había sentido así; claro que había habido días de tristeza o desgana, momentos de bajada, pero esta vez parece que voy en picada y aunque quiero, porque a veces quiero, no siento que pueda hacer nada, no puedo parar de sentirme así, esto se ha vuelto una avalancha  que me absorbe y me arrastra.

 

Si, estoy asustada y preocupada y por eso estoy aquí en psicoterapia, porque no quiero seguir así, sé que la depresión no se estanca y crece y crece si no se atiende, se que su consecuencia última puede ser el suicidio y eso me espanta y aunque ese algo  pugna por sólo quedarme paralizada, yo, aun como me siento ¡no quiero no hacer nada!.

 

La protagonista de esta nota puede ser cualquier persona, mujer u hombre, la depresión no hace distinción y no siempre resulta evidente ya que a veces puede ser más silenciosa que escandalosa. Si te has identificado con lo aquí descrito, no lo dudes, ¡busca la atención adecuada!. Frente a un panorama así se puede acudir a psicoterapia o con un psiquiatra. De la depresión no se sale como dicen por ahí “echándole ganas”, la depresión se atiende con profesionales de la salud mental, así que en verdad no lo dudes, atiendete, ¡no cedas ante la desesperanza!.

 

*Mónica Herranz
Psicología Clínica – Psicoanálisis
facebook.com/psiherranz psiherranz@hotmail.com

 

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