viernes, abril 26, 2024

DE ENCANTOS Y DESENCANTOS: Dos mujeres, un amante

*Mónica Herranz

 

Dicen que los hombres presumen de muchas más aventuras de las que  han tenido, mientras que las mujeres tienen bastantes más de las que en realidad hablan.

 

La intimidad, la sexualidad, la adrenalina, la pura y dura necesidad física, la soledad, la precisión de cariño, del contacto -como dijo alguien que alguna vez conociera- “el latido de otra carne palpitando junto a ti”…todos estos elementos, juntos o aislados, en pares o triadas, da igual, porque ahí estaban con ella, con ella el día en que decidió estar con él, hacerlo su amante.

 

Poco lo conocía, dos tardes de café bastaron para ir al hotel, besos sin amor pero llenos de placer, deseos de encuentro, no esperar a ser desvestida sino desvestir, quitar pantalón, camisa, boxers, calcetín, quitarse la blusa, la falda, dejando la identidad por un rato colgada del brazo de la silla, junto con el sostén.

 

Tardes que sucedían de tanto en tanto con sus sombras como únicos testigos, seducción, sudor, goce, satisfacción, experimentación y ¡hasta la próxima tarde de café!, nada de charlas intermedias ni mensajes de buenos días que te vaya muy bien, nada de poses ni pretensiones, nada de conquistas, ni desaires, ni llantos, ni dolores.

 

Él resultó ser un estupendo amante, y alterando el conocido dicho de que lo cortés no quita lo valiente, ella solía pensar respecto a él, que lo amante no quita lo cortés. Fue un hombre amable, atento, discreto, considerado y dedicado en las artes amatorias.

 

A saber por qué él estaba ahí con ella, a saber si era adrenalina, vicio carnal, soledad o lo que fuera, nunca se lo preguntaron ni lo charlaron, no se lo cuestionaron ni se juzgaron.

 

Pasó el tiempo y así como decidió hacerlo su amante, un buen día, decidió que ya no lo sería. La experiencia cumplió su propósito para ambos, se cerró sin eventualidades ni contratiempos, dejó de verlo y permaneció en su memoria como un grato recuerdo.

 

Algunos años después, ella conversaba con su amiga y ésta le comentaba lo bien que le vendría compartir la tarde con un hombre, ¡si, tener sexo con él!, después de algunos avatares de la vida, ya era momento de tener un rato para sí, de disfrutar, de volver a sentir y sentirse mujer, pero ¿quién podría ser?. Podría conocer a alguien a través de una aplicación, pero ¿sería seguro?. Se escuchan muchas historias, algunas de ellas incluso calificadas de mitos urbanos, que si te roban o asaltan, que si te drogan, que si te matan…¡no!, definitivamente no quería esa opción. ¿Recurrir a algún ex? No, tampoco, los que estaban disponibles no eran candidatos aptos y así pasaron un buen rato pensando, fantaseando, riendo a carcajadas, contemplando opciones, imaginando situaciones y de pronto a ella se le ocurrió,-oye, ¿te acuerdas que alguna vez te hablé de Felipe?, podría ser él. Hace años que yo no lo veo, pero tengo un grato recuerdo de él, fue un buen amante, discreto y cortés.

 

¡Nooooo!, ¿cómo crees?, tú estuviste con él. Si, le respondió ella, pero ya hace años de eso y nunca me enamoré de él, fue para lo que fue. Tú sabes que ahora mis pensamientos, mi amor, mi intimidad están llenos de alguien más, así que no le faltamos en nada a esta amistad, ¡venga!, enviémosle un mensaje y a ver qué pasa. Es alguien confiable y recomendable dijo con una sonrisa pícara final. Conócelo, toma un café con él, ve si te gusta y si te atrae, ¿va?.

 

¿Que en qué terminó esta historia?. No voy a dar detalles pero se de buena fuente que tuvo un buen final. Una aventura interesante, dos mujeres, mismo amante, experiencia que queda en la memoria, por que de ello…¡con nadie hablaron!.

 

*Mónica Herranz

 

Psicología Clínica – Psicoanálisis

 

facebook.com/psiherranz psiherranz@hotmail.com

Artículos relacionados