*Mónica Herranz
Los días difíciles acongojan el corazón y las temporadas más, eso pensaba ella trás su cumpleaños número cuarenta y tantos, cuando, desprevenidamente una serie de ideas y pensamientnos la comenzaron a asaltar. Al cumplir los cuarenta bien aleccionada estaba de que eso podría pasar pero como no fue así, bajó la guardia y a la vuelta de la esquina ¡zaz!, sin ni si quiera agua va, sintió unas terribles ganas de claudicar. ¿Ante qué, ante quién?, ante todo y ante nada, ante el trabajo y el amor, ante la perseverancia y la desgana, ante el desánimo y la motiviación. Si…así de confundida estaba, ante todo y ante nada.
Quería seguir adelante y a la par frenar, sentía necesario hacer una pausa y mirar hacia atrás, revalorar los aciertos tenidos y los errores comentidos, los sueños planteados y los cumplidos, las metas alcanzadas y las no logradas, sin embargo, aunque tenía ganas no tenía ganas y eso hacía la labor más complicada.
La pura verdad es que estaba más cansada que motivada pero no lo detectó bien a bien hasta que, como cada semana, llegó a su terapia. -No se que me pasa, me he sentido desanimada, cansada y malhumorada, me siento enojada, desmotivada…y no, no encuentro razón aparente, pareciera que las cosas van más o menos bien y en calma. Por cierto, soñé con mi tía Rita, y fue un sueño extraño, aparecía yo frente a ella llorando y dándole las gracias-.
Rita era para ella, entre otras cosas, la representación de la falsedad y la injusticia, una figura que le causó daño y de quien había decidido alejarse años atrás y entonces, la pregunta inminente, -¿por qué le daría las gracias y de manera conmovida además, a una persona que le evocaba tales recuerdos y sentimientos?. La pregunta de su analista la dejó pensando.
-No sé-, respondió, y mientras lo hacía pudo sentir claramente las reminisencias que las heridas hondas dejan. -No creo tener nada que agradecerle, no al menos nada que ella haya hecho genuinamente. Hay cosas a las que se vio obligada y así obligadamente lo agradezco, pero no es ese tipo de agradecimiento bondadoso que se siente cuando alguien ha hecho algo por ti desde el corazón, así que el único agradecimiento que podría tener con ella es el que proviene de la educaión y de la razón-.
¿Y no crees que este sueño pudiera tener que ver con tu reciente cumpleaños?. -¿¡Cómo podría ser!?-, respondió ella entre sorpresa y exclamación. Bueno, la tía Rita representa a la injusticia y aunque estés agradecida con la vida por haber llegado a esta edad en condiciones bastante favorables, probablemente sientas que hay algo de injusto en que algunas de las metas que te habías propuesto y algunas de las expectativas que tenías al llegar a esta edad no se haya cumplido aun.
Ella quería responer pero su voz se quebró y entonces supo que era cierto, el dedo estaba en la yaga del sinsabor que los cuarenta y tantos le estaban prduciendo, a pesar de su aparente ánimo y agradecimiento.
-Es verdad- dijo cuando logró articular palabra. -No puedo dejar de sentir que hay cosas por las que me he esforzado tanto y que no se han dado que quisiera rendirme. Me siento muy frustrada, porque además, algunas de esas cosas ni si quiera dependen de mi. ¿Recuerdas el día en que mencioné que pareciera que a veces bastaba con que deseara algo como para que no se diera?. Parece una ley en mi vida y estoy cansada, tal vez ese desgaste me hace querer claudicar ente todo y esta preseverancia tenaz de pensar que no tiene por que ser así y que lo que deseo tarde o temprano sucederá, es la que me hace no querer claudicar ante nada-.
Le habían advertido de la crisis de los cuarenta pero no de la de los cuarenta y tantos, llena de ambivalecia por cejar ante algunas metas, duelos, replanteamientos y nuevos significados…vaya etapa, sin duda, ¡de encantos y desencantos!.
*Mónica Herranz
Psicología Clínica – Psicoanálisis
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