Luis Alberto García / Sapporo, Japón
* El Ejército imperial japonés, más poderoso de lo imaginado.
* Versión de Rotem Kowner sobre la potencia nipona.
* En la Guerra Ruso-Japonesa se conocieron sus alcances.
* Los cambios empezaron en 1868, con el Imperio Meiji.
* La transformación militar completa tardó diez años en llegar.
* El mariscal Oyama Iwao tuvo el mando absoluto en ese conflicto.
El Ejército (Dai Nippon Teikoku Rikugun) y la Marina del Sol Naciente fueron los grandes actores de la espectacular victoria imperial en la guerra Ruso-Japonesa de 1904 sobre las tropas del zar Nicolás II, convirtiéndose tras la contienda en las fuerzas armadas más poderosas de Extremo Oriente y no sólo eso, sino que se ubicaron entre las más potentes del mundo.
Sin embargo, años antes su tamaño y reputación habían sido mucho más limitados, y esa opinión la sostiene Rotem Kowner, profesor de la Universidad de Haifa, Israel, quien ofrece su versión no solamente sobre la fuerza, sino acerca del armamento, la composición social, filosofía y organización de las unidades de combate que lo formaban.
Antes de empezar la guerra, el Ejército japonés tenía 850 mil efectivos, de los que 380 mil estaban en activo y en la reserva, además de 200 mil en la segunda reserva, 50 mil de ellos listos a ser movilizados en cualquier momento, y 220 mil más entrenados para incorporarse en el Ejército Territorial.
Los elementos inmediatamente disponibles ascendían a 257mil infantes regulares y 11 mil de caballería, así como diversas unidades de artillería que sumaban cerca de mil piezas de diferentes calibres, en cifras que, aunque menores que el Ejército ruso, eran evidentemente mayores que las fuerzas que éste tenía desplegadas en Manchuria y Siberia oriental.
No obstante ser una fuerza considerable, aunque los estrategas nipones siempre tuvieron temor de que, por su parte y desde el mar, la Marina de Rusia supusiese un peligro para sus comunicaciones tras un tercer intento de bloquear Port Arthur, iniciaron su asedio y sitio, al tiempo que los buques rusos eran atacados
El 20 de junio de 1904, las unidades japonesas destacadas en el continente fueron puestas bajo el comando del Ejército de Manchuria bajo el control absoluto del mariscal Oyama Iwao, cuyas divisiones se organizaron en el teatro bélico en cinco ejércitos cuatro meses antes.
Con el conflicto en su recta final –concluyó el 27 de mayo de 1905-, se crearon cuando divisiones nuevas para asegurar la victoria, así como dos unidades de reserva, con lo que al final de la guerra se llegaría a un total de 17 divisiones que englobaron 157 divisiones de infantería, 54 de caballería, 106 de artillería y 38 de ingenieros zapadores.
A lo largo de la guerra, el Ejército japonés logró movilizar a 154 mil empleados civiles y a 1 090 000 soldados, la mayoría de ellos enviados a reemplazar las bajas sufridas por las unidades durante cruentos y despiadados combates que fueron el antecedente de lo que se vería en los campeos de Europa una década después, a partir del 28 de junio de 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial.
En lo que a composición social de las tropas se refiere, casi todos los oficiales provenían por su linaje, origen y educación de la tradición samurái, dando como resultado un cuerpo homogéneo, mientras que los soldados eran campesinos y trabajadores de procedencia rural.
Rotem Kowner consigna que la composición del Dai Nippon Terikoku Rikugun fue resultado de un prolongado proceso que comenzó en 1868, cuando detonó una revuelta contra el caudillismo del Shogun –conocida como restauración Meiji-. bajo la premisa de que, para tener unas fuerzas armadas fuertes, había que acabar con las milicias hasta entonces existentes.
En 1872 se emitió la Ley de Reclutamiento y se estableció el Ejército nacional que exigía, sin apelaciones, que los hombres de entre 17 y 40 años se alistaran para tres años de servicios y cuatro de reserva; sin embargo, a pesar de esas disposiciones, los nacientes efectivos imperiales fue incapaz de reclutar soldados suficientes, por lo que al principio no rebasó los 30 mil.
La transformacional militar completa tardó diez años en llegar, y recibió un impulso y consolidación definitivos con la llegada del general Klemens Meckel, oficial alemán que colaboró en la construcción del Ejército en su forma moderna y cuya contribución más importante fue la independencia del mando supremo; es decir, del emperador
Estas fuerzas armadas tuvieron sus primeras experiencias en el campo de batalla durante la primera Guerra Chino-Japonesa de 1894, de la que salieron transformadas en cuerpos definitivamente modernos y motivados para los combates en los que, además, quedó definido el modo en que Japón trataría sus conflictos internos y externos durante el medio siglo siguiente.
Durante la Guerra Ruso-Japonesa, el Ejército imperial empleó con eficiencia una cantidad de piezas de artillería no conocida hasta entonces y la tecnología militar más avanzada de su tiempo, incluidos globos sonda para las observaciones aéreas, que permitieron a los mandos poder emplear toda su potencia de fuego contra un enemigo que estaba más allá del campo de visión de las baterías.
A los implementos bélicos y las cifras ofrecidas por el profesor Kowner que conforman los factores materiales, habría que añadir el Código Ético del Dai Nippon Teikoku Rikugun, basado en el Bushido, conjunto de reglas originalmente destinadas al estamento Samurai que se utilizó durante el Periodo Edo –entre 1600 y 1868-, traducido como “El Camino del Guerrero”.
En pocas palabras, fue con esas prendas pavorosamente terrenales y elevadamente filosóficas con las cuales el Imperio Meiji venció a las fuerzas armadas de un régimen autocrático, caduco y soberbio que perdió una guerra que creía haber ganado antes de haberse iniciado.