Fernando Irala
Este lunes retornan a clases cerca de treinta millones de alumnos en todos los niveles educativos; lo hacen en medio de la polémica que han desatado los nuevos libros de texto.
Es cierto que todo cambio genera resistencias, pero esta vez las protestas señalaron graves deficiencias, procedimientos anómalos y contenidos inaceptables en los materiales con que se pretende formar a las nuevas generaciones.
Desde su origen, hace más de sesenta años, la comisión encargada de su elaboración estuvo encabezada por especialistas de primer nivel y sus productos habían sido siempre de excelencia.
Hoy no es el caso. Los funcionarios encargados han sido cuestionados por su escasa preparación académica, porque sus nombramientos obedecen a amiguismos, y por su evidente extremismo ideológico, que han transmitido a los nuevos libros, plagados de falsedades y erratas.
Su preparación se llevó a cabo a toda prisa y en lo oscurito, sin consultar con los sectores involucrados, los maestros para empezar, las instituciones académicas y de investigación, los padres de familia.
Se advierte al revisar algunos de ellos, la clara intención de alimentar en los niños y jóvenes la polarización política que nuestra sociedad vive, en vez de contribuir como mandata la Constitución, a fomentar la convivencia, el respeto a libertades y derechos humanos y la democracia.
Todo ello ha originado reticencia social, sobre todo en los estados que gobierna la oposición, pero la respuesta del gobierno federal ha sido deplorable. Los libros van porque van, aunque se los vamos a explicar con bolitas y palitos.
Al igual que en el sector de la salud, el retroceso educativo en el actual gobierno es de tal magnitud, que recuperarnos de los daños nos costará un largo periodo.
Los nuevos libros son la punta del iceberg. Atrás se encuentra el abandono de todo proceso evaluatorio, en particular las pruebas internacionales que hacían posible comparar el sistema educativo y la preparación de nuestros niños con el mundo.
Ahora estamos como el avestruz, en éste como en otros ámbitos. Mientras el planeta avanza, aquí involucionamos.