Fernando Irala
Ya casi al finalizar la primavera, el calor llegó para quedarse por lo menos hasta fin de mes, dicen las previsiones de los servicios meteorológicos.
No estamos ante un hecho aislado o inexplicable. Se trata de uno de los primeros efectos del cambio climático mundial, cuya consecuencia más anunciada es el calentamiento planetario.
Ya hemos visto el deshielo de los polos y de las zonas nevadas de los altos volcanes, la disminución del caudal de ríos y otros cuerpos de agua. Ahora lidiamos con temperaturas anormalmente altas por largos periodos.
En el futuro cercano, dicen los científicos, presenciaremos el crecimiento de los niveles del mar, lo que pondrá en riesgo muchos asentamientos humanos ubicados en las costas.
Las causas las sabemos con precisión, pero gobiernos e instituciones hacen muy poco para evitarlas. Es más, con frecuencia simplemente descreen de las alarmas y actúan en sentido contrario de las recomendaciones.
Hace más de cincuenta años que un grupo de estudiosos dio la primera voz de alerta sobre el futuro de nuestro planeta y la problemática que se avecinaba, con la publicación del libro “Una sola tierra”.
Fue la primera de muchas advertencias, sin que hasta hoy se hayan cambiado o revertido las tendencias. Tenemos un planeta sobrepoblado, sobreexplotamos los acuíferos y el resto de los recursos naturales, hemos acabado con los bosques, seguimos quemando combustibles para producir en la industria, para movernos, o para producir electricidad.
Por todo ello no debiera espantarnos la súbita llegada de estas oleadas de calor. Más bien tendríamos que entender que está en nuestras manos aplicar los remedios si es que no resultan extemporáneos para contener el cambio de cima que estamos sufriendo.
Claro que para ello requeriríamos contar con un gobierno que comprendiese el tema y lo atendiera, y no uno que anda arrasando selvas para tender vías de tren, financiando a campesinos para derribar bosques y sembrar árboles frutales, o construyendo refinerías y operando centrales eléctricas con carbón en vez de bloquear las energías limpias.
Ojalá eso, por lo menos, lo cambiemos pronto.