CIUDAD DE MÉXICO.- Cinco años han pasado desde aquel 11 de marzo de 2020, cuando la OMS declaró el covid-19 como pandemia. En cuestión de días, el mundo se detuvo: calles vacías, hospitales desbordados, mascarillas convirtiéndose en parte del día a día y una incertidumbre global que se instaló en nuestras vidas.
Sobrevivimos a confinamientos, olas de contagios, campañas de vacunación masivas y debates interminables sobre mascarillas, tratamientos y restricciones. Pero hoy, con el virus ya convertido en una enfermedad endémica, la pregunta es inevitable: ¿realmente hemos dejado atrás el covid-19 o seguimos bajo su sombra?
El impacto del virus sigue siendo objeto de análisis en diversas investigaciones. Aunque la crisis sanitaria ha pasado, las secuelas del covid prolongado, la pérdida de millones de vidas y los efectos en la economía y la salud mental aún persisten. La pandemia pudo haber terminado oficialmente, pero la historia que dejó atrás aún no se ha cerrado.
El mundo no volvió a ser el mismo después del covid-19. Lo que comenzó como un brote en China en diciembre de 2019 se convirtió en el mayor desafío sanitario del siglo XXI, obligando a gobiernos, empresas y ciudadanos a adaptarse de maneras impensables.
El trabajo remoto, antes un lujo reservado para pocos, se convirtió en una norma que muchas empresas aún mantienen. La educación sufrió una transformación digital forzada que, aunque aceleró la tecnología en las aulas, también expuso brechas de desigualdad. En el ámbito de la salud, los hospitales aprendieron a operar bajo presión extrema, y términos como telemedicina y salud mental cobraron una relevancia sin precedentes.
Pero el cambio más profundo fue social. La confianza en las instituciones se resquebrajó, y el escepticismo hacia la ciencia y las vacunas tomó fuerza. Además, el impacto psicológico fue innegable: el aislamiento, el miedo al contagio y la pérdida de seres queridos dejaron heridas que, para muchos, aún no sanan.
Las vacunas fueron la gran apuesta para controlar la pandemia. Desde las primeras dosis de emergencia hasta los refuerzos anuales, la inmunización permitió que el covid-19 dejara de ser una sentencia de muerte para muchos. Pero el camino no fue fácil.
En un tiempo récord, se desarrollaron vacunas de ARN mensajero que revolucionaron la ciencia médica. Sin embargo, su llegada no estuvo exenta de dudas y desinformación. La resistencia a vacunarse generó tensiones políticas y sociales, y con el tiempo, la fatiga pandémica hizo que muchas personas abandonaran los refuerzos, a pesar de que la inmunidad decae con los meses.
Hoy, la pregunta es: ¿seguimos necesitando vacunas contra el covid-19? La respuesta, según la OMS, es sí. Las variantes del virus continúan evolucionando, y aunque el riesgo ya no es el mismo que en 2020, los grupos vulnerables siguen en peligro. Los refuerzos siguen siendo recomendados para personas mayores, inmunocomprometidos y aquellos con enfermedades crónicas.
Aunque el covid-19 ya no es la amenaza global de hace cinco años, sus consecuencias siguen presentes. Tres preocupaciones principales aún rondan en el debate científico y social:
Covid prolongado: Miles de personas que superaron el virus siguen lidiando con síntomas persistentes como fatiga extrema, problemas neurológicos y dificultad respiratoria. Aún no hay un tratamiento claro ni una explicación definitiva para este fenómeno.
Nuevas variantes: Aunque las vacunas y la inmunidad natural han reducido los casos graves, el SARS-CoV-2 sigue mutando. La aparición de una variante más agresiva sigue siendo un riesgo latente.
El colapso sanitario silencioso: La pandemia desvió la atención de otras enfermedades. Muchas personas retrasaron chequeos médicos y tratamientos por miedo al contagio, lo que ha llevado a un aumento en diagnósticos tardíos de enfermedades como el cáncer o la diabetes.
El virus puede haberse vuelto endémico, pero su legado sigue afectando la salud global de formas que aún estamos descubriendo.
Cinco años después de que la OMS declarara el covid como pandemia, el mundo ha cambiado. La crisis sanitaria quedó atrás, pero las cicatrices aún son visibles. Aprendimos a vivir con el virus, pero las lecciones que dejó—la importancia de la salud pública, la fragilidad de los sistemas sanitarios y la necesidad de confiar en la ciencia—siguen siendo relevantes.
Aún hay preguntas sin respuesta, desafíos por enfrentar y una incertidumbre que, aunque menor, sigue latente. El covid-19 ya no domina los titulares, pero su historia no ha terminado.
AM.MX/fm