Por Siegfried Hitz
Cuando López Obrador en la campaña electoral de 2006 le dijo al Presidente Vicente Fox “Cállate chachalaca”, fue castigado por los votantes con una sensible baja en las encuestas y sin duda afectó en la votación. ¿Porqué?
Los símbolos patrios son intocables y al igual que la bandera o el himno, la figura presidencial personifica a la patria. Nos ofende que se le ofenda.
Ricardo Anaya ofreció en su campaña meter a Peña Nieto a la cárcel por corrupción, y no logró avanzar en las preferencias electorales.
Ahora que AMLO es Presidente electo, con una preferencia que no concebíamos antes de a la elección, será nuestro máximo representante y la personificación de la patria. Para fans y para contras. Muchos los que pensábamos que era lo peor opción para México, ahora ungido como Presidente electo, nos brota esa emoción de respeto, sin importar tropiezos, filias o fobias.
Su imagen y seguridad nos afecta, se convierte en emocional. Su hiperactividad inquieta por su salud dada su edad y antecedentes cardiacos y así como su seguridad, ya que pretende cancelar al Estado Mayor Presidencial y usar transportes comerciales.
Los demás partidos están partidos, destruidos y Morena que es sólo un movimiento de seguidores alrededor de un caudillo, no cuenta con estructura real ni ideario, ni con segundos mandos reales. El riesgo en caso de su ausencia o enfermedad grave, sería la anarquía.
Su hiperactividad tiene otros riesgos importantes. La continua manifestación de propuestas parecería que serán implementadas sin evaluar sus consecuencias. Confunde a la población
Tal es el caso de la reducción de 50% a salarios de funcionarios públicos, la reducción de consultores al 30%, la desconcentración de dependencias oficiales, la concentración de adquisiciones gubernamentales, la construcción de trenes improductivos o la construcción de nuevas refinerías cuando en el mundo sobra capacidad instalada, pues ya no es negocio.
No urge hacer nombramientos, algunos han resultado impopulares o no muy sensatos. Adelanta así el innecesario desgaste de su capital político.
Tras un largo período de lucha electoral enfrenta ahora de golpe la novedad. Ya el candidato sin campaña, en tres meses asumirá la tan anhelada presidencia. Sin embargo, no puede contenerse, la inercia lo lleva a la diatriba, como contra el INE, o seguir buscando seguidores con peroratas y propuestas. ¿Aún es candidato? No. Ya triunfó y es Presidente electo.
Asumido el poder, la función principal de todo gobernante consiste en decidir y en temas técnicos, consultar a los especialistas. Pero sería absurdo consultar a quien tenga interés de parte o no domine el tema, como preguntar a los ciudadanos si desean pagar impuestos, si debemos exportar petróleo o construir un aeropuerto. Es él, personalmente él, quien tiene el deber y la autoridad para decidir. Para eso luchó por tantos años. Le toca ejercer, no evadir.
Se ha criticado mucho el texto constitucional por establecer cinco meses como período de transición que es en efecto, muy prolongado. Es posible que el constitucionalista intentara sabiamente inducir al nuevo gobernante a elaborar con meticulosidad equipo, planes y proyectos. Es pues el tiempo de reflexión y análisis, después sobrará para declarar y hacer.
El ejercicio del poder desgasta al político. Urge que ante el espejo su otro yo, el candidato le diga ¡Cállate chachalaca, que ya eres Presidente!
El papel del periodista es buscar la nota, si el Presidente electo tosía o parpadeaba, la habían logrado. Pero ahora ya no tiene que buscarla, AMLO, como Echeverría en su tiempo, va más rápido que ellos y el caudal de declaraciones satura a los medios de información. Como candidato, marcó por años la pauta a los medios, ahora son ellos quienes deberían filtrar y ponderar las notas.
La desmesura declarativa y la voracidad de los medios imprimen una muy acelerada velocidad de informaciones. La calidad de sus contenidos no beneficia al futuro que emite ideas sin la debida ponderación, inquietan a la ciudadanía. ¿Cómo sabría alguien qué decir acerca de la construcción del aeropuerto?
La salud del nuevo régimen y la salud de su presidente son gemelas, paralelas. Es tiempo de pensar, no de actuar. Pero la inacción del actor principal, EPN, induce a hacerlo.
¿Chachalaca, dónde estás?