Carmen Lila Romero / CDMX
*Los cárteles mexicanos usan pulseras para hacer seguimientos
*Es una práctica en contra de los migrantes extranjeros.
*Medidas que agravan la seguridad de los viajeros.
Los cárteles mexicanos usan pulseras de plástico para seguir a los migrantes como la que lleva en su pequeña muñeca Valentino, de nueve meses, quien viaja en los brazos de su madre Marbel.
Su padre, Carlos, los sigue de cerca mientras atraviesan la espesa maleza fría y húmeda que cubre el camino desde el fronterizo río Grande hasta la ciudad de Roma, Texas, en Estados Unidos, el 18 de noviembre de 2022.
Los cárteles y contrabandistas mexicanos han aumentado sus ya lucrativas ganancias gracias a las políticas fronterizas impuestas por Estados Unidos desde que comenzó la pandemia.
Los expertos coinciden en que las organizaciones criminales han encontrado su negocio redondo desde que el gobierno del ex presidente Donald Trump creó la norma conocida como Título 42, que permite a los funcionarios fronterizos expulsar rápidamente de los Estados Unidos a los migrantes que son capturados al llegar.
Otra medida que agrava la seguridad de los migrantes y mejora la rentabilidad de los cárteles son los Protocolos de Protección de Migrantes (PPM), también conocido como el programa “Quédate en México”, y que forman parte de la política migratoria estadounidense desde enero de 2019.
Aunque el presidente Joe Biden suspendió temporalmente su aplicación al asumir su mandato, reinició el programa en 2021.
“Desde la implementación de ‘Quédate en México’, los solicitantes de asilo devueltos a México corren el riesgo de ser secuestrados, extorsionados y violados; se les niega el acceso a servicios fundamentales como la atención médica y la educación; y se viola sistemáticamente su derecho a solicitar asilo en Estados Unidos”, indicó la organización no gubernamental Human Rights Watch.
Las actuales políticas migratorias han dejado varados en México a miles de migrantes que no cuentan con la protección de las autoridades mexicanas ni estadounidenses y que son presa fácil de los cárteles que ahora se dedican activamente a la trata de personas y que la han convertido en su nueva empresa multimillonaria, dijo un extenso reportaje sobre el tema publicado en AZCentral.
Los expertos aseguran que los traficantes de personas, conocidos desde hace décadas como “coyotes”, cobran miles de dólares a cada migrante con la promesa de llevarlos de manera segura desde México hasta territorio estadounidense. Pero casi nunca cumplen sus promesas.
Muchas veces, los migrantes terminan siendo extorsionados y torturados para servir de mulas transportadoras de drogas, luego de pagar los ahorros de toda su vida para usar las rutas clandestinas hacia Estados Unidos.
La situación actual empeora aún más el sombrío panorama porque los migrantes que son deportados a México intentan varias veces ingresar por distintas rutas, lo que aumenta las ganancias de los coyotes. Si los migrantes son expulsados regresan a las garras de los cárteles y coyotes en cuestión de horas.
“Tenemos una política fronteriza que está llevando a las familias y los refugiados directamente a las manos del crimen organizado”, dijo a AZCentral Chelsea Sachau, abogada del Equipo de Acción Fronteriza del Proyecto Florence, una organización sin fines de lucro que trabaja por los derechos de inmigrantes y refugiados en el estado de Arizona.
Los cárteles mexicanos son organizaciones criminales que dominan a cientos de facciones más pequeñas y ejercen el control sobre grandes extensiones de la despoblada frontera entre Estados Unidos y México. Se lucran del contrabando de mercancías, drogas y de la trata de personas.
Desde enero de 2021, Human Rights First ha documentado al menos 10.318 informes de “secuestro, asesinato, tortura, violación y otros ataques violentos” contra migrantes expulsados a México luego de la aplicación del Título 42.
Los migrantes parten de todas partes del planeta, aunque la gran mayoría proviene de América Latina, y en menor proporción África y Asia. En las últimas etapas de su largo trayecto, vuelan a la Ciudad de México o Cancún y después a diferentes ciudades en los estados fronterizos de Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.
Los que son transportados a Mexicali, en Baja California, continúan su viaje en autobús o taxi hasta algún lugar cercano de la frontera. Allí deben bajarse y continuar solos a pie, donde tienen altas probabilidades de ser atrapados por las patrullas fronterizas.
Los precios cobrados por los cárteles varían desde 5.000 hasta los 15.000 dólares por persona.
“Es un gran negocio lucrativo para los cárteles y las organizaciones de contrabando porque nadie cruza la frontera sin pagarle una tarifa a alguien”, dijo Chris Clem, jefe del sector Yuma de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
La dinámica del tráfico de personas ha variado en los últimos 20 años. Los expertos explicaron que, hasta comienzos del siglo XXI, el contrabando de personas era realizado por coyotes independientes que no trabajan para los cárteles.
Pero ahora los cárteles son los que deciden qué coyotes pueden operar en sus áreas de influencia, y son los que controlan y cobran tarifas para dejar trabajar a los coyotes independientes.
Los migrantes suelen ser reclutados a través de las redes sociales por los cárteles que tienen sus ramificaciones en los países de origen para viajar a territorio estadounidense. Lo dramático de la historia es que las personas caen en el engaño, pagan sus ahorros en la arriesgada travesía, y los carteles los abandonan en lugares desolados para que los secuestren.
Se trata de un negocio global que mueve unos 150.000 millones de dólares al año, cifra que se equipara al comercio bilateral anual entre Rusia y China, o a los ingresos mundiales anuales de la industria naviera internacional.
México es uno de los países claves de esa lucrativa industria delictiva. La Patrulla Fronteriza y de Aduanas de Estados Unidos calcula que los cárteles ganan unos 14 millones de dólares diarios por el tráfico de personas.