sábado, abril 20, 2024

Caminar un continente y atravesar mares para conquistar Alaska

Luis Alberto García / Sitka, Alaska

*Novoarjanguelsk, luego Sitka, fue el primer asentamiento ruso.

*La América de los zares estuvo en su poder hasta el año de 1867.

*Luego de episodios épicos, Estados Unidos compró tierra continental.

*Se incluían las islas Aleutianas y Shumagin, refiere James A. Michener.

*Estados Unidos se apoderó de la mitad de México en 1848, y quería más.

*El zar Alejandro II pudo haber tenido una colonia rusa en Hawai.

Esta población, fundada por navegantes y exploradores rusos, que sería la capital territorial de Alaska, comprada por el gobierno de Estados Unidos en 1867, estaba formada por 116 casuchas ocupadas por 968 personas, y la otra, Saint Paul, situada en la isla Kodiak, con cien cabañas y 283 habitantes.

Este era el centro de la industria de la piel de nutria marina y de foca, especies cazadas antiguamente por los rusos en las islas Pribiloff, cercanas al Mar de Bering, cuyo nombre le fue impuesto en honor de Vitus Bering, navegante de origen danés, contratado por el zar Pedro I y al servicio de la corona imperial rusa desde fines de la década de 1720.

Al mediar el siglo XVIII, Bering y sus marinos ya habían recorrido la costa norte de Rusia, para, navegando hacia el Este, llegar al final del territorio continental, ir hacia el Sureste y atravesar el estrecho por el que, hace miles de años, se cree cruzaron los euroasiáticos con destino a tierras americanas.

“Alaska”, nombre aleutiano, le fue dado años después al territorio por los estadounidenses, quienes, cerrado el trato de su compra a los rusos, eligieron como fecha para la ceremonia de entrega el 18 de octubre de 1867 en Sitka.

Ahí fue en donde soldados estadounidenses y rusos desfilaron ante la casa del gobernador Jefferson c. Davis, luego de que la bandera rusa fuese arriada y la estadounidense izada entre salvas de artillería.

El capitán Alexéi Peschúrov dirigió una frase más que breve al general Lowell Rousseau, nuevo comandante de la península: “Por la autoridad de Su Majestad, el zar y emperador de Rusia, transfiero a Estados Unidos el territorio de Alaska».

El militar lo aceptó, sus tropas ocuparon unas cabañas de madera, y Davis –homónimo del presidente sureño rebelde que, en 1861, se levantó contra la Unión, provocando la guerra civil que se prolongaría hasta 1865- se estableció en una casa más cómoda para iniciar su desempeño político y administrativo.

Como primer gobernador de un territorio que dejaría de serlo, cuando adquirió la categoría de estado de una Unión Americana en 1959, no logró poner orden hasta el mes de octubre del mismo 1867.

Con la tristeza inundándoles el alma, entre lágrimas, la mayoría de los colonos rusos volvieron a su continente y al de sus ancestros, muchos sin ciudad de origen ni un hogar al cual llegar, quedándose solamente algunos comerciantes que ya habían formado familias, y sacerdotes que no veían un buen futuro, debido al verticalismo autoritario de la Iglesia ortodoxa rusa.

“La colonización rusa de América es el proceso por el que se constituye la América rusa, que estaba básicamente conformada principalmente a partir de la Alaska rusa, incluyendo a las islas Aleutianas y las Shumagin”, refirió James A. Michener, quien antes que otros narradores, se adelantó a escribir la historia de esa tierra en un libro que alcanzó fama mundial.

En “Alaska” –así tituló esa obra monumental, que abarca desde el asentamiento de los primeros pobladores, hasta fines del siglo XX- Michener cuenta que también hubo el intento de extensión por territorios que en aquella época pertenecían a España.

Estados Unidos se había apoderado de la mitad de México en 1848 en una guerra injusta y quería más: sus políticos y militares deseaban irse sobre otras antiguas provincias mexicanas, entre otras la Alta California, que fue dividida para conformar los actuales estados de Washington y Oregon, si perder de vista la provincia canadiense de Columbia Británica.

Tales territorios nunca fueron ocupados plenamente, sino que se buscó su control por medio del establecimiento de factorías comerciales, enfocadas preferentemente al comercio de pieles, y a ello habría que añadir Fort Elizabeth en la isla de Kauai, en Hawai.

Esa zona insular fue ocupada en 1818 por el empresario ruso alemán Ernest Schaeffer, que negoció un tratado de protección con el jefe Kaumualii, súbdito del rey Kamehameha I de Hawái; pero la negativa del zar Alejandro I a ratificar ese acuerdo acabó con ese intento que, tal vez, hubiese dado una colonia extra continental a Rusia, en la mitad del Océano Pacífico.

Sobre el descubrimiento y exploración de Alaska en el siglo XVII, existen noticias sin confirmar, que indican la posibilidad de que el primer navegante ruso en llegar a sus costas fuese Semión Dezhniov, desviado de su rumbo hacia el río Anádyr en 1648, y otro legendario descubridor sería Fiódor Alekséyev; pero tampoco hay confirmación de ese hecho.

En 1725 el zar Pedro el Grande impulsó la más completa expedición al Océano Glacial Ártico -sin que su muerte posterior la detuviera, con Vitus Bering y Trofim Zhdanko al frente de ella-, que llegó hasta las islas Pribiloff y las Aleutianas, pasando a través del estrecho que tomó el nombre del marino danés.

El 5 de abril de 1732, Iván Fiódorov, Mijaíl Gvózdev y Kondrati Moshkov, a bordo del navío “Sviatói Gavriil” (“San Gabriel”) partieron del Cabo Dezhnev, arribando lentamente a las costas de cabo de Príncipe de Gales, ya en Alaska, que cartografiaron antes de volver tras un penoso regreso.

El siguiente contacto con tierra firme –ya en las costas americanas- llegó en 1741, durante la segunda expedición de la Marina rusa a Kamchatka, conocida como la Gran Expedición del Norte, dirigida también por Bering y Alexéi Chírikov, en sustitución de Trofim Zhdanko.

Separados por una tormenta después de salir del puerto de Petropávlovsk, principal ciudad y posterior capital de la provincia de Kamchatka, el 14 de junio de 1741 Bering se desvió hacia el Sur llegando hasta la isla Kodiak al mando del “Sviatói Piotr” (“San Pedro”), avistando el monte San Elías un mes y dos días después.

Chírikov, por su parte, navegó hacia el Noroeste, al mando del “Sviatói Pável” (“San Pablo”), descubriendo el archipiélago de las islas Alexander y llegar el 15 de julio al cabo Príncipe de Gales, propiedad británica en territorio canadiense.

Aunque en el viaje de retorno, en noviembre de ese año, murieron Bering y parte de la tripulación, las pieles de nutria marina que vestían los sobrevivientes de regreso en 1742 a Kamchatka, llamaron la atención como para ser consideradas las más hermosas y finas del mundo, motivo original que dio lugar a la conquista de nuevos horizontes.

Artículos relacionados