lunes, diciembre 16, 2024

Calakmul, grandeza maya en las selvas del sureste

Adrián García Aguirre / Calakmul, Campeche

 

* Campeche, El Petén y Guatemala comparten ese prodigio arqueológico.

* La UNESCO decretó en 2014 que es Patrimonio Mixto de la Humanidad.

* Medio siglo después de su descubrimiento, resurgió como gran vestigio cultural.

* Testimonios del pasado la consideran una floresta sustentable de los antiguos mayas.

* Sacbés o senderos, sistemas hídricos y caminos, son símbolos de esa civilización.

 

La caída de las gotas de lluvia del verano sobre el verdor selvático anuncia que al abrirse la mañana con un Sol cálido e intenso, el escenario está listo para dejar atrás los extraños ruidos nocturnos, con los aluxes y duendes de las leyendas peninsulares desapareciendo con la luz del día.

 

Al amanecer solamente se oye el canto triste de la paloma cú, y se desvanece el resplandor de los ojos del cocay, para volver a sentir las voces diurnas en esa maravilla ubicada en las profundidades del sur de Campeche, en el mayor yacimiento arqueológico prehispánico maya descubierto hasta hoy.

 

Situado en la selva menos depredada de Mesoamérica, en el insondable sureste mexicano perteneciente al Petén compartido con Guatemala, Calakmul es el núcleo central de una reserva de la biosfera de 700 mil hectáreas en el municipio del mismo nombre, a pocos kilómetros de la frontera que divide a México y al país verde de los quetzales.

 

Al caminar durante el día se escuchan los aullidos roncos de los saraguatos, sin que estén ausentes los ronroneos y rugidos de los tigrillos, yaguarundíes, margays y hasta el jaguar manchado, el rey Balam de las selvas mesoamericanas, felino traducido en deidad zoomorfa recreada en pinturas murales y esculturas de factura magnífica inigualable.

 

La dimensión de Calakmul parece infinita, en la que se han contado seis mil edificaciones mayas, desde pequeños altares y estelas, hasta la monumental Estructura II de medio centenar de metros de altura y cien peldaños en su escalinata central, testimonio de la existencia de un núcleo poblacional que floreció entre el año 531 antes de Cristo y el año 916 de la era cristiana.

 

Sistemas hídricos, caminos, senderos o sacbés anchos y angostos, zonas habitadas hasta por 50 mil seres humanos, de los que actualmente solamente hay cerca de mil registrados como residentes, entre científicos, biólogos, arqueólogos y algunos invitados que llegan a hospedarse en esa tierra sagrada.

 

La ciudad más cercana es Chetumal, capital del estado de Quintana Roo, a una hora y media de distancia por carretera hacia el oriente desde el corazón del centro arqueológico, la línea fronteriza con Guatemala al sur y a sesenta kilómetros de camino asfaltado, hasta llegar a la confluencia con la ruta a Campeche.

 

Hay un hotel cercano a poblaciones pequeñas y casas con electricidad y telefonía, en las proximidades de la llamada “zona de amortiguamiento”, en la que viven 28 mil indígenas mayas de los ejidos de Valentín Gómez Farías y Xpujil, quienes desarrollan actividades agrícolas, explotación ejidal de la selva con novedosas técnicas de sustentabilidad, colecta y venta de miel.

 

“Existen otras selvas de gran valor en el mundo; pero esta es única porque en ella está ubicado uno de los mayores centros arqueológicos del mundo, no descubierto en su totalidad, como otros del norte de Veracruz y del sureste del país”, dice Adalberto Zúñiga, director de la Reserva de la Biosfera de Calkmul.

 

Diez veces mayor que el valle que fue asiento de Tenochtitlan, capital del imperio mexica, habitado durante quince siglos y gobernada por la dinastía maya del Viento Jaguar o Ik Balam, Calakmul es un portento de la naturaleza, floresta sin ríos, sin cascadas, ni cenotes ni pozos.

 

Con una sobrevivencia que en su época de esplendor se explica porque sus habitantes aprovecharon sabiamente el agua captada en épocas lluviosas e intervinieron a la selva para hacerla sustentable, el sitio llegó a ser el ombligo de un Estado regional de aproximadamente trece mil kilómetros cuadrados.

 

Junto con Tikal, El Mirador y Palenque, Calakmul es Patrimonio Mixto de la Humanidad desde 2014; es decir, natural y cultural –según decreto de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura UNESCO)-, por tratarse, conservada en medio de la selva, de una urbe antigua en la que se asentaron los grandes poderes regionales mayas durante el periodo clásico de esa civilización extraordinaria.

 

Registrada inicialmente en 1931 por el biólogo Cyrus Longworth Lundell, también fue explorada por el mayista Sylvanus Morley en 1932; pero no fue sino hasta medio siglo después, a partir de 1982, cuando se realizaron excavaciones a gran escala, como correspondía un sitio de tanta relevancia.

 

Éstas estuvieron a cargo de William Folan, del Centro de Investigaciones Históricas y Sociales de la Universidad Autónoma de Campeche y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explica Federica Sodi Miranda, ex delegada de esta entidad en Yucatán.

 

Los estudios iniciados en Calakmaul por el equipo de Folan –antecedidos por los de Lundell y Morley- concluyó que se encontraban ante un centro de la civilización maya de grandes proporciones, determinándose que, según el periodo, llegó a contar con más aliados y poder que Tikal, el mayor asentamiento maya en Centroamérica.

 

Además de que, añade la investigadora, se llegó a la conclusión de que Calakmul pertenecía a una organización mucho mayor, parte integral del llamado Reino de Kaan o la Serpiente, su centro y capital, cuyo avance en el estudio de la escritura maya dio lugar a que los investigadores hayan descubierto que Calakmul y Tikal protagonizaron enconadas guerras.

 

“Esto ocurrió durante más de un siglo, y tales enfrentamientos marcarían el devenir político, económico y social de las ciudades mayas de la región”, establece Federica Sodi al hacer un recorrido por la historia milenaria de una civilización portentosa que se perdió en la nada.

 

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