Carlos Galguera Roiz
Repensando el conflicto independentista catalán y a raíz de los últimos intercambios epistolares entre presidentes, he pensado que la propuesta del Sr. Rajoy, trasladando el foco de esta decisión al Congreso, es impecable, a reserva de algunas pertinentes explicaciones y matices
El Presidente de España no puede negociar y decidir el tipo de cuestiones planteadas por el Sr. Puigdemont, por sí mismo.
El lugar de hacerlo es el Congreso de Diputados
En ese recinto, ahí sí, el Sr. Rajoy podría sugerir, sería una jugada maestra en mi opinión, una consulta al pueblo catalán, siempre y cuando se cumplan una serie de condiciones
– Todas las garantías de información exhaustiva, ante todos los medios existentes, plena igualdad de oportunidades para exponer razones, ante la ciudadanía general…
– Una pregunta que lleve implícita la serie de consecuencias principales, en esta secesión, para el grueso de la ciudadanía
– Condiciones, para tener en cuenta esta consulta, de un % de apoyos sobre el censo, ante la importancia del tema, de un 65% o a negociar, nunca menos del 50
– Otras condiciones se podrían proponer, según ideas de los distintos grupos presentes en la Cámara, para su aprobación final
Todo este proceso, por supuesto, desarrollado en ausencia de la mas mínima señal de intimidación, para informadores y votantes, cuyo incumplimiento anularía automáticamente el intento.
Este intento desde el Congreso de Diputados, ante planteamientos, mas menos, de este tenor, obligaría a todos los representantes de la Cámara a “retratarse”, lo cual podría generar, pienso, un grandioso ejercicio de Democracia y un acercamiento, quizás, a soluciones de fondo…
Por su parte, si el presidente Puigdemont se negara a presentarse ante el Parlamento Español, o a no aceptar las condiciones que se decidan, para una eventual consulta, la evidencia de un intento de manipulación “negociada”, quedaría a la vista de todo el mundo, su derrota sería inevitable, plenamente justificada