Carlos Galguera Roiz
Hablar de tibieza, como nos plantean los proponentes de un veterano Foro intelectual, en el que participo, antiguos alumnos de Jesuitas, es, para mí, como disertar sobre los 37º centígrados…; un tema que, si se acepta, puede tener una extensión de infinitas variantes, como la lista de números primos…
Cuando empiezas a discurrir sobre diversos grados de sensibilidad humana, absolutamente subjetiva, los 37º había puesto como ejemplo, entramos en terrenos cuya imposibilidad de debatir en serio, nos lleva al siguiente cuento.
Se examina un alumno de Química, mas habilidad – podríamos hoy llamar “destreza política” – que conocimientos. Hábleme Vd, le pregunta el examinador, del Acido Sulfhídrico; este elemento, H2S, es un gas inflamable, incoloro, de olor característico a huevos podridos, perceptible en contenidos muy bajos, se lo conoce comúnmente como gas de alcantarilla.
El joven mira pensativo a las alturas, parece recopilar sus conocimientos sobre la materia. Bueno, al fin responde, el acido sulfhídrico es un elemento químico, no recuerdo ahora la fórmula exacta, pero sí que es incoloro y de olor “MUY AGRADABLE”. El examinador le corta inmediatamente, espere un momento, por favor.
Llama al ujier y en voz baja le dice: hágame Vd. el favor de traer a este alumno un frasco de acido sulfhídrico, del laboratorio, Vd sabe. El examen queda paralizado unos momentos. Al volver este ayudante entrega al examinador un frasco cerrado, este a su vez se lo da al alumno, ¿Quiere, por favor, destapar este recipiente y olerlo? ¿dígame que le parece el olor?, es acido sulfhídrico…
El alumno obedece, acerca la nariz al recipiente, ya sin tapón y apenas puede reprimir un movimiento instintivo de máxima repugnancia, el examinador observa, pasados unos instantes el alumno se dispone a contestar, se juega sacar, o no, el examen de Química, al fin responde: “Y A MI QUE ME GUSTA”
Bueno, la traducción de esta historieta al tema que nos ocupa hoy, podría no ser demasiado difícil… ¿o sí?