Carlos Galguera Roiz
En estos tiempos extraños, con la Pandemia copando obsesivamente conciencias y consciencias entre buena parte de la Humanidad, la muerte, diversos niveles, aparece como telón de fondo, realidad más o menos camuflada, incómoda, ineludible, sin plazos claros…
Esta situación es solo el marco de algunas crisis profundas, también incrustadas hoy en nuestros mundos; economía indescifrable, política a la deriva, Sociedades sin valores referenciales, Trascendencia desaparecida, Sanidad atrapada, Ciencia en auge imparable, sin mayores controles…
En estos escenarios emerge, con cierta angustia para mi trasfondo existencial, un tema recurrente por el que he transitado buena parte de mi vida; estoy hablando del Sentido más genuino, profundo, de la cortísima – a escalas Cósmicas – estancia terrenal de los humanos, como seres unitarios, pensantes, capaces de sentir, amar, odiar…intensidades variables.
La figura de Dios, presencia, ausencia o inexistencia, parece ser clave en este inmenso laberinto en el que, involuntariamente, hemos sido instalados y por donde caminamos una minúscula fracción de Tiempo…
Si, la sombra de Dios, infinidad de implicaciones, ha rondado con frecuencia mi existencia; su inexistencia me pareció siempre una simplificación demasiado superficial…
En el adoctrinamiento al uso, cuestiones divinas y humanas, que forzosamente tuve que cursar, aparecían flechas que no me decían nada, incluso intelectualmente rechazaba, junto a otras que daban un cierto sentido grande, positivo, sugerente para algunas rutas religiosas, por las que discurrían multitud de viandantes, sin plantearse mayores cuestionamientos, reservados para los “especialistas”.
Nunca me gustaron ofertas cerradas, pero no tenía alternativas y mi trayectoria humana, llena de avatares, bastantes conflictos, también éxitos…me “obligaba” a mantener algunos pilares de referencia.
Muchos años navegando, tormentas y bonanzas entremezcladas, antenas abiertas y mente ávida para encontrar rutas brillantes; mi incursión en la Ciencia avanzada fue tardía, tenía predisposición para ella, había superado el ingreso en Ingeniería Naval, en aquellos tiempos reto muy exigente…pero mi inmersión en temas avanzados, estaba fuera de los vigentes planes de estudio…
Me sumergí, en solitario y con dificultades no menores, en la búsqueda de antenas hacia lo incomprensible, absolutamente atractivas para mí, me he dejado en esta aventura, que continúa, muchas chispas aleteando por mis entornos…; así, remando, a veces con furia, fui encontrando trocitos, casi siempre dispersos de Sabiduría…, todo dentro de territorios sin fronteras claras, inevitables incertidumbres.
Mi conclusión primera, ante el panorama disponible fue que Dios es una realidad, si es que lo es, absolutamente inabordable para nuestra configuración humana, pero ese Ente, nos dicen los mensajes de todas las religiones, es el Origen, Fin, Sentido, Explicación, Esencia, Presencia, Fundamento…de todo lo existente, será…?
Demasiados, potentísimos atributos y una fantástica, enorme, complejísima realidad donde proyectarlos; el Universo conocido al menos, que incluye innumerables, inconmensurables Galaxias, con sus casi infinitos componentes, insignificantes partículas, Ondas, Radiaciones, Materia y Energía oscuras, poderosas constantes, cuya esencia es puro Misterio…conforman convenientemente entrelazados los ladrillos torales de todo cuanto existe…
Convengamos pues, que Dios es algo demasiado grande e incomprensible para nuestras minúsculas dimensiones, siendo así ¿Cómo voy a poder amar – exigencia de todas las religiones – algo tan excesivo, complejo, sin dimensiones, inimaginable…si no queremos caer en la caricatura? ¿Cómo amar a Dios sobre todas las cosas?
Absolutamente imposible. Dios, para mí, lo percibo vagamente, lo intuyo mas bien, más allá de todas las Fronteras, no podría honestamente decir más.
Meditando, meditando…he llegado a interpretar, cocina casera, esa inconmensurable Realidad; quizás, mi arriesgada hipótesis de trabajo, esa figura, Divina complejidad, ha “fabricado” señales para establecer conexiones, poniendo en marcha inimaginables planes…
Pues bien, para mí, esas figuras que cumplen esa “estrategia” divina de aproximación son, desde mi religión heredada, versión absolutamente personal, Jesucristo y su madre María, como figuras centrales…
En el momento, relativamente tardío, que asumí esta hipótesis, mi estructura “mental-trascendente”, cobró un nuevo sentido y adquirió, debo confesarlo, inesperada fuerza; Jesucristo, según este planteamiento, no es Dios, representa una Onda, seguramente entre otras muchas, lanzada desde la Divinidad, para que el Hombre encuentre caminos y sentido en su peregrinaje vital, hipótesis para mí que me suena como armonía válida, compatible con el Personaje indescifrable, que yace en lo indescifrable…
Pienso que las Religiones han servido para articular desarrollos valiosos de la Humanidad, aunque también ha protagonizado clamorosas desviaciones, en definitiva hay que tomar estas Instituciones con espíritu de comprensión, simpatía, crítica razonable, incluso afecto, rigor también…, es decir como
Organizaciones humanas, ciertos rasgos divinos si quieres, que giran en torno a cuestiones que, en el fondo, las sobrepasan…
Visto, líneas generales, este planteamiento un tanto herético que te presento, posiblemente “excomulgable”, te diré que me encuentro cómodo en el, incluso feliz, veo mi posicionamiento coherente; en efecto, las figuras de Jesús y María son de una fantástica presencia en mi vida; siento me conectan con Dios que se me escapa, pero ha lanzado estas formidables pistas, yo diría que geniales, que no son Dios pero representan vías de acceso a lo inaccesible…
Debo mirar la estrella, no la mano que la señala, a veces se puede equivocar, es lo que me propuse en mis escaladas trascendentes; visto así, se me han caído muchas mitificaciones y me siento fuerte en mi dimensión existencial, asisto con frecuencia a ceremonias religiosas, encuentro en ellas una inmensa Paz, a veces plenitud, algo difícil de contar, muy fuerte para percibir…
Comulgo y recibo con ello una especialísima señal de cercanía, claro que no es el Cuerpo de nadie, como el osito del niño, es de trapo, no es real, pero el amor que siente es absolutamente verdadero…; esto que parece una obviedad puede sonar en algunos círculos, como un sacrilegio, a mí se me antoja, por momentos, genuina Cuántica – parte de la Ciencia, más avanzada y exacta en toda la Historia Humana – en estado milagrosamente puro…
Bueno, esta introspección podría ser extrapolable, pienso sinceramente, a todas las religiones, con sus adaptaciones pertinentes; cuando la Humanidad encuentre esta grandiosa pista común, todos podremos circular, habremos dado un paso esencial, todos los sueños serán posibles… y el gran DIOS seguirá estando en los espacios imposibles – su Sitial durante nuestras escaladas terrenales – pero los panoramas serán más respirables…
Mi último apunte; no tengo miedo a la muerte, ni siquiera a sumergirme en la NADA, lo cual propiciaría mi encuentro con la materia y energía oscuras, por las que mantengo enorme curiosidad, no, ya no, mis pánicos de antaño han desaparecido. En realidad estoy íntimamente seguro que las nuevas dimensiones me acercarán a Algo que desconozco en profundidad, pero de lo que tengo, siempre he tenido, insaciable Sed…