lunes, mayo 13, 2024

CABEZA DE PLAYA: Inmersión, cierta profundidad…

Carlos Galguera Roiz
Creo firmemente en la Ciencia pero esta, sin un trasfondo de relámpagos inexplicables, aromas divinos por clasificarlos de alguna manera, lo cual no significa abdicar del imprescindible y profundo rigor, es coja…
Como contrapartida, la Fe, sin reconocimiento cabal de avances científicos, absolutamente contrastados y del más alto nivel, es ciega…
No me gusta ser ciego ni cojo, ni siquiera rondar por estos espacios, aunque no estoy seguro de lograrlo; en realidad estoy verdaderamente seguro de pocas cosas, así que trato de salir de los túneles, aun rodeado de nieblas…
Lo que no puedo admitir son las falsas luces, o lo que a mí me parece que lo son; me producen un rechazo intelectual insuperable, es una limitación con la que he aprendido a convivir…
Einstein escribió una carta impresionante a su hija Lieserl “Cuando propuse la Teoría de la Relatividad, muy pocos entendieron el verdadero mensaje que entrañaba, una pequeñísima minoría de estos trató de interpretarlo…
Hoy te presento a ti, mi querida Lieserl, una de las fuerzas clave, crucial, extremadamente poderosa, que existen en la Naturaleza, para la que la Ciencia no ha encontrado una explicación de fondo, es el Amor”
Es lo que quiero ponerte sobre la mesa, junto a conceptos más o menos paralelos, en este verano incipiente lleno de incógnitas, tan variopintas como inquietantes. Porque en el fondo ¿Qué es en realidad el Amor?
Veamos, el ser humano navega portando en su cerebro 100.000 millones de neuronas, que son células de su Sistema que provocan impulsos nerviosos; esta ingente multitud de elementos se entrelaza a través de conexiones sinápticas, las cuales dan lugar a 100 billones de trasmisiones, impulsos eléctricos y otros entrelazamientos químicos…
Desde todo este galimatías celular, surgen los procesos que son el origen de nuestras facultades más relevantes, como podrían ser: pensar, sentir, Amar, odiar, temer, anhelar, sacrificar, imaginar, crear…
Estamos hablando de la Conciencia, la palanca más interior, ilocalizable desde el ámbito puramente físico, que posee el ser humano; en otras palabras, conjuntos millonarios conformados por diminutas partículas, interactuaciones múltiples, son lo que conforma nuestros diversos, irrepetibles, mundos interiores.

Dentro de estos, su existencia, un tanto virtual, un cuanto física, tiene su residencia en lo que llamamos Mente, que nos proyecta hasta la realidad con la que nos enfrentamos en cada momento, lo que percibimos en nuestro entorno, pero tiene otra dimensión que nos enlaza con la Eternidad, que está latente, sin especiales explicaciones, entre las inquietudes del ser humano de toda condición y en todas las épocas…
Abrir nuestros pensamientos a estas consideraciones, es entrar en terrenos en los que la Ciencia renuncia a penetrar y donde también nuestras intuiciones mas intimas, mantienen como inabordables…
Estamos cerca de los límites, tan lejos de las orillas que precisamos acudir a una especie de salvavidas, la Fe que cada uno porta a su manera, propia versión, personal e intransferible…y dejar que nuestros mecanismos más íntimos, nos proporcionen guías para transitar por los laberintos…
Bueno, te van estas chispas, minúsculas pinceladas, en algún momento podrían aparecer luces más clarificadoras…, porque este panorama me ha parecido siempre tan apasionante como difícil de interpretar, incluso incomprensible…
Este trabajillo es apenas un esbozo, el trasfondo tiene demasiada profundidad y muchas veces no es navegable, pero acostumbrarse a merodear por sus entornos puede ser, quizás, un ejercicio saludable de supervivencia, que te recomiendo y te brindo…

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