Carlos Galguera Roiz
Los conflictos territoriales, en un mundo ampliamente globalizado e infinitamente interconectado son, en realidad, peleas entre grupos de Poder, que se disputan jugosísimas palancas y, en el fondo, juegan a espaldas del verdadero bienestar de la inmensa mayoría ciudadana, a la que juran servir…
En efecto, este status está cuidadosa, concienzudamente manipulado y así las camarillas que pretenden canalizar las “inquietudes independentistas”, juegan sibilinamente con los intereses de sus partidarios, que han ido acondicionando trabajosamente y dicen defender furiosamente, mientras se carcajean de ellos, perfectamente disfrazados en la trastienda…
Sea lo que sea, el conflicto de secesión territorial está en la España actual absolutamente desbocado en Cataluña, más o menos latente en Vascongadas, con unos 1.000 asesinatos en el periodo más virulento de sus reivindicaciones; algunas secuelas en otros territorios y nada más; inmensa mayoría ciudadana se siente pertenecer a la Patria Española, de amplio, fuerte y grande recorrido histórico…
El momento actual que vive España tiene algunas connotaciones peculiares. Pedro Sánchez, a la cabeza del Partido Socialista, llegó a la Presidencia de España con el apoyo de independentistas, diversos matices, grupos anti sistema y partidos de la extrema izquierda…; había que desalojar a la derecha de Rajoy, notable desempeño económico y un halo de corruptelas que le perseguían como un sudario…
Escaso margen de maniobra para el líder socialista, que se embarcó en un vertiginoso ejercicio del Poder, con numerosísimos episodios que mostraron una cosa evidente, pronto perdió el miedo a ejercer su puesto; con 84 escaños en un Congreso de 350, domina, con esos “apoyos” que le auparon al trono, el tablero de las grandes decisiones, o al menos actúa como si lo tuviese controlado…
Curiosa situación. Pues bien, en un momento álgido, con un juicio muy delicado en el Tribunal Supremo en unos días, pidiendo responsabilidades a los presuntos cabecillas de una declaración unilateral de independencia, Golpe de Estado en Román Paladino; movilizaciones numerosas, variopintas…, si, en este momento, confusiones múltiples, saca este Gobierno un As de la manga para enfrentar el tema latente y grave de Cataluña.
Proponen, exposición algo confusa pero viene a decir que se nombraría una personalidad para que juegue la baza de moderador – receptor – relator – solucionador – equilibrante – sugeridor – acercador de posturas – notario…..entre las tendencias enfrentadas, para tratar de encontrar una salida a este interminable laberinto…
La posibilidad teórica trataría de encontrar una personalidad, yo diría genial, no contaminada, portadora de gran Inteligencia, enorme preparación, visión profunda y con Valores Fundamentales compartidos con inmensa mayoría de la ciudadanía española…
Ante la propuesta del Gobierno, los partidos de Derecha, en sus actuales tres versiones, se han lanzado contra el presidente Sánchez, algunos a degüello…; La actual dirigencia de la Derecha en España, términos generales, carece de inteligencia aderezada con dosis de imaginación, de suficiente envergadura…
Por ejemplo, ante la propuesta de buscar a un “Mirlo Blanco” que encauce el eterno conflicto en Cataluña, antes de defenestrar el modelo hubiera sido interesante, aprovechando el envite, proponer a una figura de talla y reconocimiento amplísimos, que pudiera desmontar trampas en campos minados, acercar posiciones en un juego de alta inteligencia, manteniendo Valores, con propuestas asumibles y deseables por inmensas mayorías…; el rechazo de esta figura equivaldría a una confesión de parte, clamorosa, inasumible…
Yo conozco un personaje para esta providencial misión; Víctor Pérez-Díaz, es uno de los intelectuales de más nivel para este reto, que existen hoy en España…
Es mi aportación al rifirrafe que prolifera en España hoy, que se está convirtiendo en un tumor crónico, sin trazas de encontrar luz en los horizontes; tal como está el patio, estamos hablando de una contienda en la que todos pierden, el peor escenario imaginable…
Conste.