sábado, diciembre 21, 2024

CABEZA DE PLAYA: En torno a “La Muerte”

Carlos Galguera Roiz

“La Muerte” capítulo de un ensayo sobre el brillante intelectual coreano Byung-Chul Han, me ha parecido, para mí, absolutamente inabordable, me explico: mostrar una multitud de posiciones ante el hecho crucial, terrible, incluyendo serenidad, afabilidad…, todo en torno a la muerte, es generar, según mi versión, una algarabía de sensaciones contradictorias o, como mínimo, intraducibles…

Me recuerda un hecho que viví, muchos años atrás en México. Trabajaba en un proyecto de negocios con muchos actores, más o menos – más bien menos – interesados pero interesantes, yo dirigía el cotarro, sin las cualidades necesarias, pero esa es otra historia…

Resulta que en esa época, un primo, tocayo mío, estaba en México intentando una difícil – resultó imposible – cura para desintoxicación de drogas. Una tarde paseábamos su padre – mi tío Carlos – él y yo por la calle Reforma del Distrito Federal y aledaños.

El joven drogadicto hablaba incansable, recordaba las “hazañas” de algunos colegas, que lograban con ingeniosas – para mi primo – estrategias, hacerse cada día con ciertos gramos de estupefacientes ante su admiración, mientras su padre y yo caminábamos callados…

Recuerdo un día, después de una interminable sesión, tomó la palabra mi tío, habitualmente poco comunicador.

“Mira Carlos – habló con visible esfuerzo – después de escucharte horas y horas, tengo que decirte que acabo siempre con la misma sensación: la cabeza caliente y los pies fríos…”

Bueno, tengo que decir que la misma frase de mi tío es válida para mí, después de leer el capítulo de “La Muerte” incluido en el trabajo sobre Byung-Chul Han, que presento al inicio de esta reflexión

Mi conclusión personal sobre el tema, siempre provisional: La muerte es un episodio que representa un salto existencial cualitativo, absolutamente personal e intransferible, por esto si nos cuentan una serie de versiones particulares, por muy ilustres nombres que las avalen, el resultado es, para mí, un indescriptible caos intelectual, sin posibles hilos de ensamblaje…

En este aspecto, lo más coherente que he escuchado en mi vida, es el testimonio del padre de un amigo; con algo más de 100 años, estaba en la terraza de su casa, Juan Bravo en Madrid, charla inolvidable.
– “Carlos, te voy a decir una cosa que percibo como una fuerte sensación existencial, no, no tengo miedo a la muerte a estas alturas de mi vida, te confieso que lo que me inspira este suceso inevitable de la muerte es una enorme, yo diría insaciable, CURIOSIDAD…

Plena coincidencia, pensé y pienso ahora, con la visión de mi inolvidable amigo Alfonso, que ya tendrá despejada su gran incógnita, mientras nosotros esperamos el momento…

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