Carlos Galguera Roiz
He reencontrado un relato que tenía perdido, entre mi marabunta de papeles, la verdad es que lo había buscado muchas veces, tenía un vago recuerdo, me había impactado, bastantes años atrás…
Aquí te va, adaptado a mi estilo, este mensaje; le doy la palabra a John Powell, profesor de Teología en Loyola University de Chicago.
De pie observaba a mis estudiantes mientras entraban en el Salón para nuestra primera clase. Fue el primer día que vi a Tommy; extraño, fue mi impresión inicial.
Tommy resultó ser el “ateo de la clase”, objetaba continuamente, sonriendo sarcásticamente sobre la posibilidad de un Dios que nos ama incondicionalmente.
Cuando terminó el curso vino a entregarme su examen final, me preguntó en un tono algo cínico
– ¿Cree usted que alguna vez encontraré a Dios?
Inmediatamente decidí usar una técnica propia
– ¡ No ! le dije muy enfáticamente
– ¿Por qué no?, me respondió, yo creía que ese era el producto que usted estaba vendiendo…
Dejé que estuviera cerca de la puerta de salida y alcé mi voz para decirle
– Tommy, creo que tu nunca e encontrarás a Dios… pero estoy absolutamente seguro que El te encontrará a ti, se encogió de hombros y salió de mi clase y de mi vida; yo quedé algo frustrado, no había captado mi aguda observación “El te encontrará a ti” por lo menos yo pensaba que había sido ingeniosa…
Un tiempo después, supe que Tommy se había graduado, buenas notas, me congratulé sinceramente. Más adelante me llegó una triste noticia, supe que Tommy tenía un cáncer terminal, antes que yo fuera a buscarlo el vino a verme.
Cuando entró en mi oficina estaba demacrado, su pelo largo había desaparecido debido a la Quimioterapia, pero sus ojos brillaban y su voz tenía una firmeza, desconocida para mí.
– Tommy he pensado mucho en ti, oí que estabas enfermo, le dije en tono ligero.
– Si, muy enfermo, me respondió, tengo Cáncer en ambos pulmones, es cuestión de semanas…
– Tom, ¿puedes hablar sobre esto?, le pregunté
– Por supuesto, ¿Qué quiere saber?
– ¿Qué se siente tener solo 24 años y estar muriendo? le dije – Bueno podría ser peor.
– ¿Peor, como qué?
– Bueno, como llegar a los 50 años sin tener valores o ideales; o llegar a los 30 creyendo que beber, seducir mujeres y hacer dinero son “lo máximo” de la vida
De pronto me pareció que aquél que yo rechazara calificándolo despectivamente, Dios la devolviera a mi vida para que me educara…
– Pero por lo que en realidad vine a verlo, siguió hablando Tommy, es por algo que usted me dijo el ultimo día de clase, El te encontrará. Estuve pensándolo, sin especial intensidad, he de reconocer; pero cuando los doctores removieron el tumor que tenía en la ingle y me dijeron que era maligno, ahí fue cuando empecé a buscar a Dios seriamente, cuando el Cáncer se regó a mis órganos vitales, empecé a golpear fuertemente las puertas, pero Dios no salió, de hecho, no pasó nada…
¿Alguna vez ha tratado de hacer algo, máximo esfuerzo, sin obtener resultado alguno? .Uno se harta psicológicamente, se aburre de tratar y tratar y tratar…y eventualmente deja de tratar. Bueno un día me desperté y en lugar de estar lanzando mis reclamos inútiles por encima de ese muro de ladrillos a un Dios que, posiblemente, no estuviera ahí, quizás no existiera… me rendí.
Decidí que en realidad no me importaba Dios, ni una vida después de la muerte, ni nada parecido; decidí pasar el tiempo que me quedara haciendo algo diferente; recordé algo que usted nos había dicho “la mayor tristeza es pasarse la vida sin amor” yo pensé algo mas, igualmente triste sería irse sin haberle dicho a los que uno ama, que los ama.
Así que empecé por el más difícil, mi padre. Estaba leyendo el periódico cuando me acerqué.
– Papá
– ¿Qué? Preguntó sin levantar la vista del periódico.
– Papá, quisiera hablar contigo.
– Bueno, habla.
– Papá… es algo verdaderamente importante, bajó el periódico lentamente
– ¿De qué se trata?
– Papá, yo te amo, solo quería que lo supieras… (Tom me sonrió mientras me contaba este episodio con satisfacción, como si sintiera un gozo cálido y secreto, que fluía desde su interior…)
Entonces mi padre hizo dos cosas que no recuerdo hubiera hecho nunca antes. Lloró y me abrazó; estuvimos hablando toda la noche, aunque el tenía que ir a trabajar al día siguiente. Me sentí tan bien estando cerca de mi padre, de ver sus lágrimas, sentir su abrazo, oírle decir que me amaba… como jamás me había sucedido…
Fue más fácil con mi madre y mi hermano pequeño; también ellos lloraron, nos abrazamos y nos dijimos cosas, compartimos vivencias, guardadas por mucho tiempo. En ese momento solo me arrepentí de una cosa, haber esperado tanto tiempo…
Ahí estaba, comenzando a abrirme a todas las personas que siempre habían estado tan cerca de mi…; entonces un día, inopinadamente, voltee y ¡¡ ahí estaba Dios!! no vino cuando yo se lo rogaba angustiosamente, quizás – pensé –Dios hace las cosas a su manera y en su tiempo…
Pero lo importante es que estaba ahí ¡me había encontrado! Usted tenía razón, me encontró aun después de que yo dejé de buscarle…
– Tom, le dije casi sin aliento, yo creo estás diciendo algo muy importante y más universal de lo que tú puedes pensar, por lo menos para mí, es decir, la forma más segura de encontrar a Dios es no hacer de El una posesión particular, solucionador de problemas, consuelo instantáneo en tiempos de necesidad…sino abrirse al Amor.
Tom, ¿podría pedirte un favor?, le pregunté, cuando te tenía en clase eras una “molestia” para mi, ahora puedes compensarme. ¿Vendrías a mi curso a contar a mis alumnos lo que acabas de decirme…?. Si yo se lo dijera, no tendría el mismo impacto
– Bueno, le contestó Tommy, yo estaba preparado para contárselo a usted, pero no sé si estaré listo para proclamarlo en su clase… – Piénsalo Tom y si te sientes listo, llámame.
Tommy me llamó a los pocos días, estaba listo para hablar a mi clase, lo quería hacer por Dios y por mí. Así hicimos una cita, pero Tom nunca pudo llegar, tenía una cita mucho más importante que la mía y la de los alumnos de mi clase…