Francisco Gómez Maza
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Ya ni el salón de clases es seguro para vivir en paz
El asesinato de Aideé, alumna del Colegio de Ciencias y Humanidades Oriente no tiene calificativo, es un vil asesinato, un homicidio que tiene que ser investigado a conciencia y castigado el homicida. El de Aideé es un ejemplo, sólo un deplorable ejemplo, de lo que ocurre todos los días en México, donde miles de personas son asesinadas sin miramientos, muchas sólo porque estuvieron en el lugar y a la hora equivocados. Se perdió el respeto a la vida humana en este país en el que la vida humana era ofrecida a los dioses. Ahora, ni las aulas escolares son refugio para eludir la violencia de la delincuencia. Llegas a estudiar y te matan. Qué terrible.
Este miércoles primero de mayo, algunos alumnos del CCH Oriente, condiscipulos de Aideé especularon que, posiblemente, la bala asesina fue disparada por vendedores de droga que desde hace mucho se apoderaron de las escuelas (por cierto, si alguien tiene la información que me haga el favor de informarme si este asunto mortal está tomado en cuenta en la reforma educativa del gobierno de López Obrador, que parece que aún duerme porque no pone de acuerdo a la mayoría de legisladores).
Rebela el diario El Universal, en su edición digital de este 2 de mayo, que alumnos del CCH Oriente y compañeros de Aideé proporcionaron información, que es analizada por la procuraduría general de justicia de la Ciudad de México para esclarecer el homicidio de la joven, quien recibió un disparo mientras estaba en clase de matemáticas, dentro del salón.
Pero la bala no es menor. Es una de 9mm que sólo disparan armas poderosas Bala perdida 9 mm mató a Aideé, la alumna del CCH Oriente: peritos En este sentido, se dio a conocer, con base a estudios periciales de especialistas en balística de la procuraduría, la ojiva que mató a la estudiante fue de un arma calibre 9 milímetros y no una 22, como se pensó en un principio por el tamaño de la herida y el sonido tenue que escucharon los compañeros de clase de Aideé, minutos antes que la joven cayera al piso. (Hay una gran variedad de armas que disparan balas 9mm).
De acuerdo con la investigación de El Universal, esta primera hipótesis concuerda con las declaraciones de los compañeros de la joven, quien se quejaba de dolor abdominal, por lo que incluso los paramédicos pensaron que era peritonitis, de igual manera, se pensó que se trataba de una bala calibre .22 la que la hirió, por el tamaño de la herida; sin embargo, el estudio de balística arrojó otra información. El Instituto de Ciencias Forenses (INCIFO) determinó, luego la necropsia, que la causa de la muerte fue por impacto de bala que atravesó el tórax y abdomen, penetrando las dos cavidades y la bala quedaría alojada en esta zona.
Con esta información, los peritos de la procuraduría capitalina establecieron como primera hipótesis que posiblemente fue una “bala perdida” y que ésta provino de varios metros de distancia del aula. Sin embargo, la investigación no es concluyente, pues aún faltan por realizan otros peritajes, así como una reconstrucción de los hechos. Buscan a supuestos narcomenudistas. Con base a los primeros testimonios, los compañeros de la joven de 18 años detallaron a las autoridades que, en las inmediaciones del salón, merodeaban por lo menos cuatro jóvenes a quienes identifican como “vendedores de drogas”; los testimonios detallan que “dieron dos vueltas de manera sospechosa”. Luego, escucharon la detonación y Aideé cayó al piso, para más tarde morir a consecuencia del impacto de una bala calibre 9 milímetros.
Pero bueno, investigaciones más, investigaciones menos serían provechosas si dan con el asesino. No van a revivir a Aideé. Pero sí castigar al asesino. Precisamente aquí radica el problema del incremento de la violencia y los asesinatos. Que las policías no aciertan en su búsqueda de los asesinos y los delitos permanecen impunes. O no ponen interés en las investigaciones. Veremos que hacen los investigadores en este caso que ha conmovido a la nación. analisisafondo@gmx.com