Francisco Gómez Maza
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Los priistas deben apagar la luz y cerrar sus puertas
Este domingo se consumó la debacle del PAN. Del PRI ya ni hablar. Está muerto. Marko Cortes, el adolescente que no pudo con el paquete de dirigente del partido albiceleste, está obligado a renunciar y dejar el lugar a algún político de la derecha inteligente; no procaz ni mentecata, que tenga tamaños para, en vez de denostar al presidente López Obrador, retejer los hilos hechos ovillo de ese partido, que durante mucho tiempo, fue la conciencia democrática del sistema “revolucionario”, cuando estaba integrado por gente decente, honesta, intelectual y no por aventureros, piratas, comerciantes de la política, boca flojas, sinvergüenzas, borrachines, que al paso del tiempo se encargaron de destruir el proyecto democrático de los fundadores.
El padre fundador del proyecto panista fue don Manuel Gómez Morín, director del Banco de México y uno de Los Siete Sabios (los otros fueron Antonio Castro Leal (1896, San Luis Potosí) abogado y filósofo; Alberto Vásquez del Mercado (1893, Guerrero) abogado, crítico literario y profesor; Vicente Lombardo Toledano (1894, Puebla), dirigente socialista; Teófilo Olea y Leyva (1895, Morelos), Alfonso Caso (1896, DF) y Jesús Moreno Baca (1894, Chihuahua).
La dirigencia panista que acompañó al fundador era de derecha, de la prosapia mexicana, pero estaban protegidos por la cultura, lo intelectual, la honradez, la honestidad, la solidaridad. En la actualidad, nadie da un comino por el partido, porque su dirigencia está formada por gambusinos, aventureros, traidores, corruptos. Del PRI, ni hablar. Habrá que esperar sus prontas exequias. Se acabó la revolución que ellos decían representar, pero se ahogaron en un mar nauseabundo de corrupción, de impunidad, de simulación y cinismo. No tienen cara para seguir insistiendo. Más les valiera no haber nacido. A muchos les espera el encierro en un centro penitenciario de alta seguridad.
El PAN fue el gran perdedor en las elecciones estatales de este domingo 2 de junio, principalmente en sus bastiones, que creían inexpugnables: Baja California, el primer estado ganado por la oposición panista en 1989 con el político californiano nacido en San Diego. El PAN mantuvo en su poder aquella entidad durante 30 años, hasta que apareció Morena, una gama de colores políticos, que destronó inmisericordemente al blanquiazul en aquella entidad. Este domingo, el candidato morenista, Jaime Bonilla, obtuvo el 50.28 por ciento de los votos, en tanto que Óscar Vega, del PAN, se quedó a la orilla con 23.21 por ciento. La hegemonía albiceleste fue destrozada.
Otro tanto ocurrió en el estado de Puebla, en donde el PAN se había entronizado con los Moreno Valle, mercenarios de la política. Después del fatídico episodio de la muerte de la gobernadora panista, Martha Erika Alonso, junto con su marido, Rafael Moreno Valle, a quien había sustituido en las elecciones normales. Aquí, de nuevo Morena se impuso al PAN con la candidatura de Miguel Barbosa, perdedor ante la desaparecida Alonso.
Quintana Roo se pinta de color vino, mientras Tamaulipas, Durango y Aguascalientes quedan, por el momento, en manos del panismo. Focos rojos para Morena, que deberá trabajar más intensamente con la ciudadanía de estos estados si quiere llevarse el carro completo en los comicios de mitad de sexenio.
Unas elecciones, las del domingo, reveladoras de lo que quieren las mayorías. Duro, el golpe electoral para el PAN. Pero ellos se lo buscaron al aliarse con el PRI del pasado inmediato y al darle entrada a aventureros y priistas vestidos de azul.
A los priistas les aguarda el horror de la soledad del cementerio político. Pero también ellos se lo buscaron al convertirse en un cártel de facinerosos avorazados que saquearon las arcas de la nación y, perdón por la palabra altisonante, encabronaron a las mayorías. Sólo un grupúsculo de enanos de tapanco se niega a aceptar la nueva realidad. analisisafondo@gmail.com