Francisco Gómez Maza
Todo sea por el ¡Maldito dinero que nada vale!
Pero dónde están los 10.5 millones de dólares
Qué terrible y deshonroso debe de ser caer de la nube en que andabas, como dice la canción…
Y de repente verte, como en una pesadilla nocturna y noctámbula, en una jaula (celda se le dice “elegantemente”.) de penal, de reclusorio. Deshonrado por la misma deshonra.
Encerrado nada imaginariamente en esa celda, como la celda de la abeja reina de un panal de miel, nomás que llena de hiel, con el acíbar de la incertidumbre, de la desesperanza, del eterno presente que se hace ansiedad, angustia y desesperación; como el Infierno de Dante, encierro que suena eterno, sinfín, interminable en el tiempo y en la Eternidad. Pero es que 10.500,000 dólares bien lo valen (¿?).
Todo por la ambición de ser inmensamente rico, convertir en oro todo lo que se toca, a costa de lo que sea, inclusive llevándose entre las patas a esposa, a madre y todo cuanto se atraviese.
Esa experiencia la ha de haber vivido, este miércoles 3 de noviembre, imagino que después de haber estado con sus muertos, en familia, en un requiescant in pace (el martes fue Día de los Fieles Difuntos), Emilio Lozoya Austin, ex director de Petróleos Mexicanos en la administración de Enrique Peña, quien también anda suelto y a salto de mata.
Y qué pensarán, que sentirán, que imaginarán los legisladores aquellos que aprobaron las “reformas estructurales” de Luis Videgaray a cambio de un chayote muy espinudo; de esos coletos que lastiman, que le sacan sangre al alma. Estoy imaginando al joven Anaya, retirado en Atlanta. Y al señor de la casa de Malinalco.
Este miércoles 3 de noviembre, aún con aroma de incienso y pétalos de cempasúchil, el susodicho, el antihéroe, tuvo que abandonar, forzosamente, obligado por fuerzas policiales, el lujo de su mansión, su condición de soplón, y enfilarse rumbo a su fatal destino: el Reclusorio Norte, para no volver a salir, siendo cuasi preso hogareño, a ninguna espléndida cena en cualquier comedero de lujuria.
Y ya enjaulado, el socio de Videgaray Caso y del dueño de la Casa Blanca, tendrá que responder a gravísimos cargos de corrupción, de gran corrupción; no de mordida de agente de tránsito –cuánto me he acordado de doña Rosario (por cierto, el otro día revisando mis archivos de reportero me encontré con unas gráficas donde ella aparece saludando al comandante Fidel Castro)-, y enfrentar a sus acusadores, desde una celda, trocado el traje de casimir inglés por el uniforme de color caqui de los presidiarios. Una celda de máxima seguridad, además, para que no corra el riesgo de ser agredido gravemente por alguno de sus socios encarcelados en idéntica jaula.
Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar. Este axioma, los hombres y mujeres importantes, que enfrentan la tentación de meter las manos en las arcas de la nación, a la hora de la hora lo desconocen. Y las meten …
A DESFONDO: Claro, por supuesto que puede haber más y no porque lo advierta el doctor Hugo López-Gatell. Vendrán muchas más “olas” de coronavirus. Cuántas. Quién sabe. Por lo pronto, la temporada de invierno será muy propicia para cebar los coronavirus, que toda autoridad sanitaria está convencida de que estarán con nosotros durante mucho tiempo, muchos años… Y los seres humanos que no entendemos: las calles y avenidas, en tumultuosos atascos vehiculares; los centros sociales, repletos de hombres, mujeres y niños… los centros comerciales, los almacenes, las celebraciones. Como si el virus de la covid-19 ya fuera historia. “Hay que tener la mente clara de que puede haber, no sólo cuartas, quintas, sextas, séptimas olas. Estados Unidos, por ejemplo, ya va por la séptima y, en el momento, afortunadamente va en descenso, pero nada quita que podría activarse. La Secretaría de Salubridad planea instalar puestos permanentes de vacunación contra covid-19, principalmente en las unidades de atención médica de todo el sector salud, para que en ellos pueda vacunarse todo aquel individuo que cumpla 18 años de edad. Por momento no están previstas terceras o segundas dosis.