Francisco Gómez Maza
- México, Cómo Vamos
- Del Carajo, diría el Mudo
Los gobernantes pueden decir lo que quieran; alardear de que la situación del país mejora, de que la economía está saliendo de la crisis, de que la inflación está en los rangos profetizados por los gurúes del banco central, de que se están creando muchos empleos, de que el comercio exterior va viento en popa, de que la pobreza disminuye. O de que a chuchita siempre no la bolsearon y vive como princesa en esta tierra de palacetes.
Todas estas induras escuchará y verá usted a través de los medios de información y propaganda – prensa escrita, radio, televisión – y por los verdaderos medios de comunicación – de aquí para allá y de allá para acá – que son las llamadas redes sociales, en donde los políticos se exponen a la rechifla general por sus mentiras, si bien les va, o a una catarata de mentadas de madre.
Pero, como dice el adagio, el león no es como lo pintan. La situación real de la economía responde más a lo fallido, por la irresponsabilidad de quienes controlan la economía- Y quien lleva un seguimiento puntual de la relación entre la demagogia y la realidad del proceso productivo, y lo hace muy bien, es México, ¿Cómo Vamos?, un colectivo de investigadores. integrado por un grupo plural de académicos y expertos en economía y política pública mexicana.
Por lo pronto, sin entrar a ver el comportamiento de la producción, la inflación, la productividad, las exportaciones, entre otros indicadores, detengámonos a analizar y reflexionar el rubro del empleo, ya que es un indicador infinitamente importante para calificar un sistema o modelo económico.
Y aunque el propio presidente ha presumido que. en su peliagudo periodo sexenal se han creado muchos empleos, la verdad es que ni son suficientes para satisfacer la gran demanda, ni son remunerados con justicia, esa palabra que echaron al bote de la basura los herederos de las mañas de la clase política salida del pueblo de Atlacomulco, tierra de caciques. No es, ciertamente, el sexenio del empleo, como lo presume el señor Peña.
En ese muy sensible terreno, porque del empleo dependen en buena medida los niveles de malestar social de por lo menos cien millones de mexicanos, hasta el pasado julio se crearon 555,598 empleos cuando la meta oficial era de 100 mil nuevos puestos de trabajo por mes en la economía controlada por el fisco. (Muchos han tenido que emigrar a la economía subterránea porque ahí ganan mejor que en la formal o se autoemplean en tianguis y mercados callejeros.)
Esto nos lleva a deducir que una economía que no genera los empleos suficientes para satisfacer la demanda, no es una economía exitosa. Algunos la califican de fallida. Y es que también el producto interno bruto anda rosando niveles porcentuales ridículos. Al segundo trimestre del año, sólo creció poquitito más de medio punto porcentual (0.6 %) con una tasa anualizada de 2.3 por ciento, que ya es mucho, cuando la meta del gobierno era lograr un crecimiento del PIB de 4.5% al final del año, lo que implica que los economistas del gobierno tienen muy poca idea de cómo alentar el crecimiento. Tendrían que ir a tomar cursos de ciencia económica a cualquiera de los BRICS, de perdida, ya no de los famosísimos Tigres asiáticos, cuyos niveles de vida se fueron por los cielos debido al buen manejo del comportamiento de las variables económicas (Tanto librecambismo como requiere el mercado, como tanta intervención del Estado como lo necesite, porque las leyes de la oferta y la demanda no son infalibles).
Vamos mal en crecimiento económico, en inflación (cuyo crecimiento ya casi está en el 7 por ciento (6.44), en productividad (-0.5%), en fomento a las exportaciones (13.6%), en empleos formales (como ya lo abordamos más arriba), en el comportamiento de la inversión (22.2%), en competitividad (el lugar 48 de 63 economías), en valor agregado (43.3) y en Estado de Derecho (16%).
Así que aquellos sueños guajiros de modernizar la economía, modernizando a Pemex, para crecer a lo bestia y ser competitivos en el contexto mundial, fueron sueños de marihuanos. ¿Ha visto usted un joven adicto a la yerba? Con ojos de ensueño, soñando en el paraíso.
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