Claudia Rodríguez
Si Enrique Peña Nieto ha entrado en la disertación de si hay vida después de la Presidencia o si después de esta, en realidad empieza la vida; da para discutir qué tanto le pesó o disfrutó su encargo.
Si alguien lo animó a aventurarse en la empresa de la Presidencia de México, quizá poco le dijo de los contras de estar en una silla presidencial, pero seguro sí le habló de que se trata ser el jefe supremo de todo un país y el gran poder que se ejerce al interior y en otros casos, al exterior.
Nadie puede negar que a Peña le gustara la popularidad, la aceptación, el Gobierno como en campaña y hasta ser colocado hacia el mundo como el “salvador de México y los mexicanos”.
Pero hay algo que nosotros los gobernados ya no soportamos y eso se llama abuso de la mano de la corrupción y la violencia; y la incapacidad de Peña de salir dar la cara en primerísimos momentos de cada momento álgido de su mandato, hizo pensar a muchos que su liderazgo era más bien de titiritero.
Peña sí le hizo al muertito en diversas situaciones decisivas para el país, dejando crecer incluso el conflicto a nivel mediático: La Casa Blanca de Las Lomas de Chapultepec, la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa en una noche en Iguala, Guerrero, de verdadero terror, la fuga de “El Chapo Guzmán” de un penal de alta seguridad, los estragos de la visita intempestiva de Donald Trump como candidato republicano a la Presidencia Estadounidense, socavones, violencia, pobreza, carencia y hasta por la violación de derechos civiles y políticos de quien el consideró sus enemigos y no sus adversarios de ideas.
De muertito dejó Peña Nieto, también deslizarse el peso frente al dólar estadounidense y otras monedas del mundo de manera dramática, al igual que no palió el efecto del aumento una y otra vez de las tasas de interés anualizadas y tampoco defendió la economía doméstica.
De muertito pero muy vivito, entregó Peña, poco a poco los recursos y la infraestructura a sus amigos empresarios, y nos intentó contar el cuento de que era el camino del desarrollo.
Si Peña Nieto, piensa ya que en quince días empezará su vida, tal vez sea la de la etapa judicial; porque somos millones de mexicanos quienes creemos que la impunidad sobre todo entre la clase política, debe tener al menos una rendición de cuentas claras, clarísimas, y si no, el paso de un proceso judicializado.
La vida pues, tiene muchas facetas y las karmáticas también existen.
Acta Divina… El presidente, Enrique Peña Nieto, declaró que “hay vida después de la Presidencia” y advirtió que al término de su sexenio comenzará esa vida.
Para advertir… Y todavía no le aplaudimos.