Salvador Flores Llamas
“El pueblo sabio”, y precisamente por serlo, no decidió el absurdo que anunció López Obrador: sustituir el aeropuerto en Texcoco (NAIM) por la red aeroportuaria del Benito Juárez con el de Toluca y el que se construirá en la Base Aérea de Santa Lucía, a todas luces lo menos indicado.
(Simplemente cuánto costará a los pasajeros llegar a Santa Lucía o a Toluca; no digamos el traslado de equipajes, el tiempo que deberán invertir en las conexiones de vuelos nacionales a internacionales y viceversa; el peligro de que se sature el espacio aéreo y choquen los aviones, aunque el empresario predilecto de Amlo, José María Riobóo, que está atrás de todo esto, diga que las naves se repelen.
(Eso sin contar con que varias líneas extranjeras ya habían anunciado que no volarían ni a Santa Lucía ni a Toluca).
Dizque basado en la pantomima de consulta popular de 4 días que organizó, llegó a eso que él y sus segundos indujeron hasta la saciedad; en ella participó poco más de un millón de “incautos”, frente a 30.11 millones de votos que Amlo obtuvo el 1 de julio. Eso indica que su popularidad va en caída libre.
El solo anuncio, la noche del domingo, de que Santa Lucía ganó la consulta, causó a la mañana del lunes una caída de 32 centavos del peso ante al dólar, antes de la crisis económica que se previó, la fuga de capitales que ya se venía dando, el desprestigio crediticio del país y la huida del dinero foráneo.
Junto con las demandas por incumplimiento de contratos de inversión, anunciadas desde antes.
Por el bien de México, ojalá esa tormenta no sea tan intensa como se dijo, y no sería porque Obrador declaró que la consulta fue “democrática” y él responde con su prestigio y honestidad.
No parece sino que México está a merced de desgracias, propiciadas por nosotros mismos y de las que nos envía Trump, como las caravanas de migrantes centroamericanos; ya viene la tercera porque nuestro gobierno no ha sabido enfrentar el problema y Amlo les ofrece trabajo, como si en México no hubiera millones de desempleados.
El presidente gringo juga no sólo con el destino de México, de su propio país, sino del mundo, mediante conflictos que crea en vísperas de las elecciones del 6 de noviembre, que decidirán las mayorías en las cámaras del congreso en Wáshington y su propia reelección a la larga.
El magnate también canceló un acuerdo de reducción de armas nucleares, que firmaron Ronald Reagan y Gorbachov, para hacer creer que está peleado con Putin, echar atrás el russiangate y quitar la idea de que está sometido al Vladimir, quien le tiene tomada la medida.
Anunció además que evitará que Irak venda su petróleo a otros países, y bloqueará para ello el Estrecho de Ormuz el 5 de noviembre, precisamente un día antes de la elección en EU.
No parece sino que Amlo y Trump tienen secuestrados a sus propios países, como el clan de Ricardo Anaya tiene al PAN y quiere imponerle de nuevo presidente nacional a Marko Cortés, para seguir sirviéndose del partido para sus propios intereses.
Marko tiene de arma preferida la demagogia: habla de moralizar al PAN, para encubrir que le gusta recibir dinero, como los 70 millones que un empresario le entregó en 2011 cuando era precandidato a gobernador de Michoacán. Al reprochárselo Juan José Rodríguez Pratts, a la sazón delegado del CEN, Cortés le respondió: “todos lo hacen”.
No nos toca deshacer las maniobras de Trump, mas sí podemos criticarlas; pero en nuestras manos está combatir las de Amlo, quien aún no toma posesión y ya se muestra como el amo absoluto de los mexicanos, porque Peña Nieto le teme, según se ve.
En cuanto al PAN, Manuel Gómez Morín, el contrincante de Marko por la jefatura nacional, enfrenta la parcialidad de la actual dirigencia anayista, encabezada por Marcelo Torres Cofiño, quien alienta a gobernadores, alcaldes y dirigentes panistas a apoyar con todo a Marko Cortés Mendoza.
Pero el nieto del fundador del PAN busca el voto de los panistas de a pie, de los auténticos, los que sí luchan por el bien común de México.
Ni la burla perdonan los “próceres” Amlo, Trump y Marko, creen que los mexicanos somos idiotas y comprueban que el sentido común es el menos común de los sentidos.
@chavafloresll