martes, noviembre 26, 2024

ACENTO: La hora de la verdad

Salvador Flores Llamas

El triunfo de la selección mexicana de futbol sobre la de Alemania comprueba que vence quien muestra mejores atributos en el momento oportuno, no quien presume ser el mejor por ensalmo, y menos quien sólo aspira al segundo lugar con el auspicio faccioso de Peña Nieto, campeón de la mentira institucionalizada.

Aunque dicen que la victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana, ningún candidato podrá adueñarse del triunfo del Tri, y se llevará un chasco quien desee abrogárselo, como les pasó a vivales de Morena que fueron abucheados y corridos de la celebración popular por el triunfo en el Ángel de la Independencia, al empezar a repartir camisetas de Morena y a echarle porras al Peje.

Anaya denunció ante la PGR a Peña y a Meade, por el contrato “etileno 2l”, con que vendieron etanol a una filial de Odebrecht, con ganancia de a $30 mil millones. Acusación que distó mucho de tener la publicidad aplastante que los medios y las redes sociales dieron al video truqueado en que J. Luis Barreiro, hermano de Manuel, supuesto cómplice de Ricardo en lavar dinero, reiteró las inculpaciones a éste y poco faltó para que le dijera hasta de qué iba morir.

Muestra adicional del pacto entre Peña y Amlo para que éste gane.

Los ataques contra el panista van viento en popa, y no buscan arrebatarle votos para Meade, sino para Andrés, pues desde el primero se vio que favoreció al hoy contlapache de Peña, quien ya aceptó que su “gallo”  no triunfará, pero sí lo hará López, quien le prometió perdón e impunidad por su larga cauda de corruptelas y delitos.

El Presidente se agarró del pacto como de un clavo ardiendo, pese al refrán que dice: “prometer no empobrece, dar es lo que aniquila”.

Colmilludo, López le juega el dedo en la boca como a todos sus auditorios, a los que promete lo que quieren oir: que combatirá la corrupción, dará garantías a los empresarios, bajará el Iva en la frontera norte, hará autosuficiente al país en alimentos, le leerá la cartilla a Trump y demás.

Le disgusta que ataquen a él y a los suyos: a eso llama guerra sucia, hostilidad, difamación y cuando los medios denuncian tropelías y delitos de su gente, les pide ecuanimidad, objetividad  y profesionalismo.

Señal de que ya en el poder, les exigiría cero denuncias y ataques en su contra, avance de la dictadura que muchos auguran instauraría, como su admirado, el venezolano Hugo Chávez, quien en septiembre de 2004 negó querer perpetuarse en el poder.

“No es cierto que tenga ningún plan para perpetuarme en el poder, y la propuesta del diputado Luis Velázquez fue hecha de buena fe, pero no la comparto, no estoy de acuerdo ni la apoyo”, aseguró.

 

Después de tres mandatos presidenciales no pudo asumir el cuarto, porque se lo llevó la parca, pero dejó buen ejemplo a Evo Morales, de Bolivia, quien va en su reelección tercera; a Rafael Correa, de Ecuador, quien perdió la votación para enmendar la Constitución y poder reelegirse por tercera vez.

Y a Daniel Ortega, quien en su segunda reelección nombró vicepresidenta a su esposa Rosario Murillo y tiene sumergida a Nicaragua en un río de sangre, por la crueldad con que reprime las protestas populares contra su gobierno.

Los mexicanos debemos vernos en ese espejo; allá quienes crean el grito de en Guadalajara: “Tengan confianza en mí, no voy a traicionar al pueblo”.

López se ha dedicado a sembrar esperanzas de que resolverá los problemas, pero no se sabe cómo ni con qué, pues no bastarán el voluntarismo ni los 500 mil millones que dice le dejaría abrogar la corrupción, pues promete no aumentar impuestos, sino disminuirlos, como el Iva en la frontera norte, ni dispondría inmediatamente de dicho dinero y la gente espera resultados rápidos.

Tampoco sabemos cuántos problemas resolvería con la mano alzada de la gente, como perdonar a Peña, respetar los contratos petroleros y continuar el nuevo aeropuerto en Texcoco, porque es fácil decir que el pueblo es sabio, aunque no conoce los intríngulis técnico-políticos de los asuntos.

Hay priistas que se resisten a ocultar los frutos de su corrupción, como César Camacho Quiroz, ex gobernador del Edomex, ex líder nacional del PRI y ex coordinador tricolor en la Cámara de diputados, quien sin empacho presume su colección de finísimos y carísimos relojes.

El líder del sindicato petrolero y senador Carlos Romero Deschamps invitó a Meade y a la plana mayor del PRI a la reciente boda de su hija en su mansión de Acapulco, valuada en 64 millones de dólares, que 50 millones de mexicanos pobres no podrían a ganar en toda su vida, trabajando, no liderando. 

Y eso que J. Antonio juró y perjuró que será “implacable contra la corrupción”; mas no se sabe contra la de quien, pese a que ese cáncer carcome al régimen de Peña Nieto y a su partido y es la razón por la que millones de mexicanos le niegan sus votos.

Un repaso a vuela pluma de recientes exgobernadores priistas (aparte de los cómplices de Peña, a quienes finge enjuiciar: César y Javier Duarte, de Chihuahua y Veracruz, y Roberto Borje, de Quintana Roo) revela que Fidel Herrera se llevó 45 mil millones de Veracruz; Humberto Moreira 38 mil de Coahuila; José Murat y Ulises Ruiz 30 mil y 20 mil de Oaxaca, respectivamente.

Sin mencionar la “Estafa Maestra” en que, según la Auditoría Superior de la Federación, Rosario Robles distrajo 7,500 millones, al pasar por Sedesol (que heredó a Meade, y donde él tampoco salió bien librado) y por Sedatu. 

La selección nos dio ejemplo con su victoria más meritoria en los campeonatos mundiales. Si escogemos al mejor candidato presidencial a la hora de la verdad, será el mayor éxito para México. Podremos lograrlo, si en futbol vencimos al campeón del mundo.

llamascallao@hotmail.com

@chavafloresll

 

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