miércoles, abril 17, 2024

ACENTO: Armando Ávila Sotomayor

Salvador Flores Llamas

Este 9 de marzo  hizo 3 años que falleció Armando Ávila Sotomayor, mexicano ejemplar, amigo entrañable y padre amoroso de 9 hijos (murió Carlos Eduardo) que procreó con su excepcional esposa, la moreliana Ana María Guzmán Rangel, y tuvo en suerte celebrar el tercer año de su primer bisnieto tres días antes de pasar a vida mejor.

Líder estudiantil desde sus mocedades, logró la autonomía del Instituto de Ciencias de Aguascalientes, su terruño, que se convirtió en la Universidad Autónoma del estado, con el respaldo del “Maestro de América” José Vasconcelos, que lo distinguió con su amistad.

Lo fue también de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC), pilar de la batalla por la autonomía de la Universidad Nacional, donde coincidió con otros destacados jóvenes idealistas: Armando Chávez Camacho, Carlos Septién García, Luis Calderón Vega, Gonzalo Chapela, Luis Islas García, Jesús Hernández Díaz, Juan Sánchez Navarro, Manuel Ulloa, Daniel Kuri Breña, entre muchos, de quienes fue asesor sin par el jesuita Ramón Martínez Silva

Dirigió igualmente la Confederación Nacional de Estudiantes.

Con tal carácter participó en congresos internacionales en España y otras naciones europeas, donde difundió el mensaje de la juventud estudiosa mexicana auténtica.  

Aportó sus dotes al Partido Acción Nacional (PAN), recién fundado por Manuel Gómez Moría, Efraín González Luna, Miguel Estrada Iurbide (“la Triada Fundadora”), Manuel Herrera y Lasso, Rafael Preciado Hernández, Juan Gutiérrez Lascuaráin, Luis Calderón Vega, Alejandro Ruiz Villaloz, Gustavo Molina Font, Juan Landerreche Obregón, Francisco Fernández del Cueto, Manuel R. Samperio y Aquiles Elorduy, entre otros.

Tocó a Gómez Morín, como rector de la UNAM, consolidar la autonomía y a petición suya, Armando colaboró con él en la expansión del nuevo partido.  

Recién llegado al DF y por su ascendiente entre los universitarios de Aguascalientes, D.Manuel lo envió a dirigir la campaña de Aquiles Elórduy, primer candidato del PAN a gobernador del estado; pero el régimen no le reconoció el triunfo y después fue de los 4 primeros  diputados federales del partido en 1946, con Juan Gutiérrez Lascuráin, Manuel Ramírez Munguía y Antonio L. Rodríguez.

Armando fue varias veces candidato a diputado federal, mas no llegó hasta a la LI Legislatura, segunda del sexenio de López Portillo (1979-82) coordinada por Luis M. Farías, antiguo compañero en los afanes autonómicos, cuando éste militó en el llamado grupo secreto “Los Conejos”.

Compartió curules con Abel Vicencio Tovar, Luis Calderón Vega, Esteban Zamora Camacho,  Luis Castañeda Guzmán, Carlos Castillo Peraza, Juan Antonio García Villa, Salvador Morales Muñoz, Eugenio Ortiz Walls, Raúl Velasco Zimbrón, Rafael Morelos Valdés, Pablo Emilio Madero, Juan de Dios Castro Lozano, Graciela Aceves de Romero, Fernando Canales Clariond, entre otros panistas distinguidos.

Ellos llegaron por la Reforma Política de 1977 (promulgada por López Portillo e ideada por Jesús Reyes Heroles) e inició la transición democrática: así México pasó del partido hegemónico (PRI) al pluriparidismo, 20 años después a la mayoría de diputados opositores en la LVII Legislatura y a  la alternancia en la Presidencia de la República el 2 de julio de 2000, con el triunfo de Vicente Fox.

Al renovarse la Cámara Baja en las elecciones intermedias de 1979, el PRI recibió el 69.84% de votos, le tocaron 296 diputados y perdió 4 de mayoría a manos del PAN, que logró 10.79% de sufragios y mereció 42 curules plurinominales, 46 en total.

La Reforma Política de 1977 reconoció a los partidos Comunista Mexicano y al Demócrata Mexicano (sinarquista) que obtuvieron 4.97% de la votación (18 diputados) y 2.05% (10 diputados). El Popular Socialista alcanzó 2.59% (12 diputados), el Socialista de los Trabajadores 2.12% (12 diputados) y el Auténtico de la Revolución Mexicana 1.81% 10 diputados., según Google.

Dicha reforma implicó importantes cambios legales, promovidos por el político, jurista e intelectual Jesús Reyes Herolessecretario de Gobernación, para resolver el problema de legitimidad surgido porque López Portillo ganó la elección sin oponente real, pues el PAN no lanzó candidato por disputas internas y a Valentín Campa le anularon casi un millón de sufragios, porque lo lanzó el proscrito Partido Comunista Mexicano.   

“Bajamos a los guerrilleros del cerro para que dirimieran sus diferencias en el Congreso en forma civilizada”, expresó Reyes Heroles.

Armando fue también dirigente de la Acción Católica, cuyo presidente nacional Manuel E. Cal y Mayor lo propuso a Don Rodrigo de Llano, director general de “Excélsior”, como editorialista –cuando éste le solicitó prospectos– con Carlos Alvear Acevedo y Efraín González Morfín; fue editorialista de edición la principal del rotativo y de la primera de “Últimas Noticias”, además articulista de ambos.

Su primer editorial fue a la muerte de Vasconcelos: gustoso delineó una soberbia semblanza de ese mexicano impar; con la que ingresó al diario por la puerta grande y D. Rodrigo lo felicitó.

Como director del periódico estudiantil “Reforma Universitaria”, Amando me ordenó entrevistar a Vasconcelos, en la Biblioteca de México, que D. José dirigía, en la Ciudadela en 1958; él me consiguió la cita.

El egregio pensador, a quien apoyaron, entusiastas, los estudiantes y los jóvenes en general, me recibió muy atento y obsequió casi una hora de su valioso tiempo en charla muy ilustrativa y sabrosa, tras haberla programado de 15 minutos.

Meses después encontré al mejor secretario de Educación que ha tenido México (lo fue con Obregón) conversando con su amigo Gómez Morín por la calle de Motolinía (en el Centro Histórico). En eso pasó una bella joven, y D. José la siguió con la vista hasta que desapareció en la esquina próxima.

Consciente de haber dejado a D. Manuel con la conversación en la boca, le dijo: “Perdone, licenciado, pero el Señor no ha querido librarme de la pasión por las mujeres”. 

Armando tuvo la gentileza de honrarme con su amistad y aceptar que desayunáramos cada mes por muchos años; me enseñó mucho, compartió experiencias y narró anécdotas, como cuando estudiaba en San Ildefonso, llegó Islas García, articulista de Diorama de la Cultura de “Excélsior”, e invitó a los estudiantes a ir a conocer a Diego Rivera, que pintaba el gran mural de la escalinata central del Palacio Nacional.

Él lo acompañó. Al llegar al escenario de Diego, Islas le gritó “Sapo, Sapo”. Oyó que muy arriba rechinaba y se estremecía el andamio. Asomó el corpulento guanajuatense, quien contestó “ya voy” y bajó.

Así conoció al gran artista, de quien contaba que al resultar embarazada su hija, Guadalupe Rivera Marín por su condiscípulo Juan Manuel Gómez Morín, hijo del fundador del PAN; cuando ya no pudo ocultarle su estado; el comunista recalcitrante y anticlerical le advirtió: “A ver si la próxima vez no me llegas embarazada por el Arzobispo de México”.

llamascallao@hotmail.com

@chavafloresll

 

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