En 1926, la escritora Agatha Christie, descubrió que su marido sostenía un amorío con una mujer más joven, este hecho la sumió en una profunda depresión. Poco tiempo después, mientras conducía en carretera, derrapó y cayó a un barranco. El auto fue encontrado pero ella no. Más tarde se supo que se refugió por una temporada en un “Spa” donde adoptó otra identidad.
Después de su desaparición la prensa amarillista jugó con la relación de la escritora con los misterios y los complots que resolvía en sus novelas. Sin importar las circunstancias de la ruptura de Christie con su realidad, el desenlace tuvo un final afortunado: la venta de sus libros aumentó de manera impresionante, su economía y autoestima también.
En “Mátenme porque me muero”, el grupo “Los Caifanes” definen con exactitud el terrible desasosiego por el que atraviesa una persona en una depresión muy a la mexicana.
Aquí la realidad es muy grave, en nuestro país cada año hay más suicidios derivados de crisis de ansiedad y depresión.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2020 hubo siete mil 896 suicidios, 700 más con respecto a 2019 y mil más que en 2018.
Aunque hay más intentos de suicidio en mujeres, son de menos letalidad. En cambio, en hombres el porcentaje es altísimo: en 81.6% por ciento de los intentos, el suicidio se comete.
Lo peor es que se nos mueren los “chavitos”: de siete mil 896 personas que cometieron suicidio, dos mil 293 tenían de 20 a 29 años de edad y mil 260 eran adolescentes de 10 a 19 años. Sumados (tres mil 553) son casi la mitad de los suicidios de 2020.
En nuestra Megalópolis, las problemáticas de salud mental más frecuentes son las relacionadas con el estrés, la ansiedad, el intento suicida, la depresión, el síndrome de bipolaridad, la psicosis y la esquizofrenia.
Y como dijo mi “Freudiana” abuela Cuca: “Infancia es destino”, todos estos males comienzan de niños dentro de las familias tóxicas y abusivas; en las aulas con el “Bullying”; en las calles donde se sobrevive a la agresividad social, lo que da como resultado personas rebosantes de estrés, ansiedad y depresión.
Querido y querida lector: En esta Ciudad hay síntomas que no se deben subestimar: Si no puedes dormir, se te fue el hambre, ya se te olvidó el apetito sexual, tienes crisis de ansiedad, “sensación de muerte inminente” o alteraciones en el estado de la conciencia (ves o escuchas rarezas) es tiempo, todavía, de buscar ayuda.
La Universidad Pedagógica Nacional, articuló un directorio de Instituciones a las que puedes solicitar apoyo psicológico (algunas gratuitas y algunas con costo). Dejo la liga a tus pies.
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