Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
El domingo pasado se registró un nuevo récord mundial de contagios de coronavirus en un período de 24 horas, con 307 mil 930 casos, según informes de la Organización Mundial de Salud (OMS). La pandemia no cede, lejos de esto, amenaza con una nueva fase que impacta en países en donde autoridades y población han tratado de volver a la normalidad. Los primeros, en una estrategia para reactivar una economía reprimida, cada vez más insoportable, y los segundos, agotados y desesperados por las medidas de contención que han paralizado su vida familiar y sus relaciones sociales, alterado su actividad laboral y golpeado su economía personal.
Informes indican que en Europa occidental y en la región Asia-Pacífico, una segunda ola de la pandemia, que se propaga entre menores de 50 años, se ha hecho presente y ha incrementado el registro de nuevos casos de contagio en los últimos días. En Francia, Austria, Italia y España, entre otros, ha sido el caso. A nivel mundial, los números son de impacto. En esta semana estamos muy cerca ya de 30 millones (29’664,114) de casos de contagio, y los muertos, a punto de llegar al millón de personas (937,111).
El panorama mundial, es preocupante, porque, como lo mencionamos, la crisis sanitaria se rebela y no se ve para cuando se logre controlar. En contraste, en nuestro país, existen otros datos. En su conferencia nocturna del domingo pasado, el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, informó que México tiene siete semanas sostenidas de reducción de la transmisión y de la mortalidad por Covid-19, y que sólo en siete entidades se registra un contagio más activo. “No hay duda de que la epidemia en México va a la baja”, afirma orgulloso el subsecretario.
Y mientras en otros países, como Israel, Inglaterra, Francia y Cuba están teniendo que dar marcha atrás al relajamiento de medidas de contención, ante una pandemia que amenaza con agravarse, aquí, pasamos del semáforo rojo al naranja y se nos dice que, para octubre, existe un 80 por ciento de probabilidad de que estemos con el semáforo en verde (Hugo López Gatell, dixit), aunque la terca realidad nos diga que el número de contagios y de fallecimientos no disminuye.
Y es que, los otros datos de la autoridad sanitaria se basan en el objetivo técnico de tener camas de hospitalización general y camas con ventiladores disponibles y, éste se ha cumplido, según lo ha expresado insistentemente el subsecretario de Salud. A partir de esta premisa, el funcionario concluye que la estrategia seguida por el gobierno, ha funcionado. Lo anterior, a pesar de que Amnistía Internacional tiene otros datos que indican que nuestro país ocupa un penoso primer lugar en muertes de personal de salud.
Tal vez el doctor López Gatell tenga razón, si la preocupación principal del gobierno es que haya camas disponibles y no evitar que mueran más mexicanos por esta enfermedad. Porque en sólo seis meses, el número de decesos rebasa ya los 70 mil, 10 mil más de los 60 mil que el subsecretario considerara como un escenario catastrófico, y esto, de acuerdo a la información oficial, pero que, en la realidad podría ser tres veces mayor. Aún con aquellos números, nuestro país ocupa el cuarto lugar mundial de fallecimientos.
Sería importante investigar, sin embargo, las muchas quejas de quiénes no pudieron ingresar a sus enfermos en hospitales por haber sido rechazados bajo el argumento de que sus síntomas no eran graves. Enfermos que habrían fallecido, en su casa o en su traslado al hospital, por falta de atención oportuna. Además, recordamos, que en algún momento la recomendación oficial fue luchar contra la pandemia en casa, con la ayuda de la familia. ¿Tendrá algo que ver todo esto y el elevado número de fallecimientos ocurridos fuera de los hospitales con el jactancioso promedio de más de 50 por ciento de camas vacías hospitalarias?
El epidemiólogo señala que en México no hemos visto morgues saturadas como en otros países, aunque otros datos nos dicen que, en varias ciudades del país, las funerarias no se dan abasto; que hay déficit en certificados de defunción, porque se agotaron los 900 mil que se imprimieron para este año (Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, y la gente sigue muriendo. Contra lo afirmación del funcionario, el promedio diario de fallecimientos se mantiene entre 400 y 500 muertos.
Al vocero oficial de la pandemia en México, le molesta toda información local o internacional que discrepe con su optimismo, y la tacha de agresión, complot o ataque político. Encapsulado en su particular realidad y reacio a cualquier idea, consejo o propuesta ajena, el Dr. López Gatell rechaza a priori lo que no sea de su autoría, en una actitud poco científica. Por eso, no extraña su despectiva y soberbia actitud ante el documento que seis ex secretarios de Salud, presentaron, recientemente, como aportación para un mejor control del coronavirus en el país. Un programa de acción que evidencia la “necesidad de una sacudida de la conciencia colectiva” y que propone cambiar la estrategia que ha fallado.
Al funcionario lo perdió su sobre exposición en los medios y, es que los reflectores y la fama transformaron al científico en un altivo aspirante a político. Nuestra realidad pandémica indica que la estrategia que se ha seguido deja mucho que desear. Aunque no nos guste, nuestro país está entre los diez países del mundo con peores resultados en contagios y decesos. Algo debe estar fallando y todavía no nos pega el tsunami económico.
Siempre existirá la posibilidad de hacer mejor las cosas, pero se requiere que haya humildad y apertura a nuevas ideas. La cerrazón y la soberbia no son buenas consejeras.