*Ahora y por ley estarán entre nosotros; pronto pudiéramos ser testigos de cómo los bienes y propiedades de los odiados fifís cambian de manos, como en la peor época de la quintacolumna francesa
Gregorio Ortega Molina
De mis lecturas y películas vistas, recuerdo la imagen de los Comisarios del Pueblo soviético; fueron controladores y delatores al mismo tiempo. Se servían de otros corre ve y dile a los cuales tenían sujetos de aquellito. Se chismea e inventa por miedo.
Pero quizá el personaje más lastimoso, perverso y envidioso, es el quintacolumnista francés, porque traiciona a su patria, sus amistades, su familia. Se mueve por consideraciones de venganza, de odio racial. Promovían el despojo de las familias judías por parte de las autoridades nazis, para después ellos apropiarse ilegalmente de sus hogares, obras de arte, joyas. Destruyeron vidas para hacerse de bienes materiales.
Don AMLO, que deja la impronta de militante de extrema derecha más que de político de izquierda, alienta ese tipo de conductas todas las mañanas, cuando por su voz y su mandato confronta al México bueno y sabio, con el de los codiciosos millonarios, los periodistas corruptos, los políticos rapaces, porque se prepara para el asalto final a la propiedad privada, por medio de su propio ejército de delatores.
En el Diario Oficial del 11 de junio último se publicaron los lineamientos que establecen “las bases conforme a las cuales se creará, promoverá, dará acompañamiento, seguimiento y coordinará el Sistema de Ciudadanos Alertadores Internos y Externos de la Corrupción”.
¿Cuál será la función específica y a quiénes está destinado el cargo de alertadores-delatores o corre ve y dile que crea la Secretaría de la Función Pública, a la sombra de las ideas del esposo de Irma Eréndira Sandoval y de su jefe, don AMLO?
El delator y corre ve y dile, que supuestamente será anónimo, “proporcionará información sobre actos que se hayan cometido, se estén cometiendo, o sea probable que se cometan (¿serán videntes, adivinos o nada más codiciosos de los bienes de sus vecinos o enemigos?) por servidores públicos respecto de presuntos (la presunción califica, debía decir supuestos) actos de corrupción”.
Es momento de preguntarnos si así deseamos que se construya, moral y éticamente, el futuro de nuestros hijos, y eso si el Covid-19 y la crisis económica dejan resquicios para el optimismo y pensar que la línea de horizonte no desaparece, porque mañana olvidaremos la pesadilla.
Los delatores son la peor especie de ser humano; en el mundo rudo del hampa no los toleran, pero florecen como lirio acuático entre los políticos, en el seno de familias en las que se disputan herencias o se codician las mujeres ajenas, sean de los hermanos o los primos, o viceversa, los maridos ajenos de las hermanas y primas.
Ahora y por ley estarán entre nosotros; pronto pudiéramos ser testigos de cómo los bienes y propiedades de los odiados fifís cambian de manos, como en la peor época de la quintacolumna francesa.
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