Sergio Gómez Montero*
Anoche las ternuras
latieron en mi cama (…)
Y me dejaron
halado el rostro
Pausides: “Ceremonias”
Son muchos los misterios que encierra el acontecer diario del país e igualmente muchos los responsables de las roturas tan terribles que tiene el tejido social y que originan, entre otras cosas, conductas tan descompuestas como las que hoy se manifiestan por ejemplo en el ámbito de las agresiones brutales (y por ello a veces incomprensibles) en contra de las mujeres. ¿Alguien entiende el incremento de los feminicidios los dos años últimos o el ataque en contra de una niña de apenas siete años en la ciudad de México? ¿Tan mal está así la situación cotidiana en que vivimos? ¿Por qué?
Cierto, fueron más de treinta años de una descomposición social terrible, y a partir de allí recomponer al país, obviamente, no es una tarea sencilla y por eso los altibajos que registra indistintamente la economía y la seguridad social; pero, lo que más enoja, es que no se registran cambios en los modos de hacer las cosas por parte del gobierno, lo que da la impresión, cada vez más, es que si los problemas han cambiado, el gobierno sigue siendo el mismo y no se ve para cuándo los cambios que se antojan tan necesarios es que no se van a dar, para así seguir manteniendo el terciopelo cuando lo que se requiere es yute para tallar las excrecencias.
Así, por ejemplo, por estos días se registra un asunto que requería un tratamiento de fondo para mínimamente modificar uno de los sistemas base del antiguo gobierno: el electoral. La coyuntura que se abría al cambiar cuatro consejeros electores podía permitir que poquito, mínimamente, se modificara para bien el mencionado sistema electoral. Pero, en los hechos, qué es lo que está sucediendo: que las broncas internas que hoy registra el partido dominante (MORENA) han impedido que los cambios mínimos se den y que el presidente del INE, desde su cargo de privilegio y por herencia paterna haga de las suyas y él sea el que esté redireccionando los cambios que, por tiempo y forma, se tienen que dar al interior del Instituto que dirige (gracias a la amistad que tenía con Enrique Peña Nieto) para que el sistema electoral del país funcionara más acorde con los requerimientos que hoy reclama la Nación.
Pero nada; nada se podrá modificar en términos electorales: los partidos seguirán recibiendo subsidios que no se justifican, las cuotas partidarias seguirán predominando a la hora de nombrar consejeros del INE (una estructura que nadie entiende por qué sigue existiendo) y esos consejeros seguirán recibiendo salarios injustificables en un país arrasado por la miseria y el enojo social.
Valga, pues, otra vez Gramsci, quien en palabras de José Aricó nos hacía ver que la postulación del afecto en oposición a la ideología y la línea de fuga frente a la captura estatal conlleva tanto una deshistorización de la complejidad del rol del Estado en la política latinoamericana, como una clausura del igualmente complejo fenómeno populista (léase el artículo de Marcelo Starcenbaum titulado “Gramsci, América Latina y la poshegemonía. Algunas reflexiones a partir del marxismo de José Aricó”).
Es decir, pues, que entre las decadencias de los gobiernos heredados y los titubeos e inexperiencia del gobierno actual, el país está patas para arriba.
*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx