FRANCISCO RODRÍGUEZ
El Proyecto de salud más ambicioso del porfiriato fue sin duda el del Manicomio General de La Castañeda, asentado sobre los terrenos de la hacienda del mismo nombre, allá por Lomas de Plateros, en la que todavía era “la ciudad de los palacios”. La Castañeda fue el centro psiquiátrico más grande de México hasta la segunda mitad del siglo veinte.
El Manicomio fue construido en los terrenos de una hacienda pulquera cedida por Ignacio Torres Adalid, el rey del tlachicotón, compadre del Caudillo, quien inauguró sus instalaciones con motivo de las fiestas del Centenario en 1910, y que durante su funcionamiento dio atención a más de sesenta mil pacientes.
El Manicomio General de La Castañeda fue instituido en su doble función de hospital y asilo para la atención psiquiátrica de enfermos mentales de ambos sexos, de cualquier edad, nacionalidad y religión. Un objetivo secundario fue proporcionar enseñanza médica mediante la participación de las clínicas de psiquiatría en sus pabellones.
Ignacio Torres Adalid, a la sazón diputado porfirista miembro de “los Científicos” había mandado construir para sus trabajadores escuela y dispensario médico en la hacienda. Era amigo personal de Porfirio Díaz y le proporcionó un lugar ad hoc para su viejo proyecto.
En él influyó de manera determinante el doctor Eduardo Liceaga, precursor de la psiquiatría moderna en México. Se pretendía concentrar a los pacientes que se encontraban recluidos en casas de asistencia, internados en condiciones inadecuadas como en el Hospital de San Hipólito y del Divino Salvador.
La construcción fue encargada al ingeniero Porfirio Díaz junior, quien contó con el apoyo de Luis León de la Barra. Por décadas, el paradero de las personas que habitaron La Castañeda (como popularmente se le conocía al enorme asilo de “imbéciles”, “agitados”, “perturbados” y “toxicómanos”), así como sus expedientes pasaron al olvido.
Para don Porfirio, modernidad. Para Díaz Ordaz, ineficiencia
En 1968, pocas semanas antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de triste memoria, el entonces presidente Díaz Ordaz consumó la “Operación Castañeda”, nombre dado a la decisión gubernamental de demoler el Manicomio General que durante 58 años funcionó, para reubicar a sus 3 mil 500 internos.
A partir del 2001, profesores e investigadores de la UAM plantel Xochimilco, comenzaron a buscar a los sobrevivientes. Se hallaron los casos más absurdos que revelaron la trama histórica del maltrato a prostitutas, niños de la calle, expósitos y vulnerables sociales de toda laya.
Los planos de La Castañeda y el estudio fotográfico fueron rematados en una subasta neoyorquina. Las piezas de construcción desmontadas pasaron a ser propiedad particular de diversos arquitectos del rumbo de Santa Rosa, delegación Álvaro Obregón y de San Martín Texmelucan, Puebla.
Al tratar de explicar los motivos de la debacle del proyecto de salud más ambicioso de inicios del siglo XX, los documentalistas señalan que el manicomio dejó de ser prioridad para el gobierno, pues mientras que para Porfirio Díaz era emblema de modernidad, para Gustavo Díaz Ordaz fue el signo de la ineficiencia gubernamental.
Las grandes fortunas mexicanas se forjaron a base del maguey
Pero ningún proyecto retrata fielmente esa época como el de La Castañeda. Las grandes fortunas mexicanas de 300 años a la fecha se forjaron a base del maguey. Andrés Molina Enríquez, Toribio Esquivel Obregón, Rabasa y los precursores intelectuales de la Revolución tildaron a los porfiristas de ser cómplices y paniaguados de la aristocracia pulquera.
El término fue retomado por José Vasconcelos. Los grandes caciques de Hidalgo, Estado de México, Puebla y Tlaxcala, señores de horca y cuchillo, más derechos de pernada, construyeron los cascos de hacienda que todavía yacen en los alrededores del Valle de los Volcanes.
Hoy en día, el pulque sólo está reservado para conocedores
Los titanes del alambique fueron precursores de una manera de ser y de reprimir. En el camino de la historia se quedó la cultura del pulque, los entretenimientos muy nuestros, como el rentoy y la rayuela, el consumo de oligoelementos sumamente necesarios para la salud, la infinidad de empleos que generaba el tlachicotón…
… como aquellos que desempeñaban los hábiles curtidores de las pieles de borrego para manufacturar las vejigas que lo almacenaban y cargaban, los artesanos fabricantes de los acocotes, flautas como probetas que usaban los chimizcleros para succionar el vientre de los magueyes, los burreros que transitaban los caminos con sus recuas de mulas portando los líquidos muchacheros.
Los maestros, expertos en las variadas artes y ciencias de la fermentación en los grandes tinacales que prohibían la presencia de embarazadas, para que se lograra la exacta espiritualidad del carablanca. Hoy en día, el pulque sólo está reservado para grandes conocedores de una tradición hermética.
INSABI, sin posibilidades de siquiera sobrevivir este sexenio
Ya ni los vestigios quedan en Peralvillo de la famosa Garita, aduana por excelencia del pulque proveniente de los llanos de millones de hectáreas productivas que recaudan las alcabalas del gobierno para mantener sus ineficientes burocracias de favoritos.
La aristocracia pulquera, sostén del porfiriato y de las enormes fortunas de los emuladores del más grande hacendado, Ignacio Torres Adalid, propietario de la mansión colonial que se encuentra frente al Hemiciclo del Benemérito, cruda moral del porfirismo, pasó a mejor vida.
Pero el Manicomio General de La Castañeda tuvo un gran diseño para su época. Llegó a albergar miles de pacientes y necesitados de asilo. Fue atendido con los mayores adelantos de la psiquiatría moderna de Liceaga. No como el tenebroso INSABI, sin capacidad, presupuesto, financiamiento, idea y sin posibilidades de siquiera sobrevivir este aciago sexenio. Condena a muerte a todos aquellos enfermos que no tengan forma de asegurar sus dolencias.
¿Revivir a La Castañeda para salvarnos de nuestros salvadores?
Así como la rifa del avión presidencial, ocurrencia de orates, la construcción de la Central Avionera de Santa Lucía, el tendido del trenecito Chu Chú de la zona Maya, al capricho del Caudillo, el corredor transístmico soliviantador de los pueblos originales… y todo aquello que guste el lector añadir.
¿Hará falta que se diseñe otra vez La Castañeda para poder salvar a nuestros salvadores de la Cuarta Transformación?
¿No cree usted?
Índice Flamígero: La tarde del más reciente viernes se conoció que Raymundo Collins Flores, ex titular del Instituto de Vivienda de la Ciudad de México y exsecretario de Seguridad Pública, logró que un juez de Control del Tribunal Superior de Justicia decretara la extinción de acción penal en su contra, toda vez que prescribió el delito de uso ilegal de atribuciones y facultades por el que el gobierno capitalino lo acusa. En audiencia, el juez de Control concedió tal determinación luego de que la defensa del exjefe de la Policía capitalina así lo solicitara, bajo las mismas circunstancias que su excolaborador Fernando Javier Linares, exdirector jurídico del Invi. Dicha determinación deja sin efecto la orden de aprehensión girada en contra del también exsecretario de Seguridad Pública, al igual que la solicitud y emisión de la ficha roja de Interpol. Será hoy lunes cuando un juez federal de su resolución ante el juicio de amparo que tramitó el año pasado Collins Flores. Y al respecto, el prestigiado penalista Alberto Woolrich apunta que “el juez de control, Garduño, quien determinó el caso Collins, es dentro del acervo cultural del Tribunal Superior de Justicia el que tiene más experiencia y conocimientos, su talento jurídico fue heredado dada la probidad intelectual de su señor padre. Su hermano Juan Pablo Garduño, actualmente Magistrado Federal en Zacatecas, es también reconocido como unos de los jóvenes con mayor talento. Ambos cuentan con el mayor timbre de orgullo del que puede presumir un tribuno: HONESTIDAD. Se exhorta a las autoridades del gobierno de Ciudad de México a que no sigan evidenciando su ignorancia en materia de justicia. Basta ya de circos en materia de justicia.”
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